El ni?o que emocion¨® a Pel¨¦
La evoluci¨®n del delantero brasile?o, muy fr¨¢gil f¨ªsicamente en sus inicios, le ha confirmado como una de las grandes promesas mundiales
Con 64 a?os Pel¨¦ vive entregado a sus f¨¦rtiles negocios de autopromoci¨®n asentados en la imagen que se forj¨® con su legendaria carrera. Su relaci¨®n con el f¨²tbol es, desde que se retir¨® en el Cosmos en 1977, m¨¢s tangencial que significativa. Pero m¨¢s all¨¢ de ese mundo de reclamos publicitarios que venden tarjetas de cr¨¦dito o f¨¢rmacos que mejoran la salud sexual, O Rei todav¨ªa lleva en las tripas un pedazo del colosal jugador que fue y la sensibilidad necesaria para emocionarse con un acto de belleza futbol¨ªstica.
En 1999 asumi¨® por un tiempo la direcci¨®n de las categor¨ªas inferiores del Santos, el club en el que se hab¨ªa entronizado como mejor futbolista del planeta y en el que milit¨® 18 memorables a?os. Justo entonces alguien le revel¨® un secreto: la habilidad de un cr¨ªo de 15 a?os, con m¨¢s huesos que carne y mirada traviesa, ten¨ªa embelesado a todo el personal del centro de entrenamiento de la cantera santista. Pel¨¦ baj¨® de su despacho para ver a la nueva promesa, conocida en el club como Robinho: negro, de apariencia quebradiza, y poseedor de una inusual complicidad con la pelota. Demasiadas coincidencias como para que Pel¨¦ no evocara inmediatamente sus primeros pasos en el f¨²tbol. Y aquello que presenci¨® en un breve partidillo de entrenamiento acab¨® deslumbrando al triple campe¨®n del mundo: "La primera vez que ha tocado el bal¨®n ante mis ojos se me ha puesto la carne de gallina. Casi me ha hecho llorar. Su regate es devastador, igual que la simplicidad con la que maneja la pelota. Me ha recordado a m¨ª mismo cuando ten¨ªa su edad", confes¨® el impactado Pel¨¦, que d¨ªas despu¨¦s visitaba el hogar del chiquillo. Se desplaz¨® hasta la localidad de Sao Vicente, en la periferia de Santos, a una barriada llamada Parque Bitar¨², uno de los enclaves m¨¢s deprimidos del litoral del estado de Sao Paulo. All¨ª descubri¨® que Robinho es el ¨²nico v¨¢stago de Marina, una limpiadora, y de Gilvan, operario de una empresa de tratamiento de aguas.
"Robinho es inteligente, sabe driblar muy bien, pero apenas tiene fuerza para golpear el bal¨®n. Le vi tan desnutrido que pregunt¨¦ a sus padres si sufr¨ªa alg¨²n tipo de anemia", recuerda Pel¨¦ de aquella visita en la que aleccion¨® al joven jugador sobre el proceso que le llevar¨ªa al profesionalismo. Hay im¨¢genes de video dom¨¦stico que dan fe de la extrema fragilidad de Robinho (Sao Vicente, 1984) cuando jugaba al f¨²tbol sala en su infancia y su dieta se compon¨ªa casi exclusivamente de arroz y huevos. Militaba en equipos como el Beira Mar o el Portuarios, sat¨¦lites abastecedores de las canteras de los equipos paulistas. Pero aquellas piernas de alambre se mov¨ªan a una velocidad el¨¦ctrica, ins¨®litamente coordinadas para acomodar el cuerpo y domar la pelota o regatear rivales. Eran piernas r¨¢pidas para evitar choques contra ni?os f¨ªsicamente m¨¢s desarrollados.
As¨ª Robinho, en un instintivo ejercicio de adaptaci¨®n a un medio hostil impuesto por sus limitaciones corporales, transformo una necesidad en virtud y forj¨® el estilo que hoy le define. Ahora es un delantero de din¨¢mica may¨²scula que cubre todo el frente de ataque buscando participaci¨®n, y que muestra amplios y vers¨¢tiles recursos con el bal¨®n. Es el¨¢stico, veloz y extremadamente decidido en el desborde, faceta en la que muestra un repertorio de amagues y regates tan espectacular como eficaz, gracias a su alto nivel t¨¦cnico para conducir la pelota cambiando de ritmo y direcci¨®n. Pero no s¨®lo vive del atrevimiento y la habilidad: sabe asociarse, tirar paredes, buscar espacios libres y posee una visi¨®n panor¨¢mica bien apoyada en la precisi¨®n para el pase.
