El sue?o de Egipto
De peque?a so?¨® con ser egipt¨®loga, y su sue?o se ha cumplido. La arque¨®loga Mar¨ªa Jos¨¦ L¨®pez Grande lleva veinte a?os excavando en Egipto, entre escorpiones y frecuentes derrumbes en las necr¨®polis. Unas vivencias "de cine" y un reto pendiente: encontrar la tumba de una gran reina.
Si hay una profesi¨®n peliculera como pocas, ¨¦sa es sin duda la arqueolog¨ªa. Cientos de pel¨ªculas y libros han hechizado a todo tipo de gente con las aventuras de intr¨¦pidos arque¨®logos, tocados con salacot y botas de ca?a, adentr¨¢ndose entre ruinas milenarias o pele¨¢ndose con selvas, desiertos, fieras salvajes o tribus primitivas. Y dentro de los arque¨®logos, los egipt¨®logos son, con seguridad, los protagonistas absolutos, las estrellas de la historia, con sus tumbas y tesoros fara¨®nicos, sus momias y maldiciones. Claro que la realidad dista bastante de las pel¨ªculas de Indiana Jones, aunque no se puede decir que ellos, y ellas, no corran sus riesgos. A veces puede ser m¨¢s peligroso para una arque¨®loga atravesar en solitario un poblado egipcio, seguida por una pandilla de chavales arroj¨¢ndole piedras, que meterse en una tumba reci¨¦n descubierta. Es, m¨¢s o menos, lo que le sucedi¨® a la egipt¨®loga Mar¨ªa Jos¨¦ L¨®pez Grande en una de sus campa?as en Egipto. "Los cr¨ªos en pandilla pueden ser muy peligrosos", dice ahora divertida al recordar el mal rato que pas¨® huyendo de sus piedras.
"Cedi¨® la colina y se abri¨® un agujero, la entrada a una tumba. En ese instante te olvidas del riesgo, s¨®lo quieres entrar"
"Tendida en la tumba, primero vi un maravilloso cielo estrellado, y luego, una grieta enorme sobre mi cabeza"
"En el mercado de Suk el Guimal, yo era la ¨²nica mujer entre cientos de sudaneses y miles de dromedarios"
L¨®pez Grande, profesora de Arqueolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, confiesa, a sus 47 a?os, que ha perdido la cuenta de los viajes realizados a Egipto: "Dej¨¦ de contarlos cuando super¨¦ la veintena". El pa¨ªs del Nilo y su mundo fara¨®nico han sido, desde que era peque?a, su sue?o, y ahora, adem¨¢s de su pasi¨®n, su dedicaci¨®n. "He tenido una suerte incre¨ªble. Siempre he dicho que los dioses me aman, ellos me llevaron a Egipto".
La suerte de esta arque¨®loga, que domina la escritura jerogl¨ªfica, especializada en cer¨¢mica del antiguo Egipto, comenz¨® en primero de bachillerato cuando tuvo bien claro que quer¨ªa ser egipt¨®loga, algo que no exist¨ªa en Espa?a. "Me fascinaba la est¨¦tica egipcia, yo ve¨ªa una pieza fara¨®nica y me parec¨ªa preciosa. Pero en los libros de bachillerato apenas encontraba datos de Egipto, la lecci¨®n de los egipcios ocupaba dos p¨¢ginas, y las de Grecia y Roma, cinco o seis? Eso me llev¨® a buscar libros sobre aquel pa¨ªs y encontr¨¦ la Historia del Arte de Salvat. Me enamor¨¦ de aquel libro, fue determinante en mi vida".
Parece claro que no pod¨ªa ser otra cosa que arque¨®loga.
Desde que Egipto me fascin¨® de esa manera empec¨¦ a ver pel¨ªculas, a leer literatura, todo lo que pillaba del pa¨ªs. Quer¨ªa hacer Egiptolog¨ªa, pero en Espa?a no exist¨ªa esa especialidad, as¨ª que estudi¨¦ Historia y Geograf¨ªa, la especialidad de Arqueolog¨ªa, y en primero de carrera hice un viaje a Egipto que fue definitivo. Despu¨¦s de aquel viaje era imposible pensar en hacer otra cosa. Me enter¨¦ de que en Asuntos Exteriores hab¨ªa becas de lengua para estudiar en Egipto y me puse a aprender ¨¢rabe. Pens¨¦: "Si as¨ª me puedo ir a Egipto?".
