"Si sumas los gastos, no hay quien aguante"
Representantes y trabajadores de servicios alertan del coste de aparcar en superficie
Para trabajar un d¨ªa cualquiera, Isabel Pallej¨¤ necesita, por lo menos, dos maletones llenos de art¨ªculos de viaje y bolsos de se?ora. Su trabajo de agente comercial la obliga a cargar con el muestrario. "Ya podemos estar en la era de Internet, pero a los clientes les gusta tocar y ver los art¨ªculos de cerca, y no por cat¨¢logo; es l¨®gico. A 200 piezas cada mes, y cada una de diferentes colores, imagina c¨®mo voy", explica al volante de su monovolumen mientras se dirige a visitar a un cliente.
"Como esta semana no multan, aparco en las plazas de ¨¢rea verde. Pero la semana que viene... la verdad es que no lo s¨¦. A espabilarse o a pagar", suspira Isabel. "El problema es que si sumas los gastos de aut¨®nomos, el coche, la gasolina, los peajes y los aparcamientos, esto no hay quien lo aguante", reflexiona en voz alta. Hasta ahora, los agentes comerciales han aparcado mayoritariamente en la calle, por lo menos para descargar las maletas con las muestras, que, por cierto, son un incre¨ªble ejercicio de aprovechamiento del espacio. Luego met¨ªan el coche bajo tierra, en un aparcamiento de pago. "Yo vengo a pagar 20.000 pesetas cada mes de aparcamiento. Esto", precisa, "sin ¨¢rea verde y haciendo alguna que otra trampa. Pero a partir de ahora el presupuesto en estacionamiento se puede disparar hasta resultar insostenible", vaticina Isabel.
Las trampas a las que se refiere esta profesional aut¨®noma, que adem¨¢s es la secretaria general del Colegio de Agentes Comerciales, consist¨ªan en "aparcar en los chaflanes, donde hasta ahora no hab¨ªa que pagar, y dejar notas". "Estoy descargando en la tienda de bolsos" y "vuelvo en 10 minutos" son los dos mensajes que lleva escritos a mano en un cart¨®n que saca de la guantera. "La gente en general es comprensiva, te avisa, mueves el coche y vuelves con el cliente", dice. Pero el pr¨®ximo lunes no habr¨¢ nota que valga.
"La gente est¨¢ muy revolucionada", asegura Isabel refiri¨¦ndose a sus compa?eros. "Como si este trabajo no fuera suficientemente duro... yo creo que se pasan con el precio. En Madrid cuesta 1,80 euros la hora, pero 2,75 es demasiado. Una locura comparado con un aparcamiento subterr¨¢neo, y encima all¨ª pagas por fracciones y tienes el coche protegido, porque otra cosa son los robos. A m¨ª nunca me ha pasado nada, pero muchos compa?eros han sido v¨ªctimas de atracos, sobre todo los que llevan art¨ªculos de lujo, como relojes o joyas. Les esperan en la esquina al salir de casa de los clientes y antes de llegar al coche les asaltan", asegura.
A pocas esquinas del establecimiento del Eixample donde Isabel Pallej¨¤ se encuentra visitando un cliente, Albert Moreno y Sergio Tom¨¢s, instaladores de electricidad, acaban su jornada laboral. Cada uno en su coche de servicio lleva una escalera -o dos-, la caja de herramientas "que por lo menos pesa 20 kilos", rollos y m¨¢s rollos de cables, contadores nuevos y usados, tubos de varios grosores, herramientas sueltas...
Ellos s¨ª pueden utilizar las zonas de carga y descarga durante la media hora estipulada para llevar el material al domicilio o empresa donde tengan que trabajar. "Pero s¨®lo para descargar. Luego buscamos un sitio donde aparcar para poder dejar el coche tranquilamente las horas que haga falta: una, dos o el d¨ªa entero". Es el modus operandi que relata Sergio. Pero tambi¨¦n se acab¨®. "Nosotros tenemos suerte, porque si hay que pagar aparcamiento lo costear¨¢ nuestra empresa, pero los operarios que son aut¨®nomos lo tienen crudo. ?Qu¨¦ pueden hacer? ?Cobrarle los 2,75 euros al cliente?", preguntan al un¨ªsono.
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