Su relaci¨®n con el gol ha progresado notablemente en el ¨²ltimo a?o. El f¨ªsico livianofibroso, con un centro de gravedad muy bajo, le facilita el freno y la arrancada, pero tambi¨¦n le impone limitaciones: apenas cabecea, y en el contacto con el defensa rival suele salir perdiendo. Marcado tanto por su extrema delgadez como por su desconcertante habilidad, Robinho ha variado muy poco de volumen desde que lleg¨® al primer equipo del Santos hace tres a?os: Mide 1,72 y pesa apenas 62 kilos. El t¨¦cnico que le hizo debutar como profesional fue Celso Roth, el mismo que concedi¨® las primeras oportunidades al hoy barcelonista Ronaldinho en el Gremio de Porto Alegre. El m¨ªtico Santos viv¨ªa tiempos de penuria en 2002, a una distancia sideral de la leyenda fraguada por Pel¨¦, Coutinho, Clodoaldo Pepe, Dorval, Mengalvio, Carlos Alberto, Gilmar y otros grandes jugadores que hab¨ªan elevado el club a la categor¨ªa de mito en los a?os 60.
Alejado de la ¨¦lite del f¨²tbol brasile?o, el Santos encontr¨® en su cantera a los Meninos da Vila, un valioso grupo de j¨®venes valores encabezado por Robinho y el clarividente centrocampista Diego, hoy en el Oporto. Con Emerson Leao en el banquillo el Santos, repleto de entusiasmo y descaro juveniles, conquist¨® el campeonato nacional de 2002 gracias a un f¨²tbol que remit¨ªa a la vieja escuela brasile?a de toda la vida. La imagen que resume aquel torneo la dibuj¨® Robinho en la final contra el Corinthians, dirigido entonces por el actual seleccionador, Carlos Alberto Parreira. Recibi¨® el bal¨®n a diez metros del ¨¢rea y eligi¨® una v¨ªctima: el central Rogerio. Le encar¨® haciendo bicicletas, pasando hasta siete veces sus pies por encima de la pelota con perversa velocidad antes de ser derribado por el perplejo defensor. Las gradas del estadio Morumb¨ª entraron en estado de delirio. Penalti y gol de Robinho. El Santos obtuvo el t¨ªtulo de campe¨®n nacional que no conquistaba desde los tiempos de Pel¨¦.
Tras aquel lance la responsabilidad de verse se?alado como la nueva gran promesa del pa¨ªs pentacampe¨®n del mundo cay¨® sobre las peque?as espaldas de un garoto de 18 a?os. Desde entonces cada partido, cada regate y cada palabra de Robinho se analizan con lupa. En 2003 altern¨® actuaciones estelares con ciertas pol¨¦micas. El Santos roz¨® la gloria alcanzando la final de la Copa Libertadores, que perdi¨® ante el Boca Juniors. En esa competici¨®n Robinho amplific¨® su fama de prestidigitador y jugador desequilibrante con lances fastuosos. Pero su falta de experiencia para manejar los desmedidos halagos que recib¨ªa tambi¨¦n le jug¨® malas pasadas. Recibi¨® una seria reprimenda por parte de Mario Lobo Zagallo, coordinador de las selecciones brasile?as, por su actitud jactanciosa en el torneo preol¨ªmpico de Chile a comienzos de 2004. Brasil acudi¨® a ese certamen con un equipo de promesas que se cre¨ªa invencible. Robinho protagoniz¨® una celebraci¨®n desmedida tras una victoria ante la selecci¨®n local, y una chanza muy criticada en la prensa brasile?a cuando le baj¨® los pantalones a su compa?ero Diego mientras posaba para una fotograf¨ªa oficial.
En esa ¨¦poca Robinho tambi¨¦n lidiaba con las declaraciones de algunos rivales que ve¨ªan en su juego irreverente y cargado de filigranas una intenci¨®n vejatoria: "Un d¨ªa le van a partir una pierna", lleg¨® a manifestar Danrlei, portero del Gremio. Pero los pecados de juventud de Robinho parecieron disiparse desde que en mayo de 2004 Vanderlei Luxemburgo se hiciera cargo del banquillo del Santos. Bajo la direcci¨®n del actual t¨¦cnico del Real Madrid el f¨²tbol de Robinho se transform¨® en un ejercicio de eficiencia y concreci¨®n, sin perder un ¨¢pice de su atractiva frescura. Luxemburgo modific¨® su posici¨®n situando su punto de partida casi en la media punta, escorado a la izquierda, y el chico que deslumbr¨® a Pel¨¦ logr¨® 21 goles.
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