La batalla de la salud
Lucha contra la obesidad, la anorexia, el sobrepeso infantil, el tabaquismo, el c¨¢ncer, las drogas. Elena Salgado, ministra de Sanidad, ha emprendido una cruzada con muchos frentes para mejorar la calidad y la esperanza de vida de los espa?oles. Y predica con el ejemplo.
Cuando entras al Ministerio de Sanidad y Consumo compruebas que la falta de humos se ha transformado para algunos en sentido del humor. Los guardias de seguridad, antes de que deposites en el esc¨¢ner los b¨¢rtulos, te dicen: "Deje usted aqu¨ª el m¨®vil, las llaves, las monedas y? el tabaco". Luego te gui?an un ojo y te indican d¨®nde est¨¢ el ascensor. Arriba, al atravesar el laberinto de puertas que conducen al despacho de la ministra, Elena Salgado, te topas con varias estancias sin luz natural. No huele a nada y apenas se percibe el ruido que a ¨²ltima hora de la tarde levantan los pocos funcionarios, asesores y secretarias que merodean por el edificio hasta cumplir su turno.
Dentro, Salgado habla con Isidoro ?lvarez, presidente de El Corte Ingl¨¦s, para conseguir aliados en su ¨²ltima batalla: unificar la medida de las tallas de los cuatro grandes fabricantes de ropa espa?oles -Cortefiel, Induyco, Mango y Zara-, adem¨¢s de la Asociaci¨®n de Dise?adores de Moda, para evitar que los j¨®venes se hagan ilusiones falsas que fomenten la anorexia. Lo hace desde su mesa, amurallada con papeles blancos e informes, dentro de la que no parece tan menuda. All¨ª pasa, desde hace dos a?os, la mayor parte del tiempo, acompa?ada de tel¨¦fonos y de un aparato de m¨²sica que alimenta m¨¢s la meloman¨ªa de quien fue seis meses directora del Teatro Real, antes de su reinauguraci¨®n.
"La ley antitabaco deb¨ªa entrar en vigor en enero, es el mes de los prop¨®sitos de vida nueva"
"Antes viv¨ªa muy tranquila, pero cuando te ofrecen algo as¨ª no puedes negarte"
"He querido ser m¨¢s ministra de salud que de sanidad: enfatizar en que la gente no enferme"
Tiene un humidificador que se hace notar al lanzar el vaho -como si fuera un puro habano gigante- con una especie de exhalaci¨®n que mantiene sanas las plantas y disminuye la sequedad del ambiente y de algunos de sus asuntos, como la ley antitabaco, de la que se cumplen 100 d¨ªas la semana pr¨®xima y que ha levantado una vieja y eterna pol¨¦mica para los fumadores -"?qui¨¦n le manda a usted meterse en mi vida?"-, mientras que para los no fumadores ha sido una aut¨¦ntica liberaci¨®n despu¨¦s de toda una existencia atufados por los usos de un pa¨ªs muy poco respetuoso con ellos y sus derechos.
En eso ha estado Salgado estos meses, adem¨¢s de en la gripe aviaria, la lucha contra la obesidad infantil y adulta, el c¨¢ncer, el coraz¨®n, las c¨¦lulas madre, los bancos de cordones umbilicales, el consumo de drogas, lo que mata y lo que engorda? Toros dif¨ªciles de lidiar dentro de un ministerio que para apenas conservar competencias coloca a sus responsables en primera l¨ªnea de ataque muchas veces. Pero a Elena Salgado le gusta. "Le dije a Zapatero cuando me lo propuso que no sab¨ªa apenas nada de esto", confiesa. Pero a ¨¦l no le import¨®.
Ella es peque?a, pero luchadora, y va al grano sin muchos miramientos. Se ha formado siempre en un mundo rodeada de hombres, muchos de ellos rudos y machistas, en el que ha aprendido bastante desde que estudiara ingenier¨ªa industrial, donde era la ¨²nica mujer de su clase, una formaci¨®n que complet¨® con econ¨®micas. ?Coleccionando matr¨ªculas de honor desde el colegio? "S¨ª, muchas matr¨ªculas", admite sin ruborizarse. "Es la verdad", dice. ?Y el resto, sobresalientes? "Pues tambi¨¦n, pero lo mismo sacaba eso en matem¨¢ticas que en literatura; donde m¨¢s cojeaba era en gimnasia, dibujo, trabajos manuales y filosof¨ªa", comenta. Ahora le toca sacar buena nota en medicina, y desde que Rodr¨ªguez Zapatero le propuso el cargo, cuando ella estaba muy contenta como directiva en empresas del sector privado, se ha puesto a estudiar para aprobar al final de legislatura. "Viv¨ªa muy tranquila, pero cuando te ofrecen algo as¨ª no puedes negarte", a?ade.
