Howard Hughes, el lado oscuro del imperio
Martin Scorsese explica su fascinaci¨®n por el magnate que inspira la pel¨ªcula, "un hombre que quer¨ªa ser dios"
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Martin Scorsese lleg¨® una hora y cuarenta y cinco minutos tarde a su cita con los periodistas. El motivo: los ruidos de Madrid. El cineasta se mostr¨® indignado con el estruendo urbano y lo esgrimi¨® como excusa para justificar su retraso. El ruido le hab¨ªa puesto de los nervios. En medio de una entrevista para la televisi¨®n, el director de Taxi driver interrumpi¨® el di¨¢logo: "Lo siento, pero estos ruidos no me dejan concentrarme. ?Est¨¢n construyendo aqu¨ª otro hotel o qu¨¦?".
Scorsese (Queens, Nueva York, 1942) cerraba ayer en Madrid la gira europea de El aviador. Par¨ªs-Roma-Berl¨ªn y, por ¨²ltimo, Madrid. "No soporto volar, es una de las razones por las que nunca hab¨ªa venido a Espa?a. No lo soporto y por eso mismo me fascina. Analizar nuestras fobias es siempre muy aleccionador". Antes de la conferencia de prensa conjunta con su actor protagonista, Leonardo DiCaprio, el cineasta atendi¨® a varios grupos de periodistas. Quince minutos apretados para tandas de cinco.
"Fue un pionero del cielo, el ¨²nico territorio que entonces quedaba por conquistar"
"No soporto volar. Es una de las razones por las que no hab¨ªa venido a Espa?a"
Scorsese se pone de pie y saluda. Est¨¢ cansado de tanto viaje y lo deja ver educadamente. Bajito, con la raya del pantal¨®n y de la camisa perfectamente planchadas (siempre ha presumido de su gusto por la buena ropa), apunta con sus gafas de pasta tama?o Dr. Magoo y contesta veloz a las preguntas.
En su pa¨ªs dicen que El aviador es el Ciudadano Kane de Scorsese. ?Qu¨¦ le parece esta comparaci¨®n? El director responde con un brinco y una risotada: "?Por Dios, esa comparaci¨®n no me gusta nada! A Ciudadano Kane le deber¨ªamos poner velas. Montar una procesi¨®n a su paso. Todo me parece poco. Por Dios, no nos confundamos. Ciudadano Kane son palabras mayores".
Scorsese explica entonces su visi¨®n del magnate Howard Hughes. Como es habitual en su cine, lo que m¨¢s le interesa es la zona turbia del personaje. "Fue un pionero cuando ya no quedaban pioneros. Un pionero del cielo, que era el ¨²nico territorio que en aquellos a?os a¨²n quedaba por conquistar. Pero lo que m¨¢s me interesaba era la historia de un hombre que quer¨ªa ser dios. Pero un dios como los mitos griegos. Un dios destruido por sus propias debilidades. En realidad lo que me interesaba era la descomposici¨®n de ese dios. Su destrucci¨®n es el precio que tiene que pagar. Hughes era un hombre que quer¨ªa representar todas las virtudes humanas. Para m¨ª tiene que ver con el mito de ?caro, al que su padre le entreg¨® unas alas que adhiri¨® a sus hombros con cera. El padre de ?caro le advirti¨® a su joven e imprudente hijo que no volara demasiado alto, pero ¨¦l se sinti¨® due?o del mundo y quiso ir m¨¢s alto todav¨ªa. Se acerc¨® demasiado al sol y el calor derriti¨® la cera. Hughes no puede huir del monstruo porque ¨¦l es el monstruo. Representa el lado oscuro del imperio. Hughes es la ambici¨®n desmedida, la avaricia, la codicia...".
Para Scorsese, la teor¨ªa de Katharine Hepburn (as¨ª lo cuenta la actriz en sus memorias) de que todas las neurosis de Hughes nac¨ªan de su sordera y de su incapacidad para reconocerla en p¨²blico no es el de todo certera. "Hughes no reconoc¨ªa su sordera, entre otras razones porque en aquella ¨¦poca no era tan f¨¢cil diagnosticarla. Yo creo que s¨ª influy¨® en su aislamiento, en c¨®mo fue mermando su capacidad de comunicarse con los otros. Pero la sordera no fue la raz¨®n de su locura. Su cuerpo qued¨® terriblemente da?ado con los cuatro accidentes de avi¨®n que sufri¨®. Los da?os en el l¨®bulo frontal del cerebro le causaron graves secuelas. Creo que el an¨¢lisis de Hepburn era demasiado simplista".
Aunque existe una enorme documentaci¨®n sobre la vida de Hughes, incluidos los a?os finales que pas¨® recluido en un hotel de Las Vegas, y aunque se saben decenas de detalles escabrosos sobre sus man¨ªas (sus empleados no pod¨ªan comer ni queso ni ajo; tampoco pod¨ªan mirarle a los ojos, ni tocarle, ni dirigirle la palabra; les exig¨ªa no fumar, no beber y llevar el pelo corto; ten¨ªa un hombre encargado de matar las moscas que se acercaban a ¨¦l; orinaba en botellas de cristal que luego guardaba), Scorsese afirma que El aviador tambi¨¦n recurre a pasajes de ficci¨®n. "Creo que la pel¨ªcula mantiene la verdad emocional, pero el guionista John Logan ha introducido algunas licencias de ficci¨®n que a m¨ª me parecen correctas. Por ejemplo, el encuentro entre Hepburn y Spencer Tracy no fue as¨ª. Est¨¢ inventado. Ni siquiera sabemos si Hepburn acudi¨® a ayudar a Hughes en su primera crisis nerviosa. ?Y qu¨¦ importa? Fueron tantas crisis y Hepburn siempre fue una buena amiga. Sabemos que se apreciaban. Hughes, en las horas bajas de Hepburn como actriz, la ayud¨® a comprar los derechos de la obra que relanzar¨ªa su carrera: Historias de Filadelfia. Con Ava Gardner es m¨¢s ambiguo. Ella niega en sus memorias que se hubieran acostado. Pero lo cierto es que durante 22 a?os fueron amigos. A m¨ª, la verdad, me extra?a que no se acostaran. Por cierto, apenas a?ad¨ª nada al gui¨®n, pero s¨ª me permit¨ª incluir la bofetada que Ava Gardner le da a Hughes".
Scorsese se identifica con el lado meticuloso y obsesivo del trabajo de Hughes. "Cuando Hughes quiere 26 c¨¢maras en lugar de 24 para rodar un plano, lo entiendo perfectamente, pero tambi¨¦n entiendo el consejo que le da Louis B. Mayer: 'Chico, gu¨¢rdate el dinero de tu padre y g¨¢statelo en otra parte'. Les aseguro que no es un mal consejo".
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