"Mis padres no conocen a sus dos nietos espa?oles"
Aziz Abiat habl¨® ayer con su madre, que le llam¨® desde su casa de Bel¨¦n para decirle que ya pod¨ªa volver a casa. Aziz est¨¢ en el peque?o sal¨®n de su casa en el barrio de Delicias de Zaragoza y junto a ¨¦l juega Dikra, una preciosa ni?a de dos a?os y cuatro meses. "Naci¨® aqu¨ª. Su nombre significa recuerdo", explica Aziz. Tambi¨¦n en Espa?a ha nacido Musab, el beb¨¦ de 6 meses: "Est¨¢ malito porque le est¨¢n saliendo los dientes. Son los dos espa?oles, han nacido en el Cl¨ªnico de Zaragoza. Mis padres no los conocen". Su mujer, Rima, sonr¨ªe mientras trata de calmar al peque?o.
Aziz se ha resistido a hablar, el s¨¢bado no acababa de creerse que Israel dejaba regresar a los deportados de la iglesia de la Natividad de Bel¨¦n. En esa bas¨ªlica Aziz permaneci¨® encerrado durante casi un mes y medio, en abril de 2002, junto con otras 250 personas que hu¨ªan de una ofensiva israel¨ª.
Rima, la esposa de Aziz, apenas habla espa?ol. Estudia espa?ol en la Escuela de Idiomas y es profesora de ¨¢rabe. Aziz es farmac¨¦utico, trabajaba en un hospital en Bel¨¦n. Ha querido hacer el doctorado en Espa?a y muestra el t¨ªtulo convalidado de su licenciatura. "Pero no me han dejado moverme de Zaragoza y trasladarme a Madrid".
Aziz tiene muy claro sus recuerdos de hace tres a?os, cuando sali¨® del aeropuerto Ben Guri¨®n de Tel Aviv y aterriz¨® en Chipre; cuando el ahora ministro espa?ol de Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, entonces enviado de la Uni¨®n Europea para Oriente Pr¨®ximo, habl¨® con ellos, cuando le dijeron que su destino ser¨ªa Espa?a...
"Llegamos a Lubia, un pueblo de Soria, donde viv¨ªamos en una casa en el monte, aislados de todo". A los dos meses, cuando Rima estaba ya embarazada de siete meses, lleg¨® a Soria. Luego el destino fue Zaragoza.
"Al principio ten¨ªamos el estatuto de exilados, pero somos deportados a la fuerza. El principio fue muy duro, aislados en el monte, lejos de todo. Ten¨ªamos que ir cada semana a la polic¨ªa, todos los lunes firm¨¢bamos. Hemos protestado en Madrid y luego rechazamos ir a la polic¨ªa y desde entonces nos llaman por tel¨¦fono, nos controlan en casa".
En tres a?os no han dejado de acordarse de su tierra y los suyos. "Mi padre, mi madre, mis cinco hermanos nos esperan con el coraz¨®n ardiendo por ver a los ni?os. Pero no sabemos cu¨¢ndo podremos regresar. A¨²n no se sabe cu¨¢ndo ser¨¢ la vuelta", concluye Aziz.
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