Presumibles y asumibles
Los principales aspectos que se han hecho p¨²blicos hasta el momento del proyecto del Gobierno de Presupuestos para 2006 no se caracterizan por incorporar grandes sorpresas sobre lo que pod¨ªa considerarse esperable. La confortabilidad que supone el confeccionarlos en una fase del ciclo notoriamente expansiva -sobre todo, en t¨¦rminos comparativos respecto al crecimiento medio europeo-, que permite una din¨¢mica de generaci¨®n de ingresos fiscales suficientemente elevada como para plantear un crecimiento notable en el gasto compatible con una previsi¨®n de super¨¢vit (aunque sea modesto y en t¨¦rminos consolidados), merece, en principio, una valoraci¨®n positiva en un contexto en el que hasta 10 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea presentaron en 2004 d¨¦ficit superiores al 3% del PIB, incluyendo en ese grupo de incumplidores los cuatro grandes de la Uni¨®n (Alemania, Francia, Italia y Reino Unido).
No parece tampoco que las previsiones de crecimiento del PIB en 2006 en las que se basa el presupuesto pequen de un exceso de optimismo. La din¨¢mica econ¨®mica actual del pa¨ªs y la relativamente alta probabilidad de que, por lo menos a corto plazo, se mantengan las condiciones que la est¨¢n haciendo posible parecen indicar que un crecimiento del 3,3% del PIB en 2006 es alcanzable sin excesivas dificultades. Sin embargo, no est¨¢ tan claro, desgraciadamente, que la evoluci¨®n de los componentes que plantea el cuadro macroecon¨®mico del Gobierno, especialmente en lo que se refiere a la proporci¨®n de las aportaciones de la demanda interna y del sector exterior, vaya a cumplirse. Pensar que el sector exterior va a detraer solamente 1,1 puntos al crecimiento del PIB en 2006, cuando en el segundo trimestre de este a?o est¨¢ restando 2,6 puntos, parece poco realista y s¨®lo posible si se produjera una clara recuperaci¨®n de la econom¨ªa de los principales pa¨ªses europeos que dinamizara nuestras exportaciones al ¨¢rea. Pero esa eventual recuperaci¨®n econ¨®mica de la UE en 2006, a estas alturas, es dif¨ªcil incluso de imaginar. Por otro lado, no deja de resultar decepcionante constatar que la desaceleraci¨®n del crecimiento de la demanda interna que prev¨¦ el Gobierno, necesaria a todas luces para lograr un crecimiento m¨¢s equilibrado y sostenible, se producir¨¢ m¨¢s a costa del crecimiento de la inversi¨®n productiva que del consumo privado, al rev¨¦s de lo que ser¨ªa deseable en un pa¨ªs en el que la inflaci¨®n representa un serio problema.
Tambi¨¦n se ha planteado como una cr¨ªtica a las hip¨®tesis en las que se basa la confecci¨®n del presupuesto la que establece un precio medio del petr¨®leo en 2006 en 55 d¨®lares por barril brent. Ciertamente, hay indicios de que esa previsi¨®n puede quedarse corta. En cualquier caso que el precio del petr¨®leo vaya mucho m¨¢s arriba o que no se corrija suficientemente el lastre que est¨¢ significando la evoluci¨®n del sector exterior en nuestro crecimiento econ¨®mico, son ciertamente problemas de primera magnitud para el futuro de la econom¨ªa espa?ola, pero un error en la previsi¨®n de su evoluci¨®n durante el a?o pr¨®ximo no parece que vaya a comprometer el cumplimiento de un presupuesto que, como el anterior, se ha elaborado desde criterios extremadamente prudentes en cuanto a la previsi¨®n de ingresos. En este sentido, baste recordar que el presupuesto de 2005, el cual parece evidente que va a cerrarse con super¨¢vit, se confeccion¨® con las hip¨®tesis de que el precio medio del barril brent ser¨ªa este a?o de 33,5 d¨®lares y que el sector exterior no restar¨ªa m¨¢s de seis d¨¦cimas al crecimiento total del PIB.
En cualquier caso, s¨ª que probablemente deber¨ªa ir plante¨¢ndose con m¨¢s profundidad, desde una perspectiva quiz¨¢ m¨¢s amplia que la del presupuesto para un ejercicio concreto y del inevitable debate sobre si ¨¦ste es demasiado expansivo o no, la importancia del presupuesto como instrumento corrector de los desequilibrios que muestra el actual modelo de crecimiento espa?ol. Sin margen de decisi¨®n en la pol¨ªtica monetaria, ni posibilidad de intervenci¨®n sobre el tipo de cambio, el papel de la pol¨ªtica fiscal parece que necesariamente debiera ir adquiriendo m¨¢s peso en la tarea reequilibradora de nuestro crecimiento. Teniendo en cuenta, por otra parte, que ¨¦ste es un pa¨ªs en el que, pese a las mayores dotaciones que el presupuesto que plantea el Gobierno propone para estos ¨¢mbitos, todav¨ªa son evidentes los d¨¦ficit en infraestructuras, en I+D+i y en servicios p¨²blicos (hasta cu¨¢ndo, por ejemplo, debemos seguir considerando como m¨¢s o menos normal que un considerable n¨²mero de ni?as y ni?os comience cada a?o el curso escolar en barracones, mientras en cualquier otro ¨¢mbito de la actividad p¨²blica o privada resultar¨ªa ins¨®lita una situaci¨®n semejante), est¨¢ claro que nos encontramos ante una ecuaci¨®n de muy dif¨ªcil resoluci¨®n, todav¨ªa m¨¢s si introducimos, como parece deducirse del consenso transversal imperante en esta cuesti¨®n, que la presi¨®n fiscal es una variable que s¨®lo debe ser modificada a la baja.
Xavier Segura es jefe del Servicio de Estudios de Caixa Catalunya.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.