Cientos de miles de fieles corean "Santo subito"
Los asistentes al funeral piden en la plaza de San Pedro la inmediata canonizaci¨®n de Wojtyla
En las dos horas y media que dur¨® el funeral del papa Juan Pablo II, las 300.000 personas que se congregaron en la plaza de San Pedro interrumpieron en 13 ocasiones con sus aplausos la homil¨ªa. Como una ola, los aplausos se iban extendiendo despu¨¦s sobre los otros 300.000 peregrinos que, seg¨²n las cifras de Protecci¨®n Civil, se hab¨ªan congregado en las calles pr¨®ximas a la plaza de San Pedro. Durante el m¨¢s largo de todos los aplausos, el que se produjo sobre las doce de la ma?ana, los fieles corearon dos palabras durante al menos 10 minutos: "Santo subito", que significa "Santo enseguida", en italiano. A ratos gritaban "Santo subito" y a ratos "?Santo, Santo, Santo...!
Las palabras del p¨²blico no llegaban con nitidez desde la plaza a los o¨ªdos de los peregrinos que se encontraban en la avenida de la Conciliaci¨®n, anexa a la plaza, pero el sonido de los aplausos, s¨ª. Las pantallas gigantes mostraban en esos momentos vistas a¨¦reas de la propia multitud. Algunos peregrinos aprovechaban para que sus amigos o parejas les hiciesen alguna foto mientras aplaud¨ªan. Otros, s¨®lo dejaban de aplaudir para secarse las l¨¢grimas.
Hab¨ªa varias pancartas, tanto en la plaza como en las calles aleda?as, que ped¨ªan la santificaci¨®n del Papa. Hasta el d¨ªa del funeral, las banderas que destacaban entre el p¨²blico que rindi¨® tributo a Karol Wojtyla eran las italianas. Pero ayer predominaron las polacas. El servicio italiano de Protecci¨®n Civil estima que ayer hab¨ªan llegado unos 300.000 polacos a Roma. Muchos de ellos llegaron directamente del autob¨²s al funeral, despu¨¦s de m¨¢s de 25 horas de viaje. Otros, durmieron en la propia plaza y en las calles aleda?as. Llegaban vestidos con ropas notablemente m¨¢s baratas que las de los creyentes que hab¨ªan copado la plaza en los d¨ªas anteriores. Ven¨ªan muchos de ellos provistos de radio para escuchar la traducci¨®n en polaco que ofrec¨ªa la emisora del Vaticano.
La ma?ana se levant¨® nubosa y con mucho viento. En la explanada del Circo M¨¢ximo, uno de los 11 puntos donde se hab¨ªan instalado dos de las 27 pantallas gigantes que hab¨ªa ayer en Roma, miles de j¨®venes escuchaban en silencio la retransmisi¨®n de la misa. Algunos, a¨²n tendidos en sus sacos de dormir. Marta Zubrzycka, estudiante de filosof¨ªa, de 21 a?os, hab¨ªa viajado en autob¨²s durante 28 horas desde Varsovia. Escuchaba en pie la misa por unos auriculares, junto a la tienda de campa?a que instal¨® con sus cuatro amigos. Y miraba a una de las dos pantallas. "Antes de salir de Polonia ya sab¨ªamos, porque lo hab¨ªan estado anunciando por la tele, que se retransmitir¨ªa la misa en polaco por la radio. Nosotros preferimos estar aqu¨ª, alejados de la plaza de San Pedro, para concentrarnos m¨¢s en la oraci¨®n", dec¨ªa. "El Papa nos ense?¨® c¨®mo conseguir la libertad y despu¨¦s c¨®mo hacer uso de ella", a?adi¨®.
