El despegue azulgrana
Los barcelonistas recuerdan el triunfo del curso pasado en el Bernab¨¦u como el punto de inflexi¨®n para llegar a ser ahora los favoritos del campeonato
El Bar?a llega al Bernab¨¦u 350 d¨ªas despu¨¦s de su ¨²ltima visita. Han pasado 34 partidos de Liga en los que ha sumado 15 puntos m¨¢s que el Madrid; Rijkaard sigue en el banquillo azulgrana mientras en el blanco ya no est¨¢n Queiroz, Camacho o Garc¨ªa Rem¨®n, sino Luxemburgo, y Eto'o es el pichichi con la zamarra del l¨ªder. Las circunstancias son tan diferentes que el Bar?a llegaba entonces con el objetivo de ser segundo, pues estaba a cuatro puntos del Madrid, y ahora aspira a sentenciar el torneo.
"Es el mismo mes, casi la misma semana, pero la realidad de los dos equipos es muy diferente", apunta Xavi, autor del solemne gol que dio la victoria al Bar?a. Aquel tanto naci¨® en la cabeza de Ronaldinho d¨ªas antes de viajar a Madrid. "Lo recuerdo", relata el brasile?o; "una ma?ana, en el campo de entrenamiento, hablamos de esa posibilidad, de que ¨¦l rompiera y yo le mandara la pelota por encima de los centrales". "La jugada sali¨® perfecta", corrabora el catal¨¢n; "cuando pas¨¦ el bal¨®n por encima de Casillas, pens¨¦ que alg¨²n defensa llegar¨ªa a tiempo. Cuando toc¨® la red, me volv¨ª loco". Poco acostumbrado a celebrar goles propios -aqu¨¦l fue el cuarto y ¨²ltimo del curso-, Xavi reconoce que se paraliz¨®: "No sab¨ªa qu¨¦ hacer: si salir corriendo para abrazarme con la gente del banquillo o qu¨¦. En ¨¦sas, lleg¨® Kluivert, me estruj¨® y, con su abrazo, qued¨¦ inmovilizado".
Xavi, tras su gol: "No sab¨ªa si salir corriendo o qu¨¦. En ¨¦sas lleg¨® Kluivert y me estruj¨®"
Xavi deb¨ªa quedarse aquella noche en Madrid porque estaba convocado para la selecci¨®n espa?ola, pero decidi¨® regresar a Barcelona con el equipo: "Entre lo que cost¨® salir del aeropuerto y la excitaci¨®n, volv¨ª al d¨ªa siguiente a Madrid sin pegar ojo". Tres mil personas aguardaban de madrugada en El Prat a sus h¨¦roes. "De aquella noche guardo en mi memoria el gol de Xavi y la sensaci¨®n de que el equipo hab¨ªa recuperado la ilusi¨®n y la capacidad de movilizaci¨®n para la causa del barcelonismo", reconoce Joan Laporta, el presidente del Bar?a. Fue ¨¦l quien, tras hora y media de espera en el vest¨ªbulo del aeropuerto y desoyendo los consejos de la seguridad, orden¨®: "Abrid las puertas. Todos juntos, detr¨¢s de m¨ª". Uno tras otro, fueron engullidos por la masa. Todos menos Rijkaard, quien sali¨® por otra puerta. "Si ganamos este a?o, habr¨¢ gente esper¨¢ndonos en la pista", brome¨® anteayer Van Bronckhorst; "fue impresionante".
Rijkaard tampoco olvida. Ni el partido -"jugamos una gran segunda parte"- ni el recibimiento: "Lo mejor fue la alegr¨ªa de la gente". El t¨¦cnico hab¨ªa mantenido incluso su frialdad cuando entraron al vestuario Laporta y el vicepresidente Rosell. "Es la ¨²ltima vez que les he visto juntos de buen rollo", recuerda un directivo que se sorprendi¨® tanto como los jugadores al escuchar de Laporta: "Habr¨¢ un premio especial". "Empezaba a ser costumbre", se lamenta un miembro del consejo, "que decidiera sin consultar".
Volaron botellas de agua y alguna impact¨® en el televisor que Tahamata, uno de los utilleros, se hab¨ªa llevado para ver la segunda parte en el camerino. All¨ª, entre alegr¨ªas, Rijkaard y el secretario t¨¦cnico, Txiki Begiristain, empezaron a perfilar la plantilla actual. "Aquellos 90 minutos dieron para mucho", recuerda Txiki; "consolidamos algunas teor¨ªas", entre otras, la necesidad de un ariete como Larsson.
La sonrisa tranquila de Rijkaard contrast¨® con la alegr¨ªa desbordadante de Luis Enrique, que, a buen seguro, se las ingeniar¨¢ en Brisbane (Australia), donde vive, para ver el partido de esta noche. El asturiano sab¨ªa que era su ¨²ltima actuaci¨®n en el Bernab¨¦u. "No pod¨ªa irse del Bar?a sin ganar en Madrid", asever¨® Puyol, que, antes de abandonar el vestuario en muletas, recibi¨® la visita de Figo para interesarse por su lesi¨®n. "La expulsi¨®n de Figo fue determinante", reconoce Eusebio; "en la ¨²ltima media hora fuimos superiores, pero en el primer tiempo tuvimos suerte". Lo corrobora Unzu¨¦: "Vald¨¦s nos salv¨®". Tan bien lo hizo el portero y el equipo que ganaron el partido y Oleguer concluy¨® "Las cosas empiezan a cambiar". "Es el rival, el enemigo deportivo que has visualizado siempre, y ganarle te hace muy feliz", recuerda el central; "es tan bonito que resulta imposible explicarlo". Y remacha: "Justo como el amor".
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