Carlos Moy¨¤, todo un l¨ªder
El balear cuaja un excelente partido frente a Andy Roddick y consigue el punto que derrota a Estados Unidos
La euforia lo desbord¨® todo. Era el d¨ªa de Carlos Moy¨¤ y ¨¦l lo sab¨ªa. Pero tambi¨¦n era el d¨ªa del tenis espa?ol y as¨ª lo entendieron los 27.000 espectadores que llenaron la pista central del estadio de La Cartuja, de Sevilla. Cuando el balear se dej¨® caer en el suelo tras haber logrado el punto decisivo frente a un Andy Roddick desdibujado y que no encontr¨® armas para replicarle, el principe Felipe dio un salto en el palco de autoridades y su esposa, do?a Letizia, comenz¨® a aplaudir rabiosamente. Era uno de los momentos culminantes del deporte espa?ol, un d¨ªa grande, de ¨¦sos que nunca se olvidan. Una jornada que sumar a la que se vivi¨® en el Palau Sant Jordi, de Barcelona, en 2000. Espa?a acababa de lograr su segunda Copa Davis, su segunda Ensaladera, al dominar por 3-1 a Estados Unidos.
Roddick fue incapaz de reconocer a quien hab¨ªa perdido contra ¨¦l todas las veces
Nada le parec¨ªa suficiente a Moy¨¤. Siempre buscaba una nueva genialidad para descomponer a su rival
"Es el d¨ªa m¨¢s grande de mi vida", dijo un Moy¨¤ emocionado y con la voz todav¨ªa un poco temblorosa. "Ganar la Copa Davis era mi sue?o y me hab¨ªa preparado mucho para alcanzarlo", agreg¨®. "Todo ha sido impresionante", explot¨® Jordi Arrese, el miembro del G-3, el grupo de tres capitanes, que se hab¨ªa sentado en la silla a pie de pista. "Sab¨ªamos que deb¨ªamos ganar este partido porque era una oportunidad de oro para Charly. Y no nos ha fallado. Estuvo siempre muy concentrado, asumiendo su papel de l¨ªder. Hab¨ªa perdido tres veces contra Roddick, pero esta vez sab¨ªa que le ganar¨ªa. ?Ahora, con esta segunda Davis, todo se nos queda peque?o!", concluy¨® con una gran sonrisa en los labios.
La verdad es que Moy¨¤ lo bord¨®. Realiz¨® un partido impresionante, buscando los ¨¢ngulos con sus derechazos, amagando sus golpes de dejada, cambiando la direcci¨®n en el ¨²ltimo momento, pasando a su adversario la mayor parte de las veces que subi¨® a la red, rest¨¢ndole con una solvencia incre¨ªble y, sobre todo, demostr¨¢ndole que puede ser tan buen sacador como ¨¦l.
Nada le parec¨ªa suficiente al mallorqu¨ªn. Siempre buscaba una nueva genialidad para descomponer al norteamericano. Y cada vez encontraba un nuevo recurso: ahora, un globo y despu¨¦s una dejada; luego, un drive cruzado y desbordante sobre la l¨ªnea; m¨¢s adelante, tres tantos directos de saque consecutivos, y, cuando ya todo parec¨ªa agotado, un botepronto inalcanzable.
Roddick se desesperaba. No entend¨ªa nada. No comprend¨ªa que Moy¨¤ no estaba disputando s¨®lo un partido, sino que estaba buscando el t¨ªtulo que coronara su brillante carrera profesional. ?l viaj¨® a Espa?a pensando que iba a disputar s¨®lo dos encuentros y cre¨ªa que en el terreno puramente ten¨ªstico ten¨ªa su oportunidad. Le avalaban los n¨²meros. Hab¨ªa ganado a Rafael Nadal una vez y a Moy¨¤ tres. Pero el primer d¨ªa choc¨® contra un cicl¨®n manacor¨ª y ayer fue incapaz de reconocer a Moy¨¤. No era el que hab¨ªa perdido ante ¨¦l todas las veces. A pesar de sus 28 a?os, Moy¨¤ parec¨ªa otro tenista, mucho m¨¢s radical, mucho m¨¢s completo, capaz de sacar buenos passings incluso con su rev¨¦s, el golpe que m¨¢s problemas le crea.