As¨ª que se fue a Egipto y, para empezar, estudi¨® ¨¢rabe.
He llegado a hablar ¨¢rabe bastante bien. Claro que lo que aprendes es el ¨¢rabe cl¨¢sico moderno, que te permite entender muchas cosas y tener la estructura de una lengua sem¨ªtica, que es fundamental, pero cuando la gente normal, la de las aldeas, te oye hablar, te mira como a un bicho raro, como pregunt¨¢ndose: "?Qu¨¦ dice?". Yo les entiendo bastante, a?os atr¨¢s todav¨ªa mejor, porque he pasado muchos meses seguidos en Egipto y las lenguas hay que estar en ellas, pero era una baza importante para conocer el pa¨ªs de norte a sur.
?Se lanz¨® por su cuenta a recorrerlo?
El primer contacto fue durante un viaje organizado, en 1982, y result¨® fant¨¢stico. Comprend¨ª que era muy bueno saber ¨¢rabe porque fuera de El Cairo la gente no te entend¨ªa. En ese primer viaje me ocurri¨® algo maravilloso. Decid¨ª ir sola a ver las pir¨¢mides, y fui en autob¨²s, algo complicad¨ªsimo porque la gente no estaba habituada a que una turista jovencita cogiera sola transportes. Me sub¨ª al autob¨²s, me sent¨¦, y un se?or joven se puso delante de m¨ª con los brazos extendidos, como si fuera un parapeto, algo que resultaba muy violento pero que comprend¨ª en la siguiente parada cuando subi¨® una avalancha de gente? Yo miraba por la ventanilla y ve¨ªa al lado un cami¨®n cargado de camellos, y eso de ver la cabeza de un camello a tu altura, esa visi¨®n, ese primer contacto con Egipto, no se me olvidar¨¢ nunca.
Flaubert lleg¨®, a mediados del XIX, a caballo hasta la mism¨ªsima Esfinge y trep¨® a la cima de una de las pir¨¢mides. Usted lleg¨® en autob¨²s, no es lo mismo, pero ?qu¨¦ sinti¨®?
Las pir¨¢mides siempre me sorprenden, y cada vez m¨¢s. Ahora est¨¢n muy metidas en El Cairo, pero son impactantes. La primera vez me sobrecogieron una barbaridad. Entonces era todo mucho m¨¢s agobiante que ahora, que apenas hay vendedores o camelleros porque est¨¢n mucho m¨¢s controlados, pero lo recuerdo como algo fant¨¢stico. Fue tambi¨¦n mi primer encuentro con la Esfinge y no se me borrar¨¢. Egipto te impresiona siempre, pero los grandes impactos para m¨ª fueron en ese primer viaje. Ahora la Esfinge la ves desde un costado, entonces se ve¨ªa de frente y ten¨ªa una verja donde pon¨ªa "no entrar", pero yo entr¨¦. En aquel momento no sab¨ªa que hab¨ªa una estela entre sus patas, y me vi all¨ª, al lado de aquella estela enorme, fue impresionante. Evidentemente no fue como el viaje de Flaubert, los viajes del siglo XIX eran apasionantes, pero as¨ª empezaron mis contactos con Egipto y mis ganas tremendas de volver.
Volvi¨® en 1986, nada menos que formando parte de la Expedici¨®n Arqueol¨®gica Espa?ola en Egipto, supongo que entonces vivi¨® su primer encuentro importante con el mundo fara¨®nico.
Fue una suerte incre¨ªble. La vida en Heracle¨®polis Magna era muy curiosa, el ¨¢rea de Fayum donde se hallaba la excavaci¨®n est¨¢ en el sur y fue duro, porque excavar en Egipto es duro ya que el sol calienta, bueno, igual que en Sevilla o La Mancha en verano? El calor es algo con lo que tienes que contar, la incomodidad, estar de polvo hasta las orejas?
