La exasperaci¨®n en seco
Uno de los episodios m¨¢s c¨®micos y que mejor demuestran lo poco loco que est¨¢ Don Quijote, o que lo est¨¢ s¨®lo a ratos escogidos, de manera consentida cuando no dirigida, es aquel en el que decide penar por amores, en imitaci¨®n de Amad¨ªs y de Orlando, "y hacer una o dos docenas de locuras, que las har¨¦ en menos de media hora", de las cuales ofrece una muestra a Sancho para que as¨ª pueda figurarse el resto y relat¨¢rselas a Dulcinea. Justo antes de esta escena, el escudero intenta convencerlo de que no hay motivo: la dama no lo ha desde?ado ni, que se sepa, "ha hecho ni?er¨ªa con moro o cristiano". A lo que Don Quijote responde, muy ufano: "Ah¨ª est¨¢ el punto, y esa es la fineza de mi negocio; que volverse loco con causa, ni grado ni gracias; el toque est¨¢ desatinar sin ocasi¨®n y dar a entender a mi dama que, si en seco hago esto, ?qu¨¦ hiciera en mojado?"
Lleva el Partido Popular un a?o largo convertido en oposici¨®n, e imitando sin pausa al Don Quijote de este episodio. Claro que en el Caballero hay ingenuidad, simpat¨ªa y mucha guasa, mientras que la emulaci¨®n de este partido est¨¢ te?ida de todo lo contrario: hay en ella arter¨ªa, y antipat¨ªa inamovible, y solemnidad cargante. No digamos ya en sus jaleadores medi¨¢ticos, algunos directamente psicop¨¢ticos y cada vez m¨¢s parecidos a los de las emisoras de radio que en buena medida instigaron las matanzas atroces de Bosnia y de Ruanda. Ojal¨¢ un d¨ªa no haya que pedirles cuentas, porque eso significar¨¢ que sus actuales prop¨®sitos de encono han fracasado.
Tienen visos de fracasar, por fortuna, tanto ellos como sus beneficiarios, el PP y los obispos, que contribuyen a financiar estas campa?as de furor y odio. Llevan todos a?o y pico en estado de exasperaci¨®n permanente. Su problema es que, como dijo Don Quijote con tanta gracia, la expresan "en seco", y no "en mojado". En el mes de junio han dado grotescas pruebas de ello, dedicados a movilizar a centenares de miles de personas (incluido su traslado desde otras provincias en autobuses demasiado reminiscentes de los que fletaba Franco para inflar sus aclamadores de la Plaza de Oriente) por causas que a¨²n no existen o que se presentan tergiversadas. Hubo un fin de semana chill¨®n, al respecto. El s¨¢bado se congreg¨® una multitud para protestar contra la "negociaci¨®n" del Gobierno con los terroristas de ETA, que en modo alguno se ha dado, que sepamos. No quiero decir que el Gobierno no pueda mentir y que ya est¨¦ en marcha tal cosa, pero nadie ha podido demostrar que as¨ª sea. De tal manera que la concentraci¨®n ten¨ªa lugar "por si acaso". Y el domingo Madrid volvi¨® a quedar paralizado -con grave quebranto, por cierto, para la Feria del Libro, que atravesaba su fin de semana tradicionalmente m¨¢s importante y rentable- por el despliegue de una rid¨ªcula bandera de tres kil¨®metros y no s¨¦ cu¨¢ntas m¨¢s zarandajas, en precelebraci¨®n de algo que tampoco hab¨ªa ocurrido a¨²n, y que conf¨ªo en que no suceda, a saber: la concesi¨®n a la capital de los Juegos Ol¨ªmpicos de 2012 (si sobreviene esa plaga egipciaca, pensar¨¦ a qu¨¦ otra ciudad o pa¨ªs mudarme). Es decir, durante m¨¢s de veinticuatro horas se cort¨® por la mitad una gran ciudad europea, s¨®lo "por si acaso".
Una semana despu¨¦s, los autocares de groupies se desplazaron a Salamanca para protestar por algo no s¨®lo de escasa consecuencia, sino acerca de lo cual la mayor¨ªa de los enfurecidos no ten¨ªa la menor idea previa, ni siquiera conocimiento de los legajos, del archivo, ni casi de la magn¨ªfica ciudad de Salamanca. Y hoy, mientras escribo esto, los mismos manifestantes exhaustos recorren Madrid de nuevo, bajo un calor sofocante, para clamar contra los matrimonios de homosexuales, asunto que en realidad ni les va ni les viene, o cuya legalizaci¨®n, de hecho, supone una inyecci¨®n de energ¨ªa y prestigio para la Familia, lejos de amenazarla, como expliqu¨¦ aqu¨ª hace unos meses. La Iglesia espa?ola tiene un portavoz, Mart¨ªnez Camino, en verdad elegido con los pies, pues cada vez que su peque?o cerebro transmite ¨®rdenes a su lengua, mete bien la pata. Ahora ha dicho que "la Iglesia Cat¨®lica en sus dos mil a?os nunca se encontr¨® con nada parecido", delatando que esa Iglesia no acepta la democracia ni aqu¨ª ha evolucionado; porque no es a la Iglesia a la que le est¨¢ pasando nada, sino a la sociedad espa?ola que elige. Y como ese cerebrillo no se distingue por su coherencia, no est¨¢ de m¨¢s recordar que fue ¨¦l quien explic¨® la falta de impedimento sacramental para la boda de los Pr¨ªncipes de Asturias, hace s¨®lo un a?o, aduciendo que, al no reconocer la Iglesia m¨¢s matrimonio que el eclesi¨¢stico, el primero civil de la Princesa simplemente no exist¨ªa. Los obispos podr¨ªan limitarse a seguir sus propios preceptos y considerar que, para ellos, las bodas de homosexuales no existen. Eso es todo.
Al igual que Don Quijote, ni el PP ni la Iglesia est¨¢n locos, o lo est¨¢n s¨®lo a ratos escogidos y consentidos. Lo que en su exasperaci¨®n olvidan es que el Caballero se cans¨® pronto de hacer sus locuras, porque al fin y al cabo, y como ¨¦l mismo sab¨ªa, hacerlas "en seco" resulta muy aburrido, y acaba por no cre¨¦rselas nadie.
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