En la explanada se vend¨ªan camisetas con la imagen del Papa a cinco euros; biograf¨ªas a siete euros; su testamento, a noventa c¨¦ntimos. Hab¨ªa varios curas sentados sobre la hierba o sobre paquetes de botellines de agua. Cada uno de ellos, con un cart¨®n delante donde anunciaban los idiomas en que pod¨ªan confesar. Italiano, ingl¨¦s, franc¨¦s, espa?ol, polaco, eslovaco... Delante de algunos hab¨ªa colas de hasta diez personas. El sacerdote Emilio Gal¨¢n, de Girona, reconoc¨ªa que hab¨ªa ido a la explanada porque en las inmediaciones de San Pedro le hab¨ªa sido imposible. "He madrugado, pero los peregrinos han madrugado m¨¢s". A su lado, el sacerdote Luis Navarro, de 50 a?os y natural de San Sebasti¨¢n, comentaba que ¨¦l hab¨ªa ido a las siete menos cuarto de la ma?ana a la plaza y se hab¨ªa tenido que buscar tambi¨¦n otro sitio. Navarro cree que el tratamiento tan extenso que los medios han dado a la muerte del Papa no explica por s¨ª s¨®lo la afluencia tan masiva de gente. "Muchos se han pasado 15 horas en la cola sin quejarse de nada y eso no lo aguanta nadie si no hay algo muy grande detr¨¢s. Y lo que hay detr¨¢s es Dios".
En la plaza de San Pedro, cuatro j¨®venes croatas comentaban que hab¨ªan llegado all¨ª despu¨¦s de viajar durante toda la noche en autob¨²s. Poco despu¨¦s de terminar el funeral volver¨ªan a subir, de regreso a casa. "El Papa viaj¨® tres veces a Croacia. En nuestro pa¨ªs es muy querido. Tal d¨ªa como hoy, pero hace seis a?os, nosotros cuatro vinimos aqu¨ª a verlo. Ha sido el primer Papa en bajar a la tierra, le gustaba re¨ªr y hablar con la gente, como nos gusta al resto de los humanos. Yo creo que no habr¨¢ otro igual".
La mayor¨ªa de los polacos en la plaza o¨ªan la misa al lado de sus mochilas y sus sacos de dormir. Otros deambulaban con sus maletas de rueda. Hab¨ªa algunos polacos de m¨¢s edad que atend¨ªan la misa desde sus peque?as hamacas playeras, con la radio sobre el regazo, oyendo la traducci¨®n a su idioma. Y hab¨ªa fieles que rezaban de rodillas, en aparente recogimiento, rodeados de fot¨®grafos. Alg¨²n sacerdote tomaba confesi¨®n de pie, y proteg¨ªa sus palabras tap¨¢ndose la boca con la estola roja que le colgaba del cuello.
Durante la misa s¨®lo se o¨ªa el zumbido de los helic¨®pteros y el ulular de alguna ambulancia al fondo. La Cruz Roja sostiene que atendi¨® a 300 personas. Al final, en el campamento de Tor Vergata, el de m¨¢xima capacidad habilitado por las autoridades italianas, s¨®lo durmieron 5.000 personas. Y 350 en los almacenes de ferrocarriles. La mayor¨ªa de los asistentes al funeral durmi¨® en la plaza o en la calle de la Conciliaci¨®n. ?se fue el caso de unos 20 j¨®venes del colegio Los Olmos, en Madrid. "Y esta noche dormimos en el aeropuerto", dec¨ªa Rodrigo Tamayo, uno de ellos. "Ha merecido la pena. Un cristiano tiene que estar aqu¨ª en este momento". Que se viera el funeral en una pantalla era un dato sin relevancia. "Lo importante", dec¨ªa una mujer que hab¨ªa venido con su marido, sus hijos y otras dos familias desde Barcelona, "es que quer¨ªamos estar con el Papa".
En las vistas a¨¦reas de televisi¨®n se observaban ciertos zonas de la plaza de San Pedro despobladas. La raz¨®n era muy simple: las pantallas quedaban demasiado adelante o demasiado atr¨¢s, con lo cual no se ve¨ªa nada y la gente prefer¨ªa retrasarse, ya que la polic¨ªa no permit¨ªa seguir avanzando. Los fieles abarrotaron otras plazas de Roma donde se hab¨ªan instalado varias pantallas gigantes.
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