Los suyos dicen que es tan exigente con los dem¨¢s como lo es consigo misma, y que ahora est¨¢ centrada en los males y los remedios para, al menos, tratar de que no se deteriore la buena salud de los espa?oles. S¨ª, la buena salud. En muchos aspectos, la mejor en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Si lo medimos en t¨¦rminos de esperanza de vida, as¨ª es, con 79,7 a?os frente a 78,3 de media en la Europa de los Veinticinco. Pero para que la cosa aumente y no decaiga hace falta ser un poco Pepito Grillo, un papel antip¨¢tico para quienes no les gusta que se les digan ciertas cosas.
A veces, Elena Salgado siente eso, que le ha tocado ser martillo de vicios; pero en la mayor¨ªa de los casos le da un poco lo mismo. Ella trata de predicar con el ejemplo. Es toda una ministra saludable con una anal¨ªtica ¨®ptima: 73 pulsaciones por minuto y el metabolismo en regla, con 0,81 de glucosa en la sangre; bien el colesterol en suero, con 0,80 de HDL m¨¢s 1,14 LDL y 0,72 triglic¨¦ridos en la sangre. Come poco, pero de forma equilibrada. Por las ma?anas, casi siempre en el ministerio. Si luego le acompa?a alguien se va al Retiro a dar un paseo largo al aire libre. Hace yoga y pilates, y los fines de semana, si los compromisos no se lo impiden, sale siempre al monte con las botas de marcha y con paso ligero, generalmente acompa?ada por amigos como el f¨ªsico Antonio Hernando, con el que conversa sobre agujeros negros en la sierra de Madrid vestida con equipo de nieve en invierno y camisetas frescas en verano. Si se tercia es capaz hasta de dar una vuelta en alguno de los caballos de Hernando o en cualquiera de sus dos burras, a las que llama Aut¨®noma y Complutense.
Antes tambi¨¦n sal¨ªa al monte con algunos andarines del equipo econ¨®mico de los ochenta, como Josep Borrell, que la fich¨® entonces para el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, y Miguel Mu?iz, hoy director del Teatro Real y orensano, como ella, aunque Salgado s¨®lo vivi¨® all¨ª los primeros cuatro a?os de su vida. Siempre ha hecho ejercicio, desde sus tiempos en el colegio Decroly, en Madrid, de inspiraci¨®n belga, que ella define as¨ª: "Un colegio moderno, pero aseadito, mixto, adelantado. Hac¨ªamos gimnasia a diario y yo tambi¨¦n hac¨ªa ballet", declara. "Lo espartano quiz¨¢ me venga de ah¨ª, de horas y horas en la barra". Adem¨¢s, ese culto al ejercicio f¨ªsico lo ve¨ªa en casa: "Mi padre, que era guap¨ªsimo y se parec¨ªa a William Holden, hac¨ªa una tabla de gimnasia muy dura todos los d¨ªas nada m¨¢s levantarse".
En su nevera -"que es muy grande", apunta- suele haber queso y anchoas: "Eso siempre. Tambi¨¦n, ahora, habr¨¢ lechuga, tomates, yogures con trozos de fruta, naranjas, zanahorias y jam¨®n", describe mentalmente desde su despacho. Suficiente para alguien que vive sola. "Ha sido as¨ª desde hace a?os, y cuando te acostumbras, mejor as¨ª que mal acompa?ada", asegura, siempre que no se refiera a su hija, de 29 a?os, que la visita de vez en cuando si su trabajo en La Haya como parte del equipo del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia se lo permite.
Lo que no tiene son ceniceros. La ley antitabaco se ha convertido en una de las se?as de su gesti¨®n; bastante contestada por muchos, como las asociaciones de vendedores de tabaco y algunos sectores sindicales y pol¨ªticos que estiman que la ley constituye un inaceptable recorte de las libertades individuales. Sin embargo, la norma ha sido aceptada por la mayor¨ªa, que ha acogido su cumplimiento con una naturalidad que a ella no le ha sorprendido. "He estado muy en contacto con el ministro italiano Sirchia, encargado de aplicar la ley all¨ª, y cuando vimos que no era causa de muchas protestas nos decidimos y se lo propuse a Zapatero". ?C¨®mo? "Le dije: presidente, debemos dar un paso m¨¢s all¨¢. No podemos ser tan progresistas en determinadas leyes y no dar un salto en sanidad. Lo entendi¨® r¨¢pido". Cree que es una de las ventajas de no ser una ministra pol¨ªtica, sino t¨¦cnica: "Legislas m¨¢s a largo plazo y no tanto ci?¨¦ndote a una legislatura".