?Lleva el uniforme reglamentario: botas, sahariana, salacot?
Sombrero casi siempre. La camisa tipo militar, con bolsillos, resulta muy c¨®moda, porque es amplia, tiene mangas, te resguarda bien del polvo y los mosquitos y no te quemas tanto, pero tambi¨¦n llevo camisetas. Nunca pantal¨®n corto. Y s¨ª, en Egipto llevamos botas porque hay escorpiones, hay que tener cuidado. En Heracle¨®polis los ve¨ªamos corretear cerca de nosotros, los escorpiones son reales en Egipto.
No me diga que, como en las pel¨ªculas de Indiana Jones, tienen que luchar contra los escorpiones?
Eso son cosas del cine, que realmente no cuenta las incomodidades, el calor -aunque siempre se excava en oto?o, invierno o primavera, hace mucho-, los bichos, el agua caliente? Porque ahora ya hay neveras, pero en Heracle¨®polis, hasta que tuvimos un frigor¨ªfico no hab¨ªa una bebida fr¨ªa? Trabajas muchas horas en cuclillas o de rodillas, para no machacar una cer¨¢mica que tienes al lado; dibujas bajo un sol tremendo, y el papel milimetrado al detalle te obliga a arrugar much¨ªsimo los ojos, con lo cual te salen muchas patas de gallo -yo se lo advierto en clase a las alumnas que quieren ser arque¨®logas-; y te destrozas las manos, porque la cer¨¢mica es como si absorbiera parte de tu grasa y acabas con todas las manos cuarteadas? En fin, es duro pero apasionante.
?Se dedic¨® desde el principio a la cer¨¢mica?
En Heracle¨®polis ya fui a ocuparme del estudio de la cer¨¢mica. Era una necr¨®polis del Tercer Periodo Intermedio muy interesante, con las tumbas de piedra, pero todo el entorno del cementerio estaba ocupado por enterramientos m¨¢s pobres, muchas veces posteriores, y todos los ajuares de los muertos y ofrendas a los difuntos eran de cer¨¢mica, que despu¨¦s de los rituales normalmente se romp¨ªan para que la gente no volviera a utilizarlos. En Heracle¨®polis, el suelo es muy h¨²medo porque hay aguas fre¨¢ticas y hay que excavar pr¨¢cticamente en barro, lo que es una dificultad a?adida y un problema para encontrar ciertos materiales como papiro o fragmentos de lino. Los esqueletos o las momias que encontramos estaban en un estado muy lamentable. Despu¨¦s de recoger los trozos de cer¨¢mica, hab¨ªa que lavarla y dejarla al sol para que se secara, y eso acarreaba muchos problemas para evitar que se perdieran las etiquetas que pon¨ªamos para clasificarla, era una lucha con las cabras, que les encantaba com¨¦rselas, o con los ni?os, que cog¨ªan los palitos para jugar? All¨ª trabaj¨¦ ocho a?os. Viv¨ªamos en Beni Suef, a 18 kil¨®metros del yacimiento, y todos los d¨ªas ¨ªbamos en coche hasta la excavaci¨®n, pero en una ocasi¨®n en que fui sola desde El Cairo para llegar desde Enhasya el Medina, el punto m¨¢s cercano, fue una verdadera aventura.
?Qu¨¦ pas¨®?
Hasta Enhasya el Medina hay unos coches colectivos que te llevan, pero luego, para llegar a la excavaci¨®n no hab¨ªa nada. Yo sab¨ªa que era muy peligroso ir andando porque los ni?os de las aldeas te apedrean? Los ni?os egipcios, cuando te conocen, son adorables, pero cuando no te conocen, si eres chica, rubia, y vas sola, son temibles. Nunca te esperas que un ni?o vaya a pegarte una pedrada o un palo, pero es lo que suelen hacer; la raz¨®n la ignoro, no van a robarte ni nada de eso, supongo que simplemente es porque eres una mujer y extra?a. As¨ª que en Enhasya intent¨¦ encontrar a alguien que me llevara a la excavaci¨®n, pero no hubo forma. Por eso, cuando vi a uno de la aldea que conoc¨ªa, en moto, le convenc¨ª para que me llevara. Y cuando me vieron llegar en la moto con ¨¦l, no le quiero contar las caras de sorpresa de la gente? ?sa es la verdadera aventura, encontrar a alguien que te lleve a la excavaci¨®n.
