El poder del retrato
Estos hombres y mujeres gobiernan el mundo. El editor berlin¨¦s Klaus Zwangsleitner se propuso reunir en un libro los retratos de 191 jefes de Estado y de Gobierno, y les envi¨® una carta a cada uno. Pr¨¢cticamente lo consigui¨®, s¨®lo se negaron 27. ?stos son algunos de los que aceptaron.
Todo coleccionista porta en su cromosoma una part¨ªcula de Dios, y gracias a ese factor se ver¨¢ impulsado a ordenar el mundo seg¨²n su voluntad y reelaborar un nuevo cosmos. Esta part¨ªcula teocr¨¢tica, en fin, fue la que impuls¨® a un editor berlin¨¦s, Klaus Zwangsleitner, para enviar cartas a los 191 mandatarios de las Naciones Unidas y solicitarles una foto. Naturalmente, la gran mayor¨ªa de ellos envi¨® un buen retrato de oficina. No, pues, una foto almorzando, ba?¨¢ndose en un r¨ªo o arrellanado en su butaca dom¨¦stica. Pr¨¢cticamente todos ellos enviaron un retrato de car¨¢cter institucional. Es decir, con la efigie preparada para la acu?aci¨®n, para la pintura al ¨®leo o para el pase a la leyenda. Apenas el primer ministro de B¨¦lgica ha sorprendido en mangas de camisa y la corbata retorcida, pero es seguramente porque no gobierna realmente y su simbolog¨ªa es insignificante en el sistema de poder. Casi la totalidad de los 190 restantes se exponen como sellos de palmaria autoridad.
Puede que los l¨ªderes, antes de llegar al cargo, ironicen sobre sus facultades institucionales, pero una vez investidos se hacen imprimir como marcas egregias. De hecho, la faz de un presidente, un primer ministro o un dictador se engasta pronto en el orden m¨¢ximo de la semiolog¨ªa nacional. La cara de un Putin, de un Bush, de un Blair o de un Zapatero no son rostros de personas, por valiosas que sean, sino signos por los que se identifica a la naci¨®n y, a menudo, incluso se la pondera.
Basta observar la bonanza en las expresiones del primer ministro de Isla Mauricio o del jefe del Estado Independiente de Samoa para hacerse una idea del bienestar de que gozan. En cambio, no importa que Vlad¨ªmir Putin deslice una dulce sonrisa porque tras ese gesto, conseguido acaso mediante mil subterfugios, se insin¨²a una c¨¢mara meliflua y oculta de proporciones abisales. ?Zapatero? Zapatero siempre r¨ªe m¨¢s de lo esperable. Posee la ventaja de que la risa le afluye con formidable facilidad, y el inconveniente de que, dada su lasitud labial, acaba resultando incontrolable. A partir de esta composici¨®n peculiar, Zapatero ha deseado promover la noci¨®n de "talante democr¨¢tico", di¨¢logo o g¨®ndola donde se mece su inagotable disposici¨®n cordial.
Otras personas insignes, por el contrario, padecen grandes dificultades para la sonrisa, tal como muestra, por ejemplo, el rey de Nepal o Abdoulaye Wade, presidente de la Rep¨²blica de Senegal, siendo el expediente m¨¢s grave de esta carencia el rey de Arabia Saud¨ª, Fahd Bin Abdulaziz al Saud, al que han logrado moverle una mil¨¦sima del m¨²sculo buccinador en decenas de a?os.
Efectivamente, la seriedad gestual sugiere una estructura s¨®lida de la naci¨®n representada y la sonrisa sin causa denotar¨ªa idiotismo. Pero entre una y otra posici¨®n, los mandatarios se han esforzado por comparecer aqu¨ª, en la colecci¨®n de Klaus Zwangsleitner, como gentes conscientes de que no s¨®lo se les ver¨ªa a ellos, sino a sus pa¨ªses. O mejor, no importar¨ªan ellos tanto como personas f¨ªsicas que como cargos, y, por extensi¨®n, como territorios econ¨®micos, demogr¨¢ficos, hist¨®ricos, tur¨ªsticos?
De forma que no es nada trivial ocuparse del buen aspecto, la fotogenia, la cosm¨¦tica y el efecto. A menudo no se tiene de estos hombres y mujeres cruciales m¨¢s informaci¨®n que la cara en el papel o la pantalla, y en esos espacios se decide su consistencia. Pero coleccionar, en fin, fotograf¨ªas de l¨ªderes para una publicaci¨®n requiere de inmediato otra publicaci¨®n donde se brinde el resultado de la investigaci¨®n semi¨®tica.
No existir¨¢ por el momento una inflexible correlaci¨®n entre la mayor o menor apostura del mandatario y la importancia estrat¨¦gica del pa¨ªs o su Gobierno, pero ?qui¨¦n duda de que ya se ha inaugurado un tiempo en que ser un presidente bizco s¨®lo ser¨¢ posible cuando el pa¨ªs se sienta extraviado, y no disfrutaremos de una presidenta de verdad hermosa hasta que los varios Bush, con o sin bigote, hayan claudicado?
Los retratos de este reportaje pertenecen al libro 'Official portraits', editado por Trolley. www.trolleybooks.com.
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