Los contrarios a la ley han encontrado una aliada fiel en Esperanza Aguirre. Otra vez Aguirre se cruza en el camino de Elena Salgado. Con ella ya tuvo una experiencia digna de ser olvidada cuando Salgado dirig¨ªa el Teatro Real y Aguirre era ministra de Educaci¨®n y Cultura en el Gabinete de Aznar. "Fui nombrada por consenso al final del primer Gobierno socialista, consenso con el PP". Dur¨® seis meses. No pararon hasta sacarla del despacho. Despu¨¦s de meses de tira y afloja, el PP decidi¨® que no iban a dejar colgarse la medalla de la inauguraci¨®n en octubre de 1997 a alguien que no fuera de la cuerda. "As¨ª que un d¨ªa, Esperanza me llam¨® a su despacho y me dijo: 'Elena, detesto hacer esto porque nuestros hijos van al mismo colegio, pero el secretario de Estado [Miguel ?ngel Cort¨¦s, por aquel entonces] ha dicho que no puedes estar en tu puesto ni un minuto m¨¢s".
Ahora, por m¨¢s que hayan compartido asociaci¨®n de padres en el Colegio Brit¨¢nico, la presidenta de la Comunidad de Madrid est¨¢ dispuesta a desafiar en su regi¨®n la ley antitabaco. "Es que est¨¢ convencida de que es algo liberal lo que quiere hacer", cuenta Salgado.
El caso es que se avecina l¨ªo si Aguirre abre la manga para que se fume en lugares acotados del trabajo y si es menos estricta en la hosteler¨ªa. Una barrera que impedir¨¢ reducir las previsiones de Salgado. Seg¨²n los datos de su ministerio, en enero pasado entre 1,2 y 1,5 millones de espa?oles han intentado dejar de fumar; 300.000 de ellos han pedido ayuda m¨¦dica, el resto lo hace por su cuenta, y estiman que un 30% lo lograr¨¢. El descenso de ventas en ese mes, seg¨²n el Ministerio de Econom¨ªa, ha sido palpable. Un 4,2% menos que los meses anteriores. Se vendieron 304,5 millones de cajetillas, 13,4 millones menos que en enero de 2005. ?Por qu¨¦ esa obsesi¨®n en la fecha? "Ten¨ªa que entrar en vigor en enero. Es el mes en el que los prop¨®sitos de vida nueva se ponen en pr¨¢ctica, una fecha bandera".
Las previsiones son ambiciosas. "Pretendemos que en dos a?os disminuya un 5% el consumo de tabaco y un 3% el n¨²mero de fumadores, que pase al 26% de la poblaci¨®n". Pero eso no es f¨¢cil, m¨¢s cuando se juega en desventaja en casa. Porque en Espa?a, el precio de las cajetillas es muy inferior al de la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos. Si una cajetilla de Marlboro cuesta aqu¨ª 2,75 euros, en Francia pagas 5, en el Reino Unido te cobran 7,36, y en Noruega, el pa¨ªs m¨¢s caro, 8,02. ?Soluci¨®n? "Subir algo m¨¢s el precio, aunque no tanto como para que afecte al IPC", asegura dejando entrar su parte economista.
La lucha no le quita el sue?o. Ni eso, ni la gripe aviaria. "Estamos alerta, y es dif¨ªcil que nos sorprenda en nuestro entorno despu¨¦s de la experiencia de las vacas locas. Tenemos previsto un plan de actuaci¨®n en la UE que ser¨¢ efectivo", asegura la ministra. Ni los bancos de cordones umbilicales tras saberse que los pr¨ªncipes de Asturias hab¨ªan guardado el cord¨®n de la infanta Leonor en uno de Estados Unidos. "Aquello fue un defecto de informaci¨®n, un fallo. El ministerio debe informar a todas las personas que deciden hacerlo de que las posibilidades que tiene una persona de utilizar las c¨¦lulas de su cord¨®n para curarse son muy pocas porque las enfermedades se manifestar¨¢n con toda probabilidad despu¨¦s de que ¨¦stas produzcan efectos. Por eso en Espa?a se depositan en bancos p¨²blicos y an¨®nimos, porque en los 15 a?os que son efectivas pueden curar a otras personas", aclara.