Despu¨¦s trabaj¨® en el delta del Nilo con una expedici¨®n internacional del Pelizaeus Museum (Hildesheim), pas¨® dos a?os en el British Museum de Londres y tuvo un hijo que la retir¨® un tiempo de las excavaciones. Y volvi¨® a Luxor para excavar las tumbas de Djehuty y Hery, dos altos personajes de los reinados de Hatshepsut y Tutmosis III. Un proyecto espa?ol de altos vuelos?
La verdad es que Djehuty es una suerte gracias a Jos¨¦ Manuel Gal¨¢n, el director de la excavaci¨®n, que se ha movido de una forma magn¨ªfica. Empec¨¦ el trabajo de campo en la segunda campa?a y fue muy impresionante, porque ir a excavar a la antigua Tebas es como si te dicen pide a los Reyes Magos lo que quieras? Yo habr¨ªa pedido una excavaci¨®n en Egipto, del Imperio Nuevo, del reinado de Hatshepsut a ser posible, y en el Valle de los Reyes: pues Djehuty, ?incre¨ªble! Y trabajar en la necr¨®polis de Dra Abu el Naga es excitante, porque vivimos muy cerca de la excavaci¨®n y la vivimos intensamente hasta que nos dormimos. Y, adem¨¢s, estamos rodeados de excavaciones internacionales que hacen cosas muy interesantes. Los franceses tienen cer¨¢micas maravillosas desde hace muchos a?os, de esas que has estudiado en los libros y que ahora ves all¨ª.
Tengo entendido que trabajan en una ladera en la que se producen frecuentes derrumbes que pueden dejarles atrapados en cualquier momento.
Estamos, efectivamente, en una ladera que se ha estado derrumbando a lo largo de la historia, todo el material est¨¢ muy revuelto. Y hay momentos muy emocionantes. Recuerdo un d¨ªa en que se estaba limpiando una zona de la colina y Andr¨¦s, un compa?ero de la excavaci¨®n, empez¨® a chillar: "?Dios m¨ªo, Dios m¨ªo, un agujero!". Y es que, en un momento en el que cedi¨® la colina, se abri¨® un agujero que era la entrada a otra tumba, ?se puede imaginar ese momento! Todos quer¨ªamos entrar. En ese instante pierdes un poco la sensaci¨®n de riesgo y de miedo, s¨®lo piensas: una tumba, tengo que entrar y ver qu¨¦ hay dentro.
?Cu¨¢l es su recuerdo del mayor riesgo vivido?
En Heracle¨®polis estaba excavando la zona exterior de una tumba sin saber que est¨¢bamos en su fachada, seguimos excavando lo que era el patio anterior, el dintel, y llegamos al nivel del suelo donde hab¨ªa una serie de enterramientos. Ten¨ªamos que excavar encima de la tumba, que estaba enterrada, y fue muy emocionante. Cuando empezamos a excavar la zona del techo hab¨ªan cedido las lajas -luego vimos que estaban rotas- que cubr¨ªan la tumba. Eran lajas largas y resultaba muy dif¨ªcil excavar y entrar. Cuando hubo un hueco, me met¨ª tumbada y me qued¨¦ totalmente tendida bajo el techo de lo que quedaba de la tumba. Lo primero que vi fue un maravilloso cielo estrellado, y lo segundo, una grieta enorme sobre mi cabeza? Me asust¨¦, fue impresionante. Y, en esa misma excavaci¨®n, pas¨¦ mucho miedo una ma?ana que estaba limpiando un conjunto de useptis -figuritas humanas de fayenza que aparecen m¨¢s de 400 juntas-, que son los respondedores que van a acudir, en nombre del muerto, cuando el dios les llame para cumplir una tarea. Estaba concentrad¨ªsima en mi trabajo y hab¨ªa un restaurador, Antonio S¨¢nchez Barriga, que estaba dentro de una tumba, y de repente o¨ªmos un ruido tremendo, retumb¨® el suelo, y un grito: "?Antonio!". Antonio se hab¨ªa ca¨ªdo en la grieta, y despu¨¦s de unos segundos de silencio se oy¨®: "Estoy aqu¨ª". Se hab¨ªa desplomado una piedra enorme y por fortuna no pas¨® nada. Fue un momento tremendo, todos los egipcios lanzaron a coro un Al hamdu lillah (alabado sea Dios).
