La batalla por el valor de la creaci¨®n
El Congreso discute la reforma de la Ley de la Propiedad Intelectual ante los cambios tecnol¨®gicos
La Ley de Propiedad Intelectual es el conjunto de disposiciones que se ocupan de tratar de los derechos de los creadores en un mundo que cambia a marchas forzadas. Las nuevas tecnolog¨ªas, cuyo uso se ha generalizado en los ¨²ltimos a?os, han alterado radicalmente las reglas de juego, y los legisladores de la Uni¨®n Europea han intentado adaptar las viejas normas a una realidad diferente. Lo han hecho a trav¨¦s de la llamada Directiva de la Sociedad de la Informaci¨®n, que todos los pa¨ªses de la Uni¨®n deb¨ªan haber incorporado a sus respectivas legislaciones antes del 22 de diciembre de 2002.
Espa?a va un tanto retrasada. El ¨²ltimo 22 de julio el Consejo de Ministros aprob¨® el proyecto de ley que incorpora la directiva europea a la legislaci¨®n espa?ola. Es ese proyecto el que se est¨¢ discutiendo ahora en el Congreso, y el que ha provocado reacciones diferentes. Tal como explica Pedro Farr¨¦, director de Relaciones Corporativas de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), "de lo que ahora se trata es de reformas peque?as que no cambian el r¨¦gimen de propiedad vigente". Tambi¨¦n lo dice Magdalena Vinent, directora general del Centro Espa?ol de Derechos Reprogr¨¢ficos (CEDRO): "Es s¨®lo un parche. No cambia lo fundamental, pero s¨ª modifica algunas cuestiones que afectan directamente al sector del libro".
Se reconoce el derecho de acceder a las obras en el lugar y el momento que se elija
La nueva ley s¨®lo permite que se hagan tres copias para uso privado
La ley que est¨¢ siendo sometida a esta peque?a intervenci¨®n quir¨²rgica que exige la legislaci¨®n europea, para adecuarla al nuevo entorno digital, es el texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual que se aprob¨®, con un consenso pol¨ªtico muy alto, en 1996. "Lo que se ha hecho es intentar armonizar los derechos de propiedad intelectual en el entorno digital", explica Concepci¨®n Becerra, secretaria general t¨¦cnica del Ministerio de Cultura. "Una de las novedades en el cat¨¢logo de derechos es el reconocimiento expl¨ªcito en esta ley del derecho de puesta a disposici¨®n interactiva. Es decir, que se reconoce el derecho que tiene cualquier usuario, gracias a las nuevas tecnolog¨ªas, de acceder a las obras en el lugar y el momento que elija. Ahora, si quiero, puedo ver una pel¨ªcula en la playa desde mi ordenador port¨¢til en el momento en que me apetezca, por ejemplo".
El otro asunto sensible afecta a la regulaci¨®n del r¨¦gimen de copia privada. La legislaci¨®n espa?ola reconoce el derecho de los usuarios a hacer copias de determinadas obras para su uso privado. "Aqu¨ª de lo que se trata es de discutir los l¨ªmites", explica Concepci¨®n Becerra. Cuando Farr¨¦ se refiere a este asunto habla de "remuneraci¨®n compensatoria por copia privada". Dicho de otra manera: que se debe compensar a los autores por la utilizaci¨®n de su obra en el ¨¢mbito dom¨¦stico a trav¨¦s de la copia privada gracias a las nuevas tecnolog¨ªas.
En este punto, ha habido consenso entre las sociedades de gesti¨®n de derechos y los fabricantes, y estos ¨²ltimos (y los distribuidores de CD, DVD y de esc¨¢neres multifunci¨®n) han de pagar un canon que compensa a los autores por esas copias dom¨¦sticas que se permiten en Espa?a. El canon repercute en los usuarios, que pagan un poco m¨¢s al comprar los soportes (los CD o DVD v¨ªrgenes...), digamos que por el concepto de "derechos de autor".
El derecho a la copia privada, reconocido en la legislaci¨®n espa?ola, obliga tambi¨¦n a las empresas a que no utilicen "medidas tecnol¨®gicas de protecci¨®n", dice Becerra, que evitan que las obras (un CD, un DVD) puedan copiarse. "Si en la legislaci¨®n actual no hab¨ªa l¨ªmites en el derecho de hacer copias, la nueva ley s¨®lo permite que se hagan tres copias para uso privado", explica.
