Grecia
EL PA?S presenta ma?ana, s¨¢bado, por 9,95 euros, el octavo volumen de la Historia del Arte
Cuando los artistas griegos comenzaron a tallar la piedra partieron del punto en que se hab¨ªan quedado los egipcios y los asirios. Pero, a diferencia de ellos, los griegos empezaron a utilizar sus ojos para ver lo que quer¨ªan representar.
Alrededor de 1450 antes de Cristo, un pueblo de raza griega tom¨® posesi¨®n de la isla de Creta, en el Peloponeso, y all¨ª desarroll¨® una cultura que pervivi¨® hasta el siglo I de nuestra era. Fue en aquellas tierras quemadas por el sol donde se crearon los primeros estilos art¨ªsticos que permanecer¨ªan inalterables durante siglos. De esta civilizaci¨®n griega, la primera de las grandes culturas surgidas en suelo europeo, que gener¨® unas formas de vida y de pensamiento de las que todav¨ªa participa nuestra cultura actual, trata la octava entrega de la Historia del Arte de EL PA?S.
Hasta el siglo XVI antes de Cristo, Grecia y las islas estaban sujetas a los monarcas de Creta. Las tribus griegas se asentaron en las poblaciones costeras y en peque?as ciudades. Hubo muchas rivalidades y fricciones entre aquellas peque?as comunidades. El poeta Homero cant¨® alguna de ellas en la Il¨ªada y en la Odisea. De entre todas aquellas ciudades-Estado, la m¨¢s importante fue Atenas, en el ?tica. All¨ª se construyeron, en el siglo VI antes de Cristo, los primeros templos en piedra. Aquellos santuarios se transformaron en los siglos VI y V antes de Cristo en importantes centros sagrados y art¨ªsticos, como los santuarios de Delfos (dedicado a Apolo, el dios de los dorios) y Olimpia (donde creci¨® Zeus, el hijo de Cronos). Los artesanos de aquellas construcciones: escultores, pintores, arquitectos, descubrieron nuevas formas de representar al ser humano. Y as¨ª, unos encontraban la forma de tallar el torso con todos sus m¨²sculos; otros, las rodillas, y alguno hasta se atrevi¨® con la expresi¨®n del rostro, dotando de vida a una boca anodina s¨®lo con elevar ligeramente las comisuras.
Siguiendo su ejemplo, los pintores se animaron tambi¨¦n a decorar los vasos de cer¨¢mica. Primero, t¨ªmidamente, representando a los personajes de perfil como los egipcios y, m¨¢s tarde, ya de frente, descubriendo incluso el escorzo. Pero la explosi¨®n del arte griego coincidi¨® con la ¨¦poca en que la democracia de Atenas lleg¨® a su m¨¢ximo esplendor. El gran Pericles protagoniz¨® el siglo m¨¢s brillante de Grecia. Convoc¨® a su lado a las m¨¢ximas figuras de las artes y las letras y se encarg¨® de la reconstrucci¨®n de Atenas, da?ada por la invasi¨®n de los persas, que destruyeron en el a?o 480 antes de Cristo la acr¨®polis de la ciudad. Pericles restaur¨® y engrandeci¨® el Parten¨®n (20 a?os despu¨¦s de la construcci¨®n del templo de Olimpia) y los Propileos, e hizo de Fidias, el artista que transform¨® las estatuas de los dioses en esculturas de divinidades, su escultor de cabecera,
Las esculturas del Parten¨®n son las que mejor reflejan esa edad de oro del arte griego, del 520 al 420 antes de Cristo. El friso de m¨¢rmol que recorr¨ªa el templo, plagado de caballos y de jinetes, es la obra cumbre de un arte sublime. Contemplar esta sucesi¨®n de figuras en las salas del Museo Brit¨¢nico de Londres es entrar de lleno en la grandiosidad de la antigua Grecia, aquella que la actriz Melina Mercouri quiso recuperar para su pa¨ªs cuando la democracia la hizo ministra de Cultura.
El artista delicado
En arquitectura, el estilo j¨®nico, ligero y delicado, sucede al d¨®rico, mucho m¨¢s fuerte y robusto, que a su vez ser¨ªa m¨¢s tarde sustituido por los capiteles corintios, en homenaje a la rica ciudad de Corinto. Y Praxiteles se convierte en el artista de las esculturas m¨¢s delicadas. ?l encabez¨® la b¨²squeda de la belleza, la perfecci¨®n, la sensualidad, una figura ideal sin gestos que desfiguraran el rostro (los "estremecimientos del alma", seg¨²n S¨®crates).
La generaci¨®n siguiente a Praxiteles descubri¨® la forma de subrayar la expresi¨®n sin destruir la belleza. Uno de ellos, Lisipo, el escultor de Alejandro Magno, asombr¨® a sus contempor¨¢neos por la realidad que imprim¨ªa a sus retratos. Cuando Alejandro muri¨®, el arte griego pas¨® a ser considerado helen¨ªstico porque ya no era s¨®lo en Atenas donde se desarrollaba sino tambi¨¦n en ciudades como Alejandr¨ªa o P¨¦rgamo. Es ¨¦ste el periodo que produce obras tan sorprendentes como el grupo de Laocoonte y sus hijos, una escena tr¨¢gica que Virgilio desarroll¨® en la Eneida.
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