Supongo que un arque¨®logo no puede tener claustrofobia.
No, claro, desp¨ªdete de ser arque¨®logo si tienes claustrofobia? En Djehuty, el que m¨¢s riesgos ha corrido es Jos¨¦ Manuel Gal¨¢n, que es quien m¨¢s ha reptado por las tumbas. Yo me he arrastrado con ¨¦l, pero por v¨ªas ya conocidas. Puede ser agobiante, pero si te gusta lo que haces, te animas y muchas veces te metes en sitios que eres consciente de correr un riesgo. Pero lo asumes y todos procuramos ser sensatos. Siempre que se entra en una tumba se supone que tienes que ponerte el casco, pero es incomod¨ªsimo y te vas confiando mucho. Mi hijo, que tiene 10 a?os, se pasa la vida dise?ando m¨¢quinas -supongo que influenciado por ese robotito que ¨²ltimamente hemos visto en televisi¨®n que sube por las galer¨ªas de la pir¨¢mide- para que no tenga que meterme en las tumbas que se caen?
Riesgo y emoci¨®n. ?Cu¨¢les han sido los momentos m¨¢s escalofriantes?
Uno ha sido este a?o, en la ¨²ltima campa?a de Djehuty. Hab¨ªamos recogido un conjunto de cer¨¢mica y hab¨ªa una ovoide, muy grande, rota en la parte superior. Las roturas eran antiguas y yo mir¨¦ dentro y no estaban los trozos. Era raro, pero como estaba colmatada de tierra, empec¨¦ a excavarla con mucho cuidado a ver si me encontraba los cachitos que faltaban. Encontr¨¦ fragmentos de otra jarra, pero una vez retirados esos fragmentos vi, dentro de la jarra, unas piedras m¨¢s grandes que la boca original de la cer¨¢mica, que probablemente se hab¨ªa roto para meterlas. Fui sac¨¢ndolas y debajo de ellas hab¨ªa una tela atada. Todo era muy emocionante, al final saqu¨¦ el hatillo de lino, que estaba anudado en los dos extremos, y, cuando las condiciones clim¨¢ticas son tan favorables como en Tebas -de una enorme sequedad-, el lino se conserva tan bien que pude desatar los nudos sin romperlos. Era una jarra del 650 antes de nuestra era, o sea, de 2.650 a?os, ?y pude desatar los nudos?!
Me muero de curiosidad, d¨ªgame, ?qu¨¦ ten¨ªa dentro?
Dentro del hatillo hab¨ªa, nada m¨¢s y nada menos, que un mech¨®n de pelo.
?Qu¨¦ decepci¨®n!
Pero era un mech¨®n de pelo muy especial. Dentro de un ritual muy complejo, llamado "la apertura de la boca", que se hac¨ªa en las necr¨®polis para que el muerto pudiera revivir a la otra vida, participaban dos pla?ideras que hac¨ªan las veces de Isis y Menfis -las diosas m¨¢s importantes vinculadas al dios de los muertos, Osiris-, y al final se cortaban un mech¨®n de pelo que se guardaba, y que nunca hab¨ªamos encontrado. Y eso es lo que yo ten¨ªa, el pelo de la diosa, porque esas mujeres personificaban a una diosa. Fue muy emotivo. Otro momento muy especial fue cuando, con Mar¨ªa Dolores Garralda, examinaba los restos humanos de una momia que estaba muy deteriorada y encontramos el escarabeo del coraz¨®n, una pieza fant¨¢stica que ocupa el lugar del coraz¨®n, con una inscripci¨®n maravillosa con el nombre de la muerta.
