A vueltas con los cuentos
Hace unos meses, en este mismo suplemento, C¨¦sar Aira, el gran escritor argentino, narraba su encuentro con una ni?a en un aeropuerto. Est¨¢n pasando el control para embarcar, y deben dejar sus equipajes de mano en el esc¨¢ner, pero cuando llega el turno de la ni?a ¨¦sta se niega a separarse de su mu?eca. Tratan de convencerla, pero todo resulta in¨²til y cuando finalmente le quitan la mu?eca la ni?a se sume en un llanto desesperado. Todos ven c¨®mo la mu?eca es arrastrada por la cinta transportadora hacia el oscuro interior de aquella m¨¢quina y c¨®mo, s¨®lo unos segundos despu¨¦s, aparece intacta por el otro lado, sin que esto llegue a tranquilizar a la ni?a, que sigue llorando con el desconsuelo del que teme que se haya producido un da?o irreparable.
Los verdaderos cuentos no tienen que ver con las falsas esperanzas. Les animan a ser atrevidos y curiosos
El adulto cuenta historias de dragones o brujas no por sadismo sino para ponerse de su lado
C¨¦sar Aira se imagina conmovido la angustia de la ni?a ante el hecho de tener que abandonar a su peque?a compa?era en las fauces de aquella m¨¢quina insaciable, y recuerda algo que le sucedi¨® a Franz Kafka. Se trata de una historia real que ha le¨ªdo en una biograf¨ªa del escritor checo. Kafka pasea por un parque y al ver a una ni?a llorando se acerca para consolarla. La ni?a, entre hipidos, le cuenta que ha perdido su mu?eca y ambos se ponen a buscarla. Como no dan con ella Kafka se aparta un momento y regresa cont¨¢ndole que la acaba de ver. Ten¨ªa mucha prisa por irse a recorrer el mundo y le ha pedido que le diga que no se preocupe, ya que la escribir¨¢ todos los domingos. Enviar¨¢ las cartas a ese se?or tan amable y ¨¦l ser¨¢ el encargado de llev¨¢rselas. La ni?a escucha complacida a Kafka y se despide de ¨¦l hasta el domingo siguiente. Y en efecto, llega ese domingo, y Kafka y la ni?a vuelven a verse en el mismo lugar. Kafka lleva con ¨¦l la carta de la mu?eca, y la ni?a escucha arrobada su lectura. Y a esa primera carta le siguen otras nuevas en los sucesivos domingos, de forma que aquella correspondencia se transforma en un cuento maravilloso en que la mu?eca va pasando revista a sus aventuras por esos mundos de dios.
C¨¦sar Aira afirma que ese cuen
to perdido es el ¨²ltimo cuento infantil. Es m¨¢s, que Kafka fue en el fondo el ¨²ltimo escritor de cuentos de hadas, heredero de una estirpe que tuvo en el escritor dan¨¦s Hans Christian Andersen uno de sus m¨¢ximos representantes, como dando a entender que despu¨¦s de ¨¦l ya no es posible escribir cuentos para ni?os. Pero C¨¦sar Aira no explica qu¨¦ le lleva a pensar as¨ª. Es m¨¢s, resulta extra?o que haga una afirmaci¨®n semejante cuando lo que parece demostrar la escena del aeropuerto es que los ni?os de hoy siguen necesitando cuentos que les ayuden a sobrellevar la angustia presente en tantos momentos de su vida. En ese caso ?por qu¨¦ los adultos habr¨ªan de renunciar a invent¨¢rselos?
Todos los padres que tienen ni?os peque?os saben hasta qu¨¦ punto ¨¦stos pasan por m¨²ltiples momentos de zozobra y angustia, y est¨¢n esperando que alguien les ayude a comprender lo que les pasa. Puede que los cuentos no disipen esa angustia tan presente en el mundo infantil, pero ayudan a los ni?os a elaborarla, ofreci¨¦ndoles mecanismos para enfrentarse a ella. Por ejemplo, todos los ni?os tienen miedos. Miedo a la noche y su reino oscuro e indeterminado, miedo a los pasillos interminables de las casas, a los ruidos misteriosos. Y el miedo, claro, no tiene que ver con la raz¨®n. No cabe pues enfrentarse al miedo de un ni?o haci¨¦ndole ver que es absurdo y que no debe sentir algo as¨ª puesto que en una casa de ciudad, pongamos por caso, no es concebible que aparezca un le¨®n o un cocodrilo gigantesco s¨®lo con el prop¨®sito de devorarle. Negar lo razonable de ese sentimiento no le har¨¢ dejar de sentirlo, por lo que esa literatura encaminada a volver razonables a los ni?os es tan in¨²til como desafortunada. Pero bastar¨¢ con contarle una historia en que aparezcan dragones, sacamantecas o brujas malvadas para que el ni?o sienta un vivo inter¨¦s por lo que se le cuenta. Y el adulto le cuenta esas historias no por puro sadismo sino para ponerse a su lado. "Es l¨®gico que tengas miedo, le dice, pues la vida es dif¨ªcil y est¨¢ llena de cosas que no comprendemos, pero no te preocupes, tambi¨¦n hay aliados maravillosos, figuras que vendr¨¢n en nuestra ayuda y, sobre todo, facultades como la astucia, la voluntad o la imaginaci¨®n que nos permitir¨¢n burlar a esos fantasmas devoradores".
