?Convergencia con Europa en las ense?anzas universitarias?
La reforma de los planes de estudios universitarios, impulsada por la adaptaci¨®n al Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior (EEES), ha suscitado en nuestro pa¨ªs numerosas expectativas. La repetidamente invocada Declaraci¨®n de Bolonia (firmada conjuntamente por los ministros europeos de Educaci¨®n reunidos en dicha ciudad el 19 de junio de 1999) recoge y concreta declaraciones previas (la de la Sorbona, de 25 de mayo de 1998, y la Magna Charta Universitatum), que subrayaban el papel fundamental de las universidades en el desarrollo cultural y cient¨ªfico, e insist¨ªan en "la necesidad de crear un espacio europeo de la ense?anza superior, como medio privilegiado para fomentar la movilidad y la empleabilidad de los ciudadanos y el desarrollo global de nuestro continente".
Los logros de la Declaraci¨®n de Bolonia corren riesgo de verse, en parte, desvirtuados
En determinados c¨ªrculos se habla de la posibilidad de dividir la ense?anza de la Geolog¨ªa
Por otra parte, el documento mencionado subraya el papel de la independencia y la autonom¨ªa de las universidades como garantes de que "los sistemas de ense?anza superior y de la investigaci¨®n puedan adaptarse en todo momento a las nuevas necesidades, a las expectativas de la sociedad y a la evoluci¨®n de los conocimientos cient¨ªficos". Desgraciadamente, los logros que supondr¨ªa la puesta en marcha de los grandes objetivos de la Declaraci¨®n de Bolonia corren grave riesgo de verse, en parte, desvirtuados por una serie de iniciativas que poco tienen que ver tanto con el esp¨ªritu del mencionado documento como con la convergencia europea en la ense?anza superior.
Un afortunado art¨ªculo del profesor J. L. Pardo (publicado en EL PA?S el pasado 21 de marzo) pone el dedo en la llaga de algunas de las profundas perversiones a que el proceso est¨¢ conduciendo en nuestro pa¨ªs (ausencia de debate social amplio, carencia de criterios cient¨ªficos, economicismo y mercantilismo a ultranza, estrechez de miras y p¨¦rdida del sentido de lo que realmente debe ser la sociedad del conocimiento, por citar s¨®lo los m¨¢s significativos). Su denuncia deber¨ªa constituir un importante elemento de reflexi¨®n para los responsables de la implantaci¨®n en Espa?a de estas reformas.
No son pocas las ocasiones en que supuestas normas o recomendaciones de las instituciones europeas han sido desvirtuadas y utilizadas para promover modificaciones de diversa ¨ªndole que, en propiedad, no se correspond¨ªan con el contenido real de tales directivas. En el caso que nos ocupa, el proceder de determinados colegios y colectivos profesionales no es en absoluto ajeno a perversiones que se intentan amparar bajo el paraguas de una falsa e interesada interpretaci¨®n de la convergencia europea en la ense?anza superior.
La elaboraci¨®n de un cat¨¢logo oficial de t¨ªtulos profesionales, la duraci¨®n de las carreras, las competencias profesionales, e incluso la introducci¨®n de algunas nuevas titulaciones son terreno abonado para toda clase de presiones y apetencias fuera de lugar. ?Por qu¨¦ esa desigualdad en carreras de tres, cuatro o cinco a?os, incluso dentro de licenciaturas cl¨¢sicas?, ?por qu¨¦ una brusca reducci¨®n (que llega en muchos casos al 40%) en la duraci¨®n y contenidos de determinadas titulaciones?, ?por qu¨¦ se pretende que determinados segundos ciclos tengan competencia profesional reglada y otros no?... Demasiadas cuestiones para que puedan ser abordadas dentro del marco de este art¨ªculo, pero, ante esta situaci¨®n y ante la reiterada invocaci¨®n a la Declaraci¨®n de Bolonia, resulta imprescindible acudir a la misma para dilucidar lo que ¨¦sta establece acerca de la duraci¨®n y estructura de las ense?anzas universitarias. La realidad es que los ¨²nicos extremos estructurales que aqu¨¦lla fija son los siguientes:
1. Adopci¨®n de una configuraci¨®n c¨ªclica, con un primer ciclo que "tendr¨¢ una duraci¨®n m¨ªnima de tres a?os".
2. Puesta a punto de un sistema de cr¨¦ditos uniforme, como medio m¨¢s apropiado para promover la movilidad de los estudiantes.
3. Adopci¨®n de un sistema de t¨ªtulos "facilmente comprensibles y comparables".
Al igual que otras disciplinas cient¨ªficas, la Geolog¨ªa, como ciencia pura y aplicada, ha experimentado un progreso gigantesco en los ¨²ltimos cincuenta a?os. A ello han contribuido numerosos factores, pero entre ellos jug¨® un papel fundamental la creaci¨®n de las facultades (o secciones) de Ciencias Geol¨®gicas. El enorme avance producido en los distintos campos de la investigaci¨®n geol¨®gica pura y aplicada (proyectos de gran alcance y ¨®rganos de difusi¨®n cient¨ªfica del m¨¢ximo reconocimiento dan cuenta de ello), la sustancial aportaci¨®n t¨¦cnica de los ge¨®logos a diversos aspectos de la exploraci¨®n de recursos, las obras p¨²blicas, previsi¨®n de riesgos y la gesti¨®n medioambiental, entre otros, as¨ª como el avance experimentado por la ense?anza de la Geolog¨ªa y por la difusi¨®n social de muchos de los aspectos de que se ocupa, son hoy en d¨ªa innegables. Es bien palpable, en definitiva, el reconocimiento t¨¦cnico y cient¨ªfico de esta ciencia y de los profesionales que la practican.
