Tinieblas en cadena
Dado que los apagones siguen martirizando a los clientes de las compa?¨ªas el¨¦ctricas y, por lo tanto, la calidad del servicio el¨¦ctrico en Espa?a se envilece por d¨ªas, no estar¨¢ de m¨¢s insistir en que la oscuridad el¨¦ctrica no obedece a desgracias naturales, a imponderables o accidentes. Est¨¢n directamente relacionados con la cicatera inversi¨®n de las compa?¨ªas el¨¦ctricas en las redes de distribuci¨®n, es decir, en los sistemas -cableado, subestaciones, transformadores- que llevan la electricidad desde la red de alta tensi¨®n a los hogares. Este vac¨ªo inversor -debe mantenerse el espejo de los beneficios a pesar de las ruinosas decisiones en diversificaci¨®n perpetradas con dinero de las tarifas- se explica desde las empresas como una consecuencia inevitable de la deficiente retribuci¨®n en tarifa del servicio de la distribuci¨®n.
Altos empleados con experiencia, ingenieros generalmente, se sustituyeron por j¨®venes asalariados, en el mejor de los casos financieros
Aparentemente, esta apreciaci¨®n es correcta, pero no deja de ser una imprecisi¨®n m¨¢s. Si se supone que la tarifa debe retribuir mejor la actividad de distribuci¨®n para que no se quemen los cables, no hay cortocircuitos y no ardan los tranformadores, ?estar¨ªan dispuestas las compa?¨ªas a reducir la retribuci¨®n que perciben por el parque de generaci¨®n?
Como la respuesta es evidente, lo que parece un reconocimiento humilde de errores en la asignaci¨®n de inversiones se convierte en un sistema m¨¢s para pedir al Gobierno que aumente las tarifas. Ya se comprobar¨¢ c¨®mo resuelve el Libro Blanco de la Electricidad este problema; pero ser¨ªa deseable que la retribuci¨®n de la actividad de distribuci¨®n estuviese ligada a la calidad del servicio. Las el¨¦ctricas tienden a incorporar a sus cuentas de resultados los aumentos de ingresos que perciben de los clientes sin atender demasiado a la finalidad de tales variaciones tarifarias. Recu¨¦rdense al respecto casos como la famosa Garant¨ªa de Potencia que no ha garantizado gran cosa.
Bien establecida la relaci¨®n entre ausencia inversora y apagones, conviene precisar no obstante que no todos los apagones se producen por las mismas causas. En los m¨¢s recientes cabe distinguir meridianamente entre los que flagelaron a los usuarios de Catalu?a y Andaluc¨ªa, por un lado, y los que dejaron a oscuras a una franja bien poblada de madrile?os, por otro. En los dos primeros casos s¨ª cabe hablar de situaci¨®n chapucera de las instalaciones, puesto que, por ejemplo, en Andaluc¨ªa no funcion¨® el sistema de protecci¨®n que confina el incidente en el per¨ªmetro m¨¢s reducido. Pero en el de la subestaci¨®n de Madrid, hay que decir que el transformador era nuevo. No cabe hablar, pues, de falta de inversi¨®n. Quiz¨¢ de poca habilidad en la gesti¨®n de compras.
Otros factores cuentan, claro, aunque quiz¨¢ con una influencia tan considerable. Dicen los observadores externos que las compa?¨ªas el¨¦ctricas han dilapidado gran parte de su capital de conocimiento con los intensos programas de prejubilaciones ejecutados en los ¨²ltimos a?os. Altos empleados con experiencia, ingenieros generalmente, se sustituyeron por j¨®venes asalariados, en el mejor de los casos financieros, que no conocen en profundidad el funcionamiento y problemas de las m¨¢quinas el¨¦ctricas, estaciones y transformadores. Los ahorros en gastos de personal contribuyeron a mantener los beneficios, pero tambi¨¦n desactivaron las respuestas r¨¢pidas a las crisis el¨¦ctricas.
Todav¨ªa queda otro aspecto por considerar. Resulta que se produce una curiosa disfunci¨®n burocr¨¢tica, en funci¨®n de la cual las comunidades aut¨®nomas tienen capacidad para imponer sanciones a las empresas que perjudican a sus clientes con interrupciones desaforadas del suministro (cosa distinta es que paguen y en qu¨¦ plazo lo hacen); pero no tienen la capacidad para imponer inversiones o modificar las leyes que son de imperativo cumplimiento por parte de las compa?¨ªas.
Quiz¨¢ la unidad de acci¨®n ejecutiva sea una raz¨®n de peso para no disgregar las competencias en materia de imposici¨®n de inversiones. Pero lo cierto es que las autoridades auton¨®micas tienen una percepci¨®n m¨¢s exacta de los da?os que reciben los consumidores. ?Merece la pena explorar la posibilidad de que las autonom¨ªas participen m¨¢s activamente en esta tarea antes de que la repetici¨®n de apagones acabe con la paciencia de los consumidores?
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