Me atrevo a decir que, despu¨¦s de estas experiencias, la egiptolog¨ªa es como la imagin¨® en su adolescencia.
Es como la so?¨¦, sigo entusiasmada y deseando volver a Egipto. Es de cine, porque hay muchos momentos que no vivir¨ªas dedic¨¢ndote a otra profesi¨®n, aunque tiene una carga de labor minuciosa, de paciencia, de horas de estudio, que eso no sale en las pel¨ªculas, donde van pegando tiros y arrancando piedras? ?La de horas de dibujo que conlleva una estelita o un recipiente de cer¨¢mica! Hay muchas ma?anas que yo no hago m¨¢s que dibujar y dibujar. Es dif¨ªcil ver alguna pel¨ªcula cercana a la vida del arque¨®logo, todas son bastante falsas. La verdad es que la egiptolog¨ªa sigue siendo una disciplina bastante joven, porque Champollion descifr¨® los jerogl¨ªficos en 1821 y, a partir de ah¨ª, es cuando hemos podido leer. Pero hay much¨ªsimo hecho, y eso acerca bastante a lo que fue el antiguo Egipto, aunque siempre te sorprende porque es un pa¨ªs fascinante y muy, muy, generoso. Apenas has comenzado a excavar y ya tienes un nivel arqueol¨®gico extraordinario.
?Por qu¨¦ el mundo fara¨®nico sigue fascinando tanto a gente de culturas tan diferentes?
Yo creo que es por la est¨¦tica y el misterio. En un primer momento, las momias tienen una fascinaci¨®n tremenda, ese mensaje de eternidad, esos cuerpos de individuos de hace 4.000 a?os; y la est¨¦tica egipcia es arrebatadora. A eso se pueden sumar los logros tecnol¨®gicos que alcanzaron, que hacen que otras personas, menos sensibles a la est¨¦tica o al morbo de las momias, tambi¨¦n se interesen por Egipto.
?Qu¨¦ le parece la reciente reconstrucci¨®n del rostro de Tutankam¨®n?
Me ha parecido guap¨ªsimo. Los egipcios antiguos eran guapos sin duda, hay momias en las que todav¨ªa est¨¢n guapos, como la de Tutmes IV, imag¨ªnese sin momificar.
Puestas a imaginar, cu¨¦nteme su sue?o pendiente de egipt¨®loga.
Excavar en el Valle de las Reinas y encontrar el equivalente de Tutankam¨®n en una reina ser¨ªa fant¨¢stico. Aparte de Hatshepsut ha habido otras reinas importantes que apenas se conocen. La figura de la reina es muy discreta en el Egipto fara¨®nico, excepto aquellas reinas que no formaban parte de la estirpe real, que eran advenedizas, por ejemplo, Nefertari, la reina Tiye -esposa de Amenofis III- o Nefertiti. Estas mujeres, que no eran de estirpe real, sino que las eleg¨ªan los reyes como esposas, son las m¨¢s conocidas, pero la reina de estirpe real era muy discreta, pese a ser una figura fundamental en la realeza fara¨®nica, porque era ella la que transmit¨ªa la estirpe. Estas mujeres, me imagino, ir¨ªan muy tapadas, en baldaquinos. Por ejemplo, de Hetepheres, una reina muy antigua -madre de Keops y esposa de Snefu-, conocemos sus brazaletes, que sub¨ªan hasta el codo, y un baldaquino, lo que nos hace pensar que se mostraban como seres divinos, como estatuas. En los a?os veinte se encontr¨®, en Giza, una c¨¢mara que se pens¨® que era su tumba, pero probablemente era el material funerario que hab¨ªa sobrevivido de la tumba original. Es magnifico, un baldaquino y unos sillones dorados que est¨¢n en el Museo de El Cairo. Esto demuestra que las reinas tuvieron unos ajuares fastuosos, pero todas las tumbas que se han encontrado est¨¢n expoliadas. Aunque el Valle de las Reinas es una necr¨®polis muy poco explorada, las tumbas que hay son preciosas. Mi sue?o es encontrar la tumba de una reina -ahora mismo es imposible porque Egipto no da permisos de excavaci¨®n a otros pa¨ªses-, pero como sue?o ah¨ª est¨¢, ser¨ªa fant¨¢stico.
