Econom¨ªa basada en el conocimiento
La ¨²nica falta que el destino no perdona a los pueblos es la imprudencia de menospreciar sus sue?os.
Maurice Schumann
En la Cumbre de Lisboa del a?o 2000, los jefes de Estado y de Gobierno decidieron convertir la Uni¨®n Europea (UE) en "el l¨ªder mundial de la econom¨ªa basada en el conocimiento". Alarmados por el declive de la competitividad productiva y comercial europea, por el descenso del n¨²mero de patentes, por la "deslocalizaci¨®n" de empresas hacia el este y de sus laboratorios hacia el oeste, pero, sobre todo, por el ¨¦xodo de j¨®venes talentos hacia los Estados Unidos, resolvieron que era urgente dar un gran impulso a la investigaci¨®n y desarrollo (I+D) en toda el ¨¢rea europea. Un a?o m¨¢s tarde, en Barcelona, establecieron la necesidad de acercar el porcentaje del PIB dedicado a I+D (1,9%, aproximadamente) al 3% de los Estados Unidos y Jap¨®n.
Algunas cifras hablan por s¨ª solas:
- El porcentaje de trabajos cient¨ªficos altamente citados es en EE UU el 1,64% del total; en Jap¨®n, el 0,59%, y en la UE, s¨®lo el 0,25%.
- De 101 premios Nobel otorgados en Qu¨ªmica, Medicina y F¨ªsica en los ¨²ltimos 15 a?os, 68 fueron a parar a los Estados Unidos y s¨®lo 23 a Europa.
- En la actualidad, el n¨²mero de investigadores en relaci¨®n a la "poblaci¨®n laboral total" es muy superior en Jap¨®n y los Estados Unidos (9,3 y 8,1 por mil, respectivamente), comparados con el 5,4 en la Europa de los Quince.
- En la labor formativa de nuevos investigadores, la UE-Quince supera a los Estados Unidos y Jap¨®n (0,56 nuevos doctores en Ciencia y Tecnolog¨ªa por mil habitantes en la Uni¨®n Europea, frente al 0,48 y 0,24 de los Estados Unidos y Jap¨®n, respectivamente). Pero Europa tiene grandes dificultades para retener a los mejores de ellos, ofrecerles oportunidades y atraer a cient¨ªficos competentes de otras partes del mundo. Tendremos que imitar a los Estados Unidos de Norteam¨¦rica no s¨®lo en las inversiones que realizan en I+D y en su capacidad para la utilizaci¨®n pr¨¢ctica del conocimiento, a trav¨¦s de las patentes y f¨®rmulas de innovaci¨®n oportunas, sino en el reclutamiento del profesorado universitario y de los investigadores cient¨ªficos en general, para llegar a ser realmente "competitivos".
?stas son las principales situaciones y tendencias que deben enmendarse. Para ello -si de verdad se quieren alcanzar los objetivos fijados para el a?o 2010- ser¨¢ imprescindible ser muy precisos en las cifras y porcentajes de cada uno de los pa¨ªses europeos. El rigor y la transparencia deben aplicarse, desde luego, a separar de los porcentajes de I+D lo que pertenece a otros cap¨ªtulos presupuestarios, como la adquisici¨®n y desarrollo tecnol¨®gico de material militar. Sin comentar la necesidad que hoy pueda tener Espa?a al respecto, lo que est¨¢ claro es que no deben situarse en el porcentaje de I+D. Lo mismo sucede con la participaci¨®n del sector privado: con frecuencia las inversiones que figuran en el concepto "Innovaci¨®n" son en realidad instalaciones y equipos de an¨¢lisis, verificaci¨®n de calidad, etc¨¦tera.
Si la Uni¨®n Europea no quiere perder el papel que le corresponde en el escenario mundial -que no es ¨²nicamente econ¨®mico, pero es tambi¨¦n econ¨®mico-, tendr¨¢ que adoptar decisiones pol¨ªticas de gran envergadura sin mayor tardanza. Hubiera sido mejor que se hubieran adoptado por estudios prospectivos, por la escucha de tantas voces que, desde hace tiempo, claman por la necesidad de fomentar la investigaci¨®n b¨¢sica..., que se hubieran adoptado, muy en especial, por objetivos sociales y principios ideol¨®gicos y morales. Pero han sido provocadas por lo que tiene mayor capacidad de convencimiento en un mundo de intereses a corto plazo y gobernantes poco acostumbrados a mirar lejos: por imperativos econ¨®micos. Pues bien: hay que aprovechar la ocasi¨®n para que, de paso que gana en competitividad, pueda Europa imprimir caracteres propios que, en unos a?os, contribuyan a que el conjunto del planeta se beneficie, con una nueva visi¨®n del desarrollo, de la fortalecida cartera europea.
