Globalizaciones
La globalizaci¨®n en materia cultural, y espec¨ªficamente en la danza, comenz¨® hace mucho, antes de que los te¨®ricos modernos se pusieran al tajo de explicar por qu¨¦ hab¨ªa que "globalizar" lo que ya era un globo. El ballet empez¨® su particular cruzada globalizadora por la t¨¦cnica y su desarrollo calist¨¦nico en los a?os cincuenta del siglo XX, y de ah¨ª, en los a?os setenta, pas¨® una insensata tabla rasa o rodillo sobre los aspectos creativos del g¨¦nero (de paso, se merend¨® los estilos interpretativos, de los que hoy apenas quedan trazas). Y se despert¨® a la vez una lucha despiadada entre sectores dominantes. El resultado: hoy no s¨®lo se baila igual en casi todas partes, sino que adem¨¢s se baila peligrosamente lo mismo o muy parecido hasta el aburrimiento. Muchos viven de la modesta imitaci¨®n de los grandes, como es el caso de esta compa?¨ªa sueca, casi escolar por la media de edad de sus componentes y por un aire biso?o de meritorios que sonroja.
Ballet de la ?pera de Gotemburgo
Quart 10: ?rjan Anderson / Dimitri Shostak¨®vich. Left unsaid: N. Fonte / Bach. J. Edna and mother Tolson: J. de Frutos / J. E. Hoover y otros. Director: Kevin Irving. Teatro de Madrid, 16 de abril.
La obra de ?rjan Andersen es pobre en lo coreogr¨¢fico, con una exposici¨®n larga en exceso a la que la m¨²sica le queda holgada y, junto a la escenograf¨ªa, se comen la indiferente acci¨®n bailada. Los m¨²sicos del Klara Quartet tampoco estuvieron a la altura de la enjundiosa profundidad que exige la partitura. Como en las otras piezas, lo que vemos se parece a otras obras, a otros creadores, a otras est¨¦ticas.
La pieza de Nicolo Fonte clama por su falta absoluta de originalidad, vulgarizando a Bach en un imp¨²dico calco de Forsythe primero y de Kilian despu¨¦s. En la primera parte, usa el mismo grupo que Forsythe: una mujer y tres hombres y una partita de Bach, con casi las mismas figuras y las mismas rupturas que en Steptext. ?Es eso necesario para acceder al olimpo globalizado, para estar entre los elegidos del circuito de poder? Se salva en algunas cosas Javier de Frutos, el talentoso venezolano que ahora soslaya de su biograf¨ªa su paso por Espa?a, sobre todo Valencia y Barcelona, donde trabaj¨® y expuso sus primeros trabajos en solitario y donde en realidad empez¨® a sonar su nombre; la obra, casi incomprensible, recuerda el tremendismo de Michael Clark y la obsesiva din¨¢mica de los a?os ochenta: ?coreograf¨ªa vintage? Habr¨ªa que ponerse a estudiarlo. Tambi¨¦n es t¨ªpico de esta est¨¦tica mirar hacia atr¨¢s cuando le conviene.
Fue de agradecer que los artistas hagan estas funciones tras haber tenido que suspender el estreno por una intoxicaci¨®n alimentaria de un grupo de sus miembros. Aun as¨ª, se les vio con br¨ªo, y ese encanto juvenil que hac¨ªa olvidar lo insustancial de lo que hac¨ªan.
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