Creo que no todo han sido momias y cer¨¢micas fara¨®nicas, parece que tambi¨¦n ha pasado por otras aventuras m¨¢s pegadas a la actualidad.
Siempre hay vivencias curiosas o divertidas de otro tipo. Recuerdo una, en 1989. Yo estaba interesada en documentar lo m¨¢s posible las andanzas de los mercaderes sudaneses que vienen con grand¨ªsimas caravanas de dromedarios hasta llegar a El Cairo, y se re¨²nen en Suk el Guimal -que significa Zoco del Camello, aunque en realidad son dromedarios-, un mercado muy importante. Me interesaba, porque Icona me hab¨ªa pedido un trabajo sobre animales para una revista, y hab¨ªa escogido el dromedario. Alguna vez hab¨ªa visto grandes manadas y quer¨ªa saber el precio de los adultos, de las cr¨ªas, de las dromedarias embarazadas? La sorpresa de los camelleros al ver a una chica joven y sola por un mercado donde no hay turistas fue tremenda? Fui, sabiendo que me met¨ªa en un ambiente un poco cerrado. Soy m¨¢s bien peque?ita y menuda, as¨ª que ten¨ªa que demostrar mucha decisi¨®n. Y eso hice. Cuando te ven segura, hablando en ¨¢rabe, de entrada les sorprendes. Iba con mucho cuidado, pidiendo permiso para todo; les dec¨ªa que estaba escribiendo un libro, y eso a la gente del desierto le impresiona. Me llamaban doctora y me ofrecieron toda la informaci¨®n posible. Es un mercado muy activo, donde yo era la ¨²nica mujer entre cientos de sudaneses y miles de camellos? Los camellos llevaban el nombre de los propietarios marcado a hierro o con sprays de colores, y algunos tambi¨¦n, invocaciones a Al¨¢. Son unos bichos tremendos y violentos. Intent¨¦ averiguar a partir de qu¨¦ momento exist¨ªan en Egipto, porque no son propios de la cultura fara¨®nica, no aparecen en los jerogl¨ªficos, se introdujeron en la ¨¦poca helen¨ªstica. Result¨® muy interesante, muy curioso, una vez pasados los primeros momentos de desconcierto general, y he pasado por apuros menos interesantes?
?Por ejemplo?
Ir de becaria por el mundo con los presupuestos de Asuntos Exteriores, a comienzos de los ochenta, aquello si era pasar apuros? Yo viv¨ªa en El Cairo en el entorno del Museo Egipcio, en una pensi¨®n modesta donde se pod¨ªa vivir pero era dif¨ªcil estudiar. Ten¨ªa una mesa coja y una l¨¢mpara que no alumbraba nada, y, claro, en invierno, a las cinco de la tarde era de noche. As¨ª que me iba a estudiar a la cafeter¨ªa del hotel Hilton hasta que pr¨¢cticamente me echaban? Por eso, cuando a?os m¨¢s tarde fui la primera vez en un viaje de profesora y me aloj¨¦ en el Hilton result¨® muy divertido. Me dije: "Ahora s¨ª, despu¨¦s de tantas horas de cafeter¨ªa, ahora puedo vivir en el Hilton". Cuando te quieres especializar en algo, el d¨ªa a d¨ªa s¨ª que es una verdadera aventura, pero yo he tenido mucha suerte. Como sigue siendo una aventura hacer egiptolog¨ªa en Espa?a, tienes que tener muchas ganas? Todav¨ªa hay que ir a estudiar al extranjero, lo ¨²nico que existe es alguna asignatura en Historia y algunos cursos, pero, pese a todo, se est¨¢ formando gente muy buena.
No me extra?a que repita la palabra 'suerte', parece que los dioses la protegen de verdad.
Los dioses me aman mucho. Las diosas aladas son muy protectoras y he viajado por todo Egipto buscando, por tumbas, museos y escrituras, figuritas de diosas aladas. Cualquiera de sus im¨¢genes es una preciosidad. Y les he dedicado un libro?
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