Fue excesivo para Roddick. Se encontr¨® con dos roturas de su servicio y una primera manga en contra en tan s¨®lo 36 minutos. Y despu¨¦s tuvo que forzar mucho su m¨¢quina para alcanzar la muerte s¨²bita en la segunda. En ella pareci¨® respirar. Pero Moy¨¤ le cort¨® la respiraci¨®n cuando le concedi¨® s¨®lo un punto y le super¨® por un contundente 7-1 merced a un globo incre¨ªble propio y a una doble falta y varios errores ajenos. As¨ª tuvo que entrar Roddick en el tercer set, el ¨²ltimo: intentando aguantar el tir¨®n del espa?ol y comenzando a pensar que su misi¨®n, que la remontada, era casi imposible.
Con 3-2 en el marcador, Josep Perlas, otro componente del G-3, fue a buscar a Nadal al vestuario para que se sumara a la fiesta. Aquello parec¨ªa imparable. El hurac¨¢n de Moy¨¤ sigui¨® funcionando a pesar de una interrupci¨®n, con 4-4, provocada por un intruso, el tristemente famoso por sus irrupciones de este tipo Jimmy Jump, que coloc¨® una barretina a Moy¨¤ y asust¨® a Roddick al pasar por su lado.
S¨®lo unos instantes despu¨¦s lleg¨® la primera bola de partido, de Davis. El tanteador se?alaba entonces un 5-4 y un 30-40 de Moy¨¤ sobre el saque de Roddick. Hab¨ªa tensi¨®n, mucha tensi¨®n, y silencio, mucho silencio, en las gradas. Moy¨¤ se conten¨ªa los nervios como pod¨ªa. Pero entonces surgi¨® Roddick en su verdadera dimensi¨®n, la del jugador n¨²mero dos del mundo y la del campe¨®n del Open de Estados Unidos. Y, a pesar de la tierra batida y de las 26.000 voces que le presionaban constantemente, sac¨® dos aces consecutivos a 216 y a 223 kil¨®metros por hora y salv¨® moment¨¢neamente la situaci¨®n.
Hubo que volver a empezar. Pero Moy¨¤ estaba ya lanzado hacia la victoria. Gan¨® su servicio con comodidad y el p¨²blico comenz¨® a corear ?o¨¦, o¨¦, o¨¦! El bullicio era enorme. La presi¨®n, total para Roddick, que, eso s¨ª, no se dej¨® perturbar y forz¨® un nuevo desempate. Sin embargo, el desenlace parec¨ªa cantado. Con 5-3, Moy¨¤ iba lanzado y cuando conect¨® un saque a 224 kil¨®metros por hora todo pareci¨® concluir. Faltaba un punto y Roddick, ya hundido, sin creer en s¨ª mismo, consciente de que su esfuerzo estaba siendo est¨¦ril, lo concedi¨® con un rev¨¦s sin fe que se le incrust¨® en la red.
Moy¨¤ se dej¨® caer entonces al suelo y todo el equipo espa?ol se fundi¨® en un gran abrazo del que nadie quer¨ªa desprenderse. La cancha central era una fiesta espa?ola. "He vivido unos d¨ªas incre¨ªbles en los que han pasado cosas tremendas", coment¨® Juan Carlos Ferrero tras su gran disgusto inicial por verse fuera de los partidos individuales; "era la Davis de Moy¨¤ y se la ha ganado. Ha ganado el punto decisivo y eso es lo que queda en la retina de todos. Ha estado incre¨ªble. Lo hizo muy bien. Y yo me voy de aqu¨ª finalmente con la satisfacci¨®n de haber jugado tres finales y de haber ganado dos". La euforia, s¨ª, lo desbord¨® todo.
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