Una obra maestra del fugitivo amor
Annibale Carracci: Venus, Adonis y Cupido, re¨²ne una decena de pinturas que giran en torno al maravilloso cuadro del pintor bolo?¨¦s, sus antecedentes y sus consecuentes. Nacido en 1560 en Bolonia y muerto en 1609 en Roma, a¨²n hoy, si cabe, la intensa y fastuosa personalidad de Annibale Carracci, el ¨²nico que pudo plantar cara a Caravaggio en la estremecedora Roma de 1600, busca el reconocimiento p¨²blico que se merece.
En este sentido, es maravillosa la iniciativa del Museo del Prado de exhibir su obra, Venus, Adonis y Cupido, fechada ahora con mayor certeza entre 1588 y 1590, junto a otras, tambi¨¦n propiedad de la instituci¨®n, que tratan este mismo tema, realizadas por artistas de tanta enjundia como Parmigianino, Tiziano o Veron¨¦s, junto a otros, de menor renombre, como Scaramuccia, Esteve o Moles, que estamparon la imagen. Comisariada por Andr¨¦s ?beda de los Cobos, jefe de Conservaci¨®n de Pintura Italiana y Francesa del Prado, esta sucinta, pero admirable, muestra nos aporta este gran ¨®leo, de 212¡Á268 cent¨ªmetros, tras su reciente restauraci¨®n en los talleres de la pinacoteca madrile?a, que as¨ª luce sus mejores galas pict¨®ricas, las que no desmerecen en compa?¨ªa de sus ilustres precedentes antes citados.
ANNIBALE CARRACCI: VENUS, ADONIS Y CUPIDO
Museo del Prado
Paseo del Prado, s/n. Madrid
Hasta el 17 de julio
Junto a estos cuadros se exhiben tambi¨¦n cuatro grabados y dos dibujos preparatorios realizados por Carracci para la obra que titula esta muestra, adem¨¢s de documentaci¨®n del proceso de restauraci¨®n al que fue sometida la obra y que ha deparado m¨¢s de una sorpresa a los especialistas.
Admirado por sus competen
tes contempor¨¢neos como uno de los m¨¢s grandes artistas, sobre todo, tras instalarse en Roma en 1595, donde pint¨® la b¨®veda del palacio Farnese, Annibale Carracci fue v¨ªctima de esta gloria, que, paulatinamente, fue malentendida como si se tratara de un ecl¨¦ctico acomodaticio, que s¨®lo se apropi¨® de las maneras de Correggio, Tiziano o Veron¨¦s.
El m¨¢s destacado miembro de una familia de pintores, junto a su hermano Agostino, su primo Ludovico y su sobrino Antonio, Annibale Carracci, tras una profunda meditaci¨®n art¨ªstica en su Bolonia natal, llevada a cabo en el cr¨ªtico momento del ¨²ltimo tercio del conflictivo siglo XVI, no s¨®lo no fue lo que hoy entendemos como que merece ser considerado como un ser apasionado, que, tras sumergirse en el naturalismo contrarreformista m¨¢s radical, abri¨® el luminoso horizonte del clasicismo barroco, en cuya fuente bebieron los mejores pintores italianos y extranjeros de la primera mitad del XVII, como Domenichino y Reni, sus disc¨ªpulos, pero tambi¨¦n, entre otros, Poussin, Lanfranco, Cortona y Sacchi.
Fue el brit¨¢nico Denis Mahon, que, por cierto, ya con alta edad, prologa el cat¨¢logo de esta muestra, el primero en desenredar la madeja de la viva pol¨¦mica art¨ªstica de esa Roma de 1600, mostr¨¢ndonos el verdadero sentido de la urdimbre de las posturas entonces enfrentadas, que dirim¨ªan la supervivencia de la pintura.
Enfrentado el tardomanierismo agonizante, pero tambi¨¦n habiendo superado el bravo naturalismo de sus inicios, Annibale Carracci supo mirar en direcci¨®n a Venecia, donde Tiziano demostr¨® la compatibilidad entre realismo, suntuosidad y sensualidad, sin que por ello cayera en un abismo la herencia del Renacimiento.
Pero la exposici¨®n que comentamos no se limita a poner en justo valor la soluci¨®n de Annibale Carracci a tan delicado callej¨®n sin salida pict¨®rico, por lo cual fue llamado a Roma por el cardenal Odoardo Farnese, sino que nos adentra en un tema iconogr¨¢fico de fuste: el de los amores entre Venus y Adonis, tratado por los antiguos maestros de forma muy diversa, pero que, entre los venecianos y Carracci, tom¨® el sentido dram¨¢tico que se acab¨® imponiendo.
La fuente principal para la
renovada interpretaci¨®n de esta escena procede de una alusi¨®n circunstancial de Ovidio, que comenta que Venus advirti¨® a su amante, despertado por la agitaci¨®n de sus perros, para que no partiese a la aventura cineg¨¦tica en la que encontrar¨ªa la muerte. Amor y muerte se conjugan as¨ª de nuevo en su fatal anudamiento, pero visualmente narrada cuando los cuerpos se separan en el umbral de la tragedia. Frente a la tensi¨®n de la versi¨®n de Tiziano y la molicie de la de Veron¨¦s, Carracci gira a la diosa atrapada por Cupido, mientras Adonis desbroza la maleza con su brazo y parte raudo hacia su destino. Ah¨ª est¨¢ todo; el drama del Amor fugit, pero como el suma y sigue que caracteriza a un grand¨ªsimo pintor.
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