Tinglado de percalina
A los noventa a?os de su primera edici¨®n en 1915, esta breve novela podr¨ªa no pasar de ser un ejercicio muy levemente c¨ªnico de exorcismo sentimental. La escribe un muchacho de veinte a?os y su sujeto protagonista acaba con la misma edad de su autor aunque sus experiencias escritas en formato de diario, primero, y de memorias, despu¨¦s, retrocedan a ratos a la infancia: alta burgues¨ªa y palacios antiguos, querencias rom¨¢ntico-modernistas -con p¨¢tina leve de iron¨ªa- y un mimetismo logrado de la voz, las mentiras, los ¨¦nfasis sentimentales de un muchacho que se descubre ante el lector a medida que avanza la novela y cambia de amores, de novias, de espacios, sin perder el ta?ido orgulloso y altivo de una clase protegida por Dios, con parentescos aristocr¨¢ticos y conexiones pol¨ªglotas. Ni en Italia ni en Portugal el fascismo ha alcanzado ni primeros ni ¨²ltimos objetivos militares, pero ambos pa¨ªses y ambas culturas se pasean por la infancia y juventud de Tar¨ªn, como lo har¨¢ muy particularmente Francia y sobre todo Italia.
PEQUE?AS MEMORIAS DE TAR?N
Rafael S¨¢nchez Mazas
Pen¨ªnsula. Barcelona, 2005
204 p¨¢ginas. 16 euros
Juan Ram¨®n est¨¢ a punto de publicar un irreductible Diario de un poeta reci¨¦n casado, Unamuno ha parido ya, hace nada, una novela genuinamente original y moderna, Niebla, y Valle-Incl¨¢n ech¨® a andar sus choles y bradomines en cuatro sonatas hace apenas unos pocos a?os. Rafael S¨¢nchez Mazas (1894-1966) dedica su primer¨ªsima y precoz novela a la autoautopsia sentimental de las nader¨ªas de todos, o casi todos, entre los quince y los veinte a?os, como si la misma trama de la novela fuese una inmaculada e imprevista met¨¢fora del ego¨ªsmo de una clase asustada. Retrospectivamente, y despu¨¦s de saber los pasos de S¨¢nchez Mazas como cronista entusiasta de la marcha a Roma de Mussolini seis a?os despu¨¦s y cofundador de Falange (y su lenguaje), se lee como esa met¨¢fora del origen moral, familiar o dom¨¦stico del fascismo: una ideolog¨ªa reaccionaria sin tapujos aunque con muchos disfraces interesados con el fin expreso de cumplir lo que el muchacho sue?a, no hacerse mayor, no dejar la adolescencia ni los grabados de La Ilustraci¨®n, que todo perdure inc¨®lume y sin historia ni v¨ªsceras, idealizado como los mismos grabados y los tirabuzones de las ni?as rubias, como los jardines y las rosaledas; la conservaci¨®n imperturbable de un mundo que en esos momentos est¨¢ fundi¨¦ndose en la negra gran guerra que anda por los campos de Europa, y que no es nada real en el libro frente a la intimidad sentimental y emotiva de Tar¨ªn y las escalinatas de m¨¢rmol, los gabinetes privados, los sentimientos menudos, las euforias y decepciones de los pocos a?os: "Quisiera que las ciencias, las artes y los viajes siguiesen siendo libros de estampas", escribe ya con veinte a?os. Es el miedo a que la experiencia del mundo real, no diferida o atenuada por el artificio humano, est¨¦tico o de clase, introduzca en el equilibrio perfecto del mundo familiar algo m¨¢s que desajustes sentimentales y algo mucho peor: la din¨¢mica ind¨®cil de fuera, donde todo se descompone y donde ni hay due?o ni novelista capaz de controlar nada porque es la vida real.
No es en absoluto una mala
novela de formaci¨®n intimista si se advierte bien que ese Tar¨ªn enamoradizo y sensible, un poco novelero e infectado de bellas letras, impresionable y rubio, rubio, como los dos tercios, grosso modo, de personajes de la novela, est¨¢ vigilado por otro, ese amigo que es el autor y que se ha encargado de editar los papeles biogr¨¢ficos que le ha prestado Tar¨ªn y a los que ha sometido a una creciente poda porque hay cosas que las ni?as no pueden ni deben leer, como si toda la hipocres¨ªa y la mala educaci¨®n de una clase fuese la base moral de unas memorias que no pueden ser veraces porque ruborizar¨ªan los perfectos tirabuzones y echar¨ªan a perder sin remedio la delicadeza de un mundo de rasos y veladas, de paseos a caballo y partidos de tenis: un mundo perfecto amenazado por la historia, condenado a la ruina si alguien no opone alguna resistencia por la v¨ªa que sea, incluido, pensar¨¢ enseguida S¨¢nchez Mazas, el fascismo.
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