El miedo y el descontento lograron el 'no'
El temor de los trabajadores a la llegada masiva de los inmigrantes del Este y a la fuga de empresas han sido claves en el avance del voto negativo en Francia
Dos fantasmas han recorrido la campa?a del refer¨¦ndum y han sido claves para el triunfo del no: el miedo a la entrada de Turqu¨ªa en la UE y el temor a que, con la entrada de los pa¨ªses del Este, se rebajen los salarios, se trabaje m¨¢s horas y se pierda gran parte de los avances sociales que se consiguieron con tantas huelgas y manifestaciones. Hoy, con la resaca del refer¨¦ndum, la izquierda tendr¨¢ que empezar a recomponer las heridas de una divisi¨®n que se arrastra desde hace meses. Y no ser¨¢ f¨¢cil unificar posturas.
"Aqu¨ª no se ha mantenido un debate sobre Francia, sino sobre la izquierda que queremos en Europa", se?ala el l¨ªder regional del Partido Comunista Franc¨¦s en Marsella, Jean-Marc Coppola. "A partir de ahora, cada partido y cada asociaci¨®n de izquierda tendr¨¢ que pronunciarse claramente si est¨¢ a favor o en contra del liberalismo". Una palabra que durante toda la campa?a ha sido sin¨®nimo de deslocalizaci¨®n: empresas que se marchan a otros pa¨ªses buscando mano de obra m¨¢s barata.
"El debate ha sido sobre la izquierda que queremos en Europa", dice un l¨ªder comunista
El socialista Henri Emmanuelli, tras visitar 25 compa?¨ªas que han sufrido la deslocalizaci¨®n, declar¨® que la Constituci¨®n anima a los trabajadores a luchar unos contra otros. La figura simb¨®lica del fontanero polaco ha servido de imagen para expresar los miedos de los trabajadores franceses. "El pobre fontanero polaco ha sido el h¨¦roe de este refer¨¦ndum muy a su pesar. Deber¨ªamos levantar una estatua en su honor", propuso en uno de sus m¨ªtines el primer secretario del Partido Socialista franc¨¦s, Fran?ois Hollande.
Herrinson (prefiere ocultar su apellido) tiene 26 a?os y es recepcionista en la cadena francesa de hoteles Accor: "Usted no puede verlos porque trabajan en nuestras oficinas, no de cara al p¨²blico. Pero hay muchos aprendices que vienen del Este. Dispuestos a trabajar m¨¢s horas por menos salario. Nosotros ya padecemos unos contratos bastantes abusivos, trabajamos nueve horas al d¨ªa y con demasiadas tareas. Adem¨¢s de atender a los clientes y el tel¨¦fono, tenemos que limpiar nuestros aseos, las mesas y las oficinas. Nos dan un euro al d¨ªa por ese trabajo. Y si nos negamos, ah¨ª est¨¢ la puerta. Los aprendices del Este aceptar¨¢n el trabajo encantados".
El analista Jacques Rupnik declar¨® a Lib¨¦ration: "Aunque no se apruebe la Constituci¨®n, seguir¨¢ habiendo deslocalizaci¨®n". Rupnick record¨® que la Comisi¨®n Europea estima que Francia perdi¨® 6.500 puestos de trabajo a causa de las compa?¨ªas que se marcharon al Este de Europa, pero, a cambio, se crearon 150.000 puestos gracias a los intercambios comerciales con esos pa¨ªses.
Pero esas cifras no se aprecian tanto como otras que parecen m¨¢s cercanas al ciudadano. "Los camioneros franceses no pueden trabajar m¨¢s de 48 horas a la semana. Sin embargo, ahora se pretende aprobar una directiva europea para aumentarse a 56 horas semanales. Y eso es porque en Polonia la ley permite que los camioneros trabajen hasta 65 horas a la semana. Para ellos la directiva europea les viene muy bien. Pero a nosotros, no", indica Miguel Ortiz, hijo de refugiados catalanes que emigraron tras la guerra civil. "Es cierto que habr¨¢ m¨¢s deslocalizaciones en Europa, aunque no llegue a implantarse nunca la Constituci¨®n. Pero es que este Tratado autoriza jur¨ªdica y pol¨ªticamente ese fen¨®meno", indica Coppola, el l¨ªder regional de los comunistas.
Muchos franceses han encontrado un nombre preciso para sus males. El taxista de madre griega y padre agricultor franc¨¦s dice que hace 20 a?os los agricultores trabajaban mucho pero ganaban dinero, y ahora trabajan igual de duro pero no ganan dinero. Culpable: Europa. "A Espa?a le ha ido bien durante los ¨²ltimos a?os, pero a Francia, muy mal", afirma.
Coppola refrenda las palabras del conductor: "Espa?a ha crecido mucho en los ¨²ltimos a?os, y Francia, no. Nuestra visi¨®n de Europa y del Tratado de Maastricht, que se firm¨® hace 13 a?os, no puede ser la misma. La experiencia de la gente ha sido muy negativa".
El pensionista Sauveur Chicoc, de 79 a?os, se lamenta de que antes pod¨ªa ir a la isla de Chate?u d'If, y ahora, con tantos turistas, los precios subieron y es imposible veranear en la isla. Culpable: Europa. El empresario de una compa?¨ªa electr¨®nica, Walter Sbrizzi, de 29 a?os, se lamenta de que antes ten¨ªa cinco trabajadores y ahora s¨®lo puede pagar a dos. El culpable, ya se sabe.
El fantasma del fontanero polaco a¨²n seguir¨¢ planeando sobre la cabeza de muchos trabajadores. Y junto a ¨¦l, el rechazo a la entrada de Turqu¨ªa. Despu¨¦s de m¨¢s de 10 entrevistas efectuadas ayer a la puerta del colegio electoral de la calle Bandini, en el barrio obrero de L'Estaque, a las afueras de Marsella, s¨®lo una persona se mostr¨® partidaria de su integraci¨®n en la UE. "Si entra Turqu¨ªa, todos los pa¨ªses del mundo tendr¨¢n opciones de entrar. Y esto ya no ser¨ªa Europa", declar¨® Sbrizzi. El barrendero Fran?ois, de 40 a?os y padres armenios, dijo que sus padres, como miles de marselleses, sufrieron la represi¨®n turca antes de emigrar, y se opone tambi¨¦n a su entrada. Vot¨® no. Incluso votantes del s¨ª como Marie Vardeplas, de 32 a?os, se oponen a la entrada de Turqu¨ªa. Catherine Auger, funcionaria de 43 a?os, quiere que los turcos se integren: "En la Constituci¨®n europea no se hace una diferencia expresa entre Iglesia y Estado, cosa que en Francia ya se hizo desde 1908. As¨ª que la entrada de Turqu¨ªa podr¨ªa enriquecer el laicismo europeo y unir a gente de distintas religiones. Turqu¨ªa es un estado laico desde 1916. Y las mujeres turcas tuvieron derecho al voto antes que en Francia. Su entrada s¨®lo puede traer cosas buenas". Sin embargo, Auger, igual que millones de franceses que se oponen a la entrada de Turqu¨ªa, ayer vot¨® no: "Porque no me convence el modelo social que propone", se?al¨®.
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