Afortunadamente, este panorama no es exclusivo de Espa?a. Muy al contrario, es norma general en Europa, desde hace ya much¨ªsimos a?os. Todo ello da cuenta de la necesidad de cuidar con esmero el progreso de esta ciencia y la formaci¨®n de los profesionales y cient¨ªficos que la practican. Sin embargo, en determinados c¨ªrculos se habla con cierta insistencia de la posibilidad de dividir la ense?anza de la Geolog¨ªa (e incluso las competencias de quienes la cultivan). Seg¨²n nuestro conocimiento, en el cat¨¢logo de titulaciones que elabora el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia se contempla la eventualidad de hacer coexistir dos t¨ªtulos distintos de grado con contenido claramente geol¨®gico, uno el Grado en Geolog¨ªa y otro el Grado en Ingenier¨ªa Geol¨®gica y, quiz¨¢s, hasta con distinta duraci¨®n, el primero con tres a?os y el segundo con cuatro. Aunque podr¨ªa ser objeto de un art¨ªculo independiente, no debemos dejar de se?alar aqu¨ª que parece imposible garantizar la m¨ªnima formaci¨®n de un ge¨®logo en tres a?os, m¨¢xime teniendo en cuenta que ello supone la ruptura de una larga tradici¨®n que ha obtenido muy buenos resultados en Espa?a. Por otra parte, la Ingenier¨ªa Geol¨®gica ser¨ªa desgajada de las facultades de Geolog¨ªa para ser adscrita a una escuela de Ingenier¨ªa. Todo ello, a nuestro juicio, supone un grave error y una artificial divisi¨®n de la disciplina. El cuerpo doctrinal de la Geolog¨ªa y los aspectos aplicados, incluso los m¨¢s inmediatos que de ¨¦l se derivan, constituyen una realidad ¨²nica. Intentar separar las facetas "puras" y "aplicadas" de la ciencia representar¨ªa desvirtuarla y mutilarla. No cabe duda alguna de que en toda Europa los enormes servicios que la Geolog¨ªa ha prestado a la sociedad, el propio progreso de esta ciencia y su contribuci¨®n al avance cient¨ªfico general, se sustentan en la s¨®lida formaci¨®n proporcionada a graduados y doctores por las facultades y departamentos de Geolog¨ªa, no por escuelas t¨¦cnicas de Ingenier¨ªa Geol¨®gica, que no existen o tienen un car¨¢cter meramente marginal.
Si las cosas son as¨ª, si las facultades de Geolog¨ªa en Espa?a y en Europa son los centros b¨¢sicos (casi exclusivos) de formaci¨®n de ge¨®logos (entendidos ¨¦stos como quienes practican la Geolog¨ªa) y ello parece haber dado muy buenos resultados a escala nacional y continental, ?por qu¨¦ intentar cambiar la situaci¨®n en Espa?a?, ?por qu¨¦ intentar separar los aspectos puros y aplicados en un nivel que, adem¨¢s, corresponde al de la formaci¨®n b¨¢sica del ge¨®logo?, ?por qu¨¦ esta originalidad?, ?tal vez para dar satisfacci¨®n a ciertos colectivos que con lenguaje y proceder trasnochados intentan desgajar los aspectos puros y aplicados de la Geolog¨ªa?
La decisi¨®n pol¨ªtica y la responsabilidad final no nos corresponde, pero desde estas l¨ªneas nos vemos en la obligaci¨®n de advertir que la implantaci¨®n de un primer ciclo de Ingenier¨ªa Geol¨®gica, coexistiendo con el primer ciclo de Geolog¨ªa, significar¨ªa mutilar esta ciencia, cercenar su futuro y actuar a contracorriente de la situaci¨®n que desde hace m¨¢s de un siglo impera en Europa. De la cordura y buen criterio de los responsables pol¨ªticos esperamos que conduzcan la reforma por un recto camino, propiciando, tambi¨¦n dentro del ¨¢mbito de las Ciencias de la Tierra, no la divergencia, sino la convergencia con Europa.
(*) Comisi¨®n designada por la Junta de Facultad. Facultad de Geolog¨ªa de la Universidad de Oviedo. La comisi¨®n esta constituida por: Daniel Arias Prieto, decano de la Facultad; Agust¨ªn Mart¨ªn Izard, director del departamento de Geolog¨ªa; Modesto Montoto San Miguel, Luis Carlos S¨¢nchez de Posada, Fernando Bastida Ib¨¢?ez, Carlos Aramburu Zabala, y Montserrat Jim¨¦nez S¨¢nchez, secretaria de la Facultad de Geolog¨ªa
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