El d¨ªa 15 de diciembre de 2003 present¨¦, como presidente del European Research Council Expert Group (ERCEG), el informe titulado El Consejo Europeo de Investigaci¨®n Cient¨ªfica. Piedra angular del ¨¢rea de investigaci¨®n cient¨ªfica europea al ministro de Ciencia, Tecnolog¨ªa e Innovaci¨®n de Dinamarca, se?or Helge Sander, quien, en su calidad de presidente del Consejo de Ministros (sobre competitividad) de la Uni¨®n Europea, me hab¨ªa invitado, un a?o antes, a presidir un grupo de expertos con el fin de explorar las posibilidades para el fomento de la ciencia b¨¢sica, en todas sus dimensiones, en el ¨¢rea europea, y conferirle la competitividad de la que carece.
Las propuestas del ERCEG pueden resumirse as¨ª:
1. Establecimiento por la Uni¨®n Europea de un fondo europeo para el fomento de la investigaci¨®n b¨¢sica de alta calidad y de un Consejo para administrarlo. Deben apoyarse los mejores grupos de las universidades e instituciones cient¨ªficas de Europa, para incrementar la base de conocimientos que condiciona el desarrollo econ¨®mico, industrial, cultural y social, favoreciendo en consecuencia la competitividad y capacidad de innovaci¨®n de la Uni¨®n Europea en todas las dimensiones.
2. Para conseguir el impacto necesario, el fondo deber¨¢ contar durante los 3-5 primeros a?os con una cantidad anual de al menos dos mil millones de euros. Estos fondos, procedentes de la Uni¨®n Europea, figurar¨¢n en las "perspectivas financieras" del pr¨®ximo programa marco sexenal (el s¨¦ptimo, de 2007 a 2012).
3. Autonom¨ªa: el Consejo debe operar con plena autonom¨ªa en todos los temas cient¨ªficos y acad¨¦micos, incluyendo la pol¨ªtica de financiaci¨®n.
4. El Consejo utilizar¨¢ para el cumplimiento de su funci¨®n las instituciones europeas ya existentes. Puesto que las universidades constituyen el destinatario natural de una parte muy importante de los fondos para investigaci¨®n b¨¢sica, deber¨¢n procurar estar a la altura de este desaf¨ªo, que tantos beneficios puede conllevar.
5. Simult¨¢neamente, es indispensable reforzar los v¨ªnculos entre las instituciones acad¨¦micas y cient¨ªficas y las empresas, de tal manera que se alcancen los objetivos concretados en la Declaraci¨®n de Barcelona (2001). En el grado universitario, es fundamental aprender a emprender. Por eso es particularmente relevante la conjunci¨®n empresa-universidad. Porque son los empresarios los que saben medir adecuadamente el "momento de emprender". Me gusta repetir que el riesgo sin conocimiento es peligroso, pero el conocimiento sin capacidad de riesgo, in¨²til. Por ello, la pol¨ªtica cient¨ªfica debe situarse al m¨¢s alto nivel de la gobernaci¨®n de un pa¨ªs -y de la Uni¨®n Europea- porque su estructura polim¨®rfica (acad¨¦mica, cient¨ªfica, empresarial, sanitaria, agr¨ªcola, medioambiental, marina, etc¨¦tera) no admite parcelaciones.
Europa no puede limitarse a objetivos comerciales. Debe ser faro, debe contemplar el conjunto del mundo (China, India, Am¨¦rica Latina, ?frica). Y debe ser vig¨ªa.
