Buenas intenciones
Stanley Kubrick, jud¨ªo e inteligente, negaba que La lista de Schindler fuese en realidad una pel¨ªcula sobre el Holocausto: "Es otra m¨¢s de las pel¨ªculas americanas sobre el triunfo", le dijo, desde?oso, a su ¨²ltimo guionista, Frederic Raphael, quien lo dej¨® consignado en un libro jugoso sobre el rodaje de Eyes wide shut. Y si la pel¨ªcula de Steven Spielberg es, efectivamente, un discurso no sobre los millones que murieron, sino la glorificaci¨®n de las pocas docenas que se salvaron por la acci¨®n de un hombre, otro tanto se puede decir de este El c¨®nsul Perlasca, un producto televisivo italiano hecho a mayor gloria de un hombre olvidado, pero mucho m¨¢s heroico que el Schindler de Spielberg: ¨¦l no se lucr¨® en nada con su acci¨®n y arriesg¨® mucho m¨¢s la vida que el alem¨¢n. Pero cualquier otro parecido entre ambos filmes, no obstante, se basa s¨®lo en el hecho de que ambos han sido rodados en celuloide. Punto.
EL C?NSUL PERLASCA
Direcci¨®n: Alberto Negrin. Int¨¦rpretes: Luca Zingaretti, Amanda Sandrelli, Franco Castellano, Jerome Anger Gy?rgu Cserhalmi. G¨¦nero: drama hist¨®rico. Italia, 2002. Duraci¨®n: 95 minutos.
Personaje hist¨®rico redescubierto en 1988, condecorado por el Gobierno israel¨ª y objeto de una biograf¨ªa, La banalidad del bien, escrita por Enrico Deaglio en 1992 (y base de esta pel¨ªcula), el funcionario italiano Giorgio Perlasca estaba en el momento equivocado y en el lugar equivocado (Budapest, II Guerra Mundial, deportaci¨®n masiva de jud¨ªos hacia los campos de exterminio) cuando, seg¨²n parece (en esto, como en tantas otras cosas, la pel¨ªcula no es m¨¢s expl¨ªcita), se dej¨® arrastrar por su buen coraz¨®n y, mediante multitud de artima?as de todo tipo -algunas amparadas por el embajador espa?ol, Sanz Briz-, se dedic¨® a salvar a cuantos jud¨ªos pudo de la criminal acci¨®n de las germanas SS y de sus adl¨¢teres h¨²ngaros.
Todo luce correctamente n¨ªtido en el filme, que parece m¨¢s hecho para el disfrute (es un decir) televisivo que para ser exhibido en la gran pantalla. H¨¦roe inmaculado, jud¨ªos sufrientes, alemanes como lobos hambrientos (y corruptos) y h¨²ngaros que no le van a la zaga. Todo est¨¢ aqu¨ª claro, restallantemente claro: qui¨¦nes son los buenos, qui¨¦nes los malos, y el resto sencillamente no est¨¢. Es un discurso de vuelo corto, cargado de buenas intenciones, rodado con funcionarial eficacia e impactantemente lacrim¨®geno cuando toca. Pero, ?qui¨¦n se atreve a atacar la correcci¨®n pol¨ªtica de una pel¨ªcula que nace para vindicar a un h¨¦roe de carne y hueso? En todo caso, s¨ª hay que lamentar una cosa: que la RAI no se hubiera fijado en otro director distinto del cansino, previsible, sopor¨ªfero Alberto Negrin para encargarle la tarea.
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