Los cardenales se encierran en c¨®nclave para elegir al primer papa del siglo XXI
Los prelados han negociado y conversado estos d¨ªas sobre el perfil del futuro pont¨ªfice
Los cardenales han dedicado m¨¢s de dos semanas al duelo por Juan Pablo II, a la oraci¨®n y a un debate afectuoso y reservado sobre los problemas de la Iglesia cat¨®lica. ?sa es la versi¨®n oficial. La realidad es un poco m¨¢s compleja. Los cardenales se han informado, han negociado, han conversado sobre el perfil que deber¨ªa tener el nuevo pont¨ªfice. Hoy se re¨²nen a las 16.30 en c¨®nclave para tomar una decisi¨®n important¨ªsima, la elecci¨®n del primer Papa del siglo XXI, en la que el Esp¨ªritu Santo, como explic¨® Joseph Ratzinger en 2001, "s¨®lo garantiza que el resultado no ser¨¢ una ruina total".
La historia de los dos c¨®nclaves anteriores permite hacerse una idea de qu¨¦ suceder¨¢ desde el momento en que, tras los juramentos de guardar secreto, se pronuncie en la Capilla Sixtina la frase ritual extra omnes (todos fuera) y los pr¨ªncipes de la Iglesia se queden solos. Aunque ¨¦ste es un c¨®nclave peculiar. La ley del silencio impuesta por el decano de los cardenales, el alem¨¢n Joseph Ratzinger, ha impedido que, como en otras ocasiones, la campa?a electoral se realizara en parte a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. Esta vez la ¨²nica v¨ªa de expresi¨®n han sido las homil¨ªas. Fue el propio Ratzinger quien marc¨® el tono del segundo c¨®nclave de 1978 con una entrevista concedida a un diario alem¨¢n en la que advert¨ªa a los dem¨¢s cardenales de que deb¨ªan resistirse a las presiones favorables a "una apertura a la izquierda" y a "un compromiso hist¨®rico con el comunismo".
Pese a la inusual discreci¨®n, forzada en parte por la omnipresencia de las c¨¢maras de televisi¨®n y los micr¨®fonos, los tanteos previos habr¨¢n sido esta vez similares a los de siempre. Cuando quieren ser vistos, los cardenales acuden a restaurantes como L'Eau Vive, cercano a la plaza de San Eustaquio y regentado por monjas belgas; para almuerzos m¨¢s discretos prefieren los refectorios de centros religiosos o el interior del Vaticano.
El propio Angelo Roncalli, Papa que tom¨® el nombre de Juan XXIII, contaba que en v¨ªsperas de su elecci¨®n, durante los novendiales dedicados a P¨ªo XII, recibi¨® la visita de un cardenal de la curia, Giuseppe Pizzardo. Era el 17 de octubre de 1958, y Pizzardo pregunt¨® a Roncalli sobre el arzobispo de Mil¨¢n, Giovanni Battista Montini. Pizzardo quer¨ªa garant¨ªas de que Roncalli, si fuera elegido, no colocar¨ªa a Montini, temido reformista anticurial, al frente de la Secretar¨ªa de Estado. Roncalli respondi¨® con astucia: "?C¨®mo podr¨ªa ser secretario de Estado un hombre no deseado por los cardenales de la curia?". Ya como Juan XXIII, mantuvo el exilio milan¨¦s de Montini, pero su primera decisi¨®n fue nombrarle cardenal. Montini fue cinco a?os despu¨¦s su sucesor, con el nombre de Pablo VI.
El cardenal Giuseppe Siri, que acudi¨® al primer c¨®nclave de 1978 como jefe de filas de los dogm¨¢ticos-conservadores y era el gran favorito para la sucesi¨®n de Pablo VI (salvando las distancias, el papel que ahora podr¨ªa representar Joseph Ratzinger), cont¨® en su biograf¨ªa oficial que durante los novendiales se reuni¨® con los cardenales Vagnozzi y Palazzini. "Pidieron que me definiera respecto a mi propia candidatura", dijo al bi¨®grafo. Siri acept¨® y empez¨® a prepararse para ocupar la c¨¢tedra de San Pedro.
Pero en el otro frente, el reformista-progresista, tambi¨¦n se maniobraba. Giovanni Benelli, principal colaborador de Pablo VI y l¨ªder de quienes deseaban proseguir por la v¨ªa del Vaticano II, se autoexcluy¨® de la competici¨®n y recomend¨® a los suyos que votaran al patriarca de Venecia, Albino Luciani, un candidato de perfil m¨¢s difuminado y m¨¢s propicio a recoger consensos. En la primera votaci¨®n, celebrada el 26 de agosto, Siri obtuvo 25 votos; Luciani, 23; Pignedoli, 18; Baggio, 9, y Koenig, 8, seg¨²n datos recogidos en el libro El futuro Papa, por el vaticanista Peter Hebblethwaite.
La segunda votaci¨®n dibuj¨® una tendencia clara: Luciani se puso en cabeza con 53 votos, Siri baj¨® a 24, Pignedoli descendi¨® a 15 y en la lista entr¨® Wojtyla, con 4. Antes de la tercera votaci¨®n, vespertina, el cardenal Taranc¨®n reuni¨® en su dormitorio a otros reformistas, como Koenig, Alfrink, Cordeiro y Suenens, y se produjo un cierre de filas definitivo. A la tercera se alcanz¨® la necesaria mayor¨ªa de dos tercios para Luciani, quien, al parecer, reclam¨® antes de aceptar un voto de confirmaci¨®n en el que arras¨®. Eso permiti¨® a Radio Vaticano anunciar al mundo que Juan Pablo I hab¨ªa sido elegido "casi por aclamaci¨®n".
Dos pesos pesados
Joseph Aloysius Ratzinger y Carlo Maria Martini nacieron el mismo a?o, 1927. Ambos poseen una gran autoridad intelectual, dedicada a la teolog¨ªa en el caso de Ratzinger, y a los estudios b¨ªblicos en el caso de Martini.
Un sondeo realizado en 2001 entre 57.000 cat¨®licos revel¨® que eran los dos cardenales m¨¢s populares, con el 32% Martini y el 28% Ratzinger. Ese mismo 2001, cuando Martini cumpli¨® 75 a?os y anunci¨® que se retiraba a Jerusal¨¦n, Ratzinger declar¨®: "El deseo del cardenal Martini de dedicarse a meditar y orar es id¨¦ntico al m¨ªo".
Los dos grandes purpurados, de vidas casi paralelas, nunca han trabajado juntos y se han tratado relativamente poco. Y, sin embargo, llevan casi cuatro d¨¦cadas enzarzados en un combate fraternal y dur¨ªsimo. Martini lucha para cambiar la Iglesia. Ratzinger, para impedirlo.
Hoy se encontrar¨¢n por primera vez en un c¨®nclave. El alem¨¢n, con la experiencia de los dos anteriores de 1978 y todo el respaldo de la curia vaticana, encarna el conservadurismo. El italiano, que era rector de la Pontificia Universidad Gregoriana en 1978, carece de apoyos curiales, est¨¢ enfermo y es el s¨ªmbolo reformista. Despu¨¦s de tantas pol¨¦micas a distancia, el ¨²ltimo choque entre Ratzinger y Martini ser¨¢ cara a cara.
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