Seg¨²n la Real Academia Espa?ola, "conocimiento" significa "acci¨®n y efecto de conocer; entendimiento, inteligencia, raz¨®n natural; noci¨®n, ciencia, sabidur¨ªa". Indico todas estas acepciones porque, como catal¨¢n, s¨¦ que "coneixement" indica con mayor frecuencia sabidur¨ªa que saber: comportamiento sensato, l¨²cido, sereno. Creo que es absolutamente imprescindible para el esplendor de Europa que cuando hablamos de "econom¨ªa basada en el conocimiento" tengamos muy en cuenta este significado.
Aunque cueste reconocerlo, se ha producido la aceptaci¨®n colectiva de una econom¨ªa que ampl¨ªa las diferencias en lugar de reducirlas. Las Naciones Unidas advirtieron, en los primeros d¨ªas de septiembre de este a?o, que no se est¨¢n cumpliendo, por falta de voluntad pol¨ªtica, ninguno de los ocho objetivos del milenio. El primero de ellos pretend¨ªa reducir a la mitad los mil doscientos millones de personas que sobreviven con un d¨®lar al d¨ªa. Con la privatizaci¨®n se quiso evitar el monopolio p¨²blico. Hoy, a trav¨¦s de un proceso de concentraci¨®n y "megafusi¨®n" nos encontramos, a escala nacional e internacional, con unas entidades financieras que controlan todo tipo de empresas y suministros, incluidos los b¨¢sicos, que deber¨ªa garantizar siempre el Estado. El profesor Joan Guinovart escrib¨ªa hace poco, en relaci¨®n a la I+D en Espa?a, que hab¨ªa "llegado el turno de los pol¨ªticos". Pol¨ªticos y parlamentos, representantes de todos los ciudadanos, que escuchen el "clamor nuevo, desde la muchedumbre"... al que se refer¨ªa el gran Jos¨¦ ?ngel Valente en Sobre el tiempo presente.
Se requiere una econom¨ªa basada en puntos de referencia ¨¦ticos, con los acentos propios de cada ideolog¨ªa y no guiada por los miopes y con frecuencia turbios designios del "mercado". Una econom¨ªa que facilite la creatividad y, por tanto, promueva la "tensi¨®n humana" necesaria para la fiel expresi¨®n de la diversidad cultural, que es la riqueza de los pueblos, y de los principios que la unen, su fuerza. Una econom¨ªa que tenga su punto de mira, muy especialmente, en el futuro, es decir, en los j¨®venes, en las generaciones que llegan a un paso de nosotros. De nada servir¨¢ el fant¨¢stico desarrollo tecnol¨®gico alcanzado... si el desencanto y la marginaci¨®n cunden entre los que deben protagonizar los escenarios dentro de unas d¨¦cadas, el curso de la historia. Invertir todo lo que haga falta para que los padres, los profesores, la sociedad en su conjunto, puedan ocuparse, uno a uno, con "amor particular", de los ni?os, adolescentes y j¨®venes. No hay mejor inversi¨®n. Ellos y no otra deben ser la gran prioridad de la econom¨ªa del conocimiento a partir de ahora.
Una econom¨ªa basada en el conocimiento y el "coneixement" para un gran plan global de desarrollo, del que surgir¨ªa la econom¨ªa de este otro mundo posible que anhelamos. El siglo XXI ser¨ªa as¨ª, por fin, el siglo de la gente. De la democracia genuina. De los j¨®venes rescatados de la indiferencia y de los horizontes sombr¨ªos que hoy les ofrecemos. Para el gran salto desde la raz¨®n de la fuerza a la fuerza de la raz¨®n, invertir m¨¢s en educaci¨®n, justicia, salud, vivienda... Invertir, sobre todo, en lo que constituye nuestra esperanza en los tiempos turbulentos: el talento, la capacidad creadora de cada ser humano ¨²nico. En personas educadas, que "dirijan con sentido la propia vida". Que sepan aplaudir y disentir seg¨²n sus propias reflexiones. Y actuar de acuerdo con ellas y no inducidas por el omnipresente y omn¨ªmodo poder medi¨¢tico que les convierte en actores tristes de papeles pensados por otros. Una econom¨ªa solidaria, para que la mano alzada se transforme para siempre en mano tendida.
Federico Mayor Zaragoza es catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica de la Universidad Aut¨®noma y presidente de la Fundaci¨®n Cultura de Paz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.