Es lo que hace Kafka. Kafka no
trata de convencer a la ni?a de que no tiene que llorar, haci¨¦ndole ver que esa mu?eca est¨¢ lejos de ser un ser vivo y que puede ser f¨¢cilmente sustituida por otra, sino que le dice que tiene raz¨®n en sentirse as¨ª, pero tambi¨¦n que las cosas casi nunca son como parecen y que si la mu?eca ha desaparecido puede que sea porque ha tenido algo importante que hacer. Y entonces se inventa que se ha tenido que ir a recorrer el mundo, y elabora el recurso de las cartas hasta que la ni?a est¨¦ en condiciones de aceptar que muchas veces en la vida tenemos que despedirnos de las cosas que amamos, lo que es muy distinto a perderlas, pues para que eso no suceda existe la memoria y la imaginaci¨®n.
Uno de los problemas de la llamada literatura infantil es que nadie cree en ella. Muchas veces ni siquiera los que supuestamente la practican. Tolkien se desesperaba cuando se le hablaba del ¨¦xito de su libro entre los j¨®venes, y Andersen siempre dese¨® triunfar como dramaturgo y novelista de adultos, y de hecho gritaba como un ni?o cuando fracasaba en los estrenos de sus obras para adultos. Lewis dec¨ªa que los libros deben escribirse no para gustar a nadie sino por el amor que el autor siente hacia la historia que cuenta. De forma que es imprescindible que el escritor ame lo que quiere decir, antes de pensar en los ni?os que supuestamente le van a leer. Pero, claro, tambi¨¦n tiene que pensar en los ni?os si es un cuento lo que quiere escribir. Y debe tener en cuenta su menor experiencia, y hacer un esfuerzo para ser comprendido por ellos. De hecho, gran parte de la mejor literatura infantil ha surgido como un acto de amor hacia un ni?o concreto. Es el caso de Barrie, de Carroll, que escribieron sus libros pensando en los ni?os que amaban, pero tambi¨¦n en el de Kafka. Puede que un psic¨®logo, al menos los de ciertas escuelas, no hubiera aprobado la actitud del escritor checo. Pensar¨ªa que enga?aba a la ni?a. Tendr¨ªa que haberle dicho que la mu?eca se hab¨ªa perdido, y ense?arle desde muy temprano que la vida era as¨ª de complicada, en vez de darle falsas esperanzas. Pero los verdaderos cuentos no tienen que ver con las falsas esperanzas. A¨²n m¨¢s los cuentos no s¨®lo querr¨¢n tranquilizar a los ni?os, sino que les animar¨¢n a que sean atrevidos y curiosos, pues los cuentos no han nacido para comentar la vida sino para completarla, ofreci¨¦ndoles territorios y opciones nuevas que tienen que aprender a explorar. Eso es m¨¢s o menos lo que Kafka con su historia le viene a decir a la ni?a. Que bien mirado lo extra?o es que ese juguete que se deja al pie de la cama durante la noche siga estando en el mismo lugar cuando nos despertamos. Una visi¨®n as¨ª nos hace ver los objetos del mundo desde una actitud de asombro, con los ojos en definitiva de los que ven su paso por el mundo como una aventura fugitiva, pero digna de ser vivida. ?sas son las lecciones de los cuentos. Chesterton nos recuerda algunas. La lecci¨®n de La Cenicienta es que s¨®lo los humildes pueden encontrar las llaves del jard¨ªn del amor; la de La bella y la bestia, que hay que amar las cosas antes de que se vuelvan amables; la de La bella durmiente, que todos los ni?os al nacer entre los dones de la bendici¨®n reciben la maldici¨®n de la muerte, y que la muerte puede desvanecerse hasta transformarse en un sue?o. No son malas lecciones, ?verdad? En ese caso ?por qu¨¦ los adultos renunciar¨ªan a ellas cuando est¨¢n al lado de los ni?os que aman?
Gustavo Mart¨ªn Garzo obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2004 con Tres cuentos de hadas (Siruela).
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