La reforma podr¨¢ ser m¨ªnima, podr¨¢ ser un parche, pero la materia que regula la Ley de Propiedad Intelectual es tan sensible, que el cambio de sitio de una coma puede desencadenar la cat¨¢strofe. Un comunicado de la Federaci¨®n para la Protecci¨®n de la Propiedad Intelectual (FAP) dejaba vislumbrar lo que hay detr¨¢s de la reforma que se discute en el Congreso. La directiva europea nace para intentar detener el incremento de los delitos contra la propiedad en Europa, que en nuestro pa¨ªs "est¨¢ afectando a los 100.000 puestos de trabajo del sector audiovisual (sector cinematogr¨¢fico, videogr¨¢fico y de videojuegos)". Y daban cifras: en 2004, hubo "70 millones de reproducciones ilegales frente a 46 millones distribuidas legalmente", lo que supone unas p¨¦rdidas de 750 millones de euros en el sector audiovisual y 300 millones de euros en el sector de videojuegos.
"No estamos de acuerdo con el derecho privado a hacer tres copias", cuenta Pedro P¨¦rez, presidente de la Federaci¨®n de Asociaciones de Productores Audiovisuales de Espa?a (FAPAE). "Nos lo jugamos todo y hay muchas cosas que est¨¢n cambiando: el mercado se transforma, hay nuevas formas de explotaci¨®n, est¨¢ Internet y el disco duro. Las tres copias favorecen la pirater¨ªa y si ahora nos equivocamos, pervertimos todo el modelo. ?Qui¨¦n va a invertir si hay muchos riesgos para la recuperaci¨®n de la inversi¨®n?".
La complejidad de la Ley de Propiedad Intelectual es tal, y hay tantos intereses enfrentados, que "no se puede complacer a todas las partes, y todas tienen algo que ceder", dice Becerra. Farr¨¦ es rotundo: "La SGAE no va a admitir rebajas en la protecci¨®n de los derechos de los autores. Es importante que haya sat¨¦lites, cables de fibra ¨®ptica, nuevos dispositivos electr¨®nicos, diferentes operadores de comunicaci¨®n. Pero no tienen ning¨²n sentido si no existen los contenidos que circulen por ah¨ª. Y esos contenidos los producen los creadores. Y los derechos de propiedad son el salario que cobran para hacer dignamente su trabajo".
Un laberinto de intereses
La Ley de Propiedad Intelectual desencadena apasionados debates, pues opera sobre un territorio en el que se mezclan intereses diversos y muchas veces enfrentados. Est¨¢n, por un lado, los usuarios, dentro de los que el ciudadano corriente es el ¨²ltimo eslab¨®n de una larga cadena. Antes est¨¢n las televisiones, las empresas, la hosteler¨ªa, los bares y un largo etc¨¦tera. "Cada vez que se utiliza una foto, en la televisi¨®n por ejemplo, se paga un porcentaje de derechos de autor. Y ocurre tambi¨¦n cuando se pone una canci¨®n en un hotel", explica Concepci¨®n Becerra. En el otro lado est¨¢n las entidades que gestionan los derechos de autor, y que se ocupan de que los creadores de un libro, de una pel¨ªcula o de una melod¨ªa puedan cobrar cada vez que se utiliza su trabajo.
As¨ª que hay que generar entre todos los sectores implicados el suficiente consenso para que las cosas funcionen y no se distorsionen los distintos ¨¢mbitos por los que circula una producci¨®n art¨ªstica o intelectual. Productores, distribuidores, consumidores, creadores, operadores de telecomunicaci¨®n, televisiones y las industrias que est¨¢n detr¨¢s de cada sector (el cine, el libro, el teatro, la m¨²sica, los videojuegos, etc¨¦tera).
Durante los ¨²ltimos d¨ªas, CEDRO se ha pronunciado tambi¨¦n a prop¨®sito de la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual se?alando que vulnera al sector del libro. Y es que hay determinadas circunstancias en las que la ley determina que el autor no tiene derechos sobre su obra. En este proyecto de modificaci¨®n, en el caso de que esas obras sirvan como ilustraci¨®n con fines de ense?anza (fotocopias de un poema de Garc¨ªa Lorca, por ejemplo). "No se ha establecido, como sucede en otros pa¨ªses europeos, una compensaci¨®n a los autores por la utilizaci¨®n de sus obras en el ¨¢mbito de la ense?anza", comenta Magdalena Vinent. "Pero es que, adem¨¢s, la ley permite la comunicaci¨®n p¨²blica de obras a trav¨¦s de redes internas en bibliotecas y otras instituciones culturales. Si una de ellas tiene una gran cantidad de obras, las dem¨¢s disponen de todo ese material. No hay compensaci¨®n alguna, y si las cosas siguieran por esos derroteros, en breve no habr¨¢ ya manera ni de editar, ni de escribir".
Babelia
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