Nada, por el momento, le quita el sue?o, aunque s¨ª hay algo de lo que es consciente que no beneficia a su salud: duerme poco y trabaja demasiado. Lleva una vida espartana. "Me levanto hacia las siete, hago mi tabla de gimnasia, desayuno fuerte y vengo al despacho", cuenta. La jornada acaba hacia las diez de la noche: "Llego a casa, me pongo c¨®moda y me dedico durante al menos una hora y media a no hacer nada". ?Nada de nada? "Nada. Si llaman por tel¨¦fono, lo cojo, pero luego descuento el tiempo que me hayan interrumpido". ?Interrumpido de qu¨¦? "Pues eso, de no hacer nada. Para perder el tiempo tambi¨¦n hay que ser disciplinada".
Parece que esa costumbre contemplativa se la ha ganado a pulso despu¨¦s de haber sido una mujer de acci¨®n; discreta, en segundo plano hasta que fue nombrada ministra, pero de acci¨®n y metida en diversos cotarros. Ya en la universidad era contestataria: "Nos dedic¨¢bamos a eso, a ir a manifestaciones, hacer asambleas, y aunque yo no estaba afiliada a ning¨²n partido, me ten¨ªan fichada porque en industriales ¨¦ramos muy pocas mujeres y se nos distingu¨ªa".
Eso de estar entre hombres le ha marcado. "En la universidad no me preocupaba de trapos, ni me pintaba, ni le¨ªa revistas. Discut¨ªamos a Marx y Engels y a Heidegger; ¨ªbamos a ver pel¨ªculas de Pasolini, y nuestras lecturas de evasi¨®n, digamos, eran Marguerite Duras, Simone de Beauvoir, Doris Lessing o Juan Goytisolo". Ya entonces se aficion¨® a la ¨®pera, "y algunos me acusaron de burguesa", recuerda. Despu¨¦s vinieron los primeros trabajos y la entrada en un mundo que le ha servido como observatorio para ver c¨®mo en Espa?a se iban a producir unos cambios dignos de metamorfosis. "Termin¨¦ la carrera en 1972 y me fui a trabajar a un sitio que, f¨ªjate c¨®mo ser¨ªa, lo llamaban el Kremlin". ?Por qu¨¦ ser¨ªa? "Entonces ¨¦ramos todos rojos. Se llama -porque a¨²n existe- Escuela de Organizaci¨®n Industrial, y todav¨ªa se dedica a la formaci¨®n de gran parte de los empresarios de este pa¨ªs". All¨ª estuvo hasta 1981. "Me encontr¨¦ unos empresarios tradicionales que dirig¨ªan empresas paternalistas, protegidas y sin saber lo que era una relaci¨®n sindical; se basaban en la intuici¨®n y la experiencia. Es incre¨ªble lo que ha cambiado ese sector en la democracia, pero lo cierto es que se ha pasado de un pa¨ªs proteccionista a uno que invierte con ¨¦xito en el exterior. En 10 a?os se transformaron, y eso es maravilloso".
Pese a esos comienzos contestatarios, su relaci¨®n con la casta empresarial ha sido siempre excelente, tambi¨¦n en su gesti¨®n como ministra. No hay m¨¢s que ver c¨®mo ha puesto de acuerdo a un buen n¨²mero de ellos para que financien los 100 millones de euros del proyecto del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares que dirige Valent¨ªn Fuster, inaugurado el pasado 27 de febrero. O c¨®mo maneja el consenso con los cuatro grandes fabricantes de ropa para que la apoyen en su lucha contra la anorexia.
Un tema grave que late siempre y sale a la superficie cada vez que los modistas toman la pasarela con modelos cadav¨¦ricas, foment¨¢ndola de manera descarada. Una enfermedad mental por la que son tratados en hospitales entre 1.300 y 1.500 pacientes al a?o en Espa?a, y que ya no es patrimonio de las mujeres, sino que afecta cada vez m¨¢s a varones: "La lucha contra la anorexia es complicada, no se sale solo. Forma parte de un trastorno psicol¨®gico que tiene que ver con la autoestima, con la falta de afecto. Los modelos que aparecen en televisi¨®n influyen, pero tambi¨¦n hay que luchar contra esas p¨¢ginas de Internet en que se alientan entre ellos".
Cierto, pero la impresi¨®n que generan esas mujeres en huesos que dicen son c¨¢nones de belleza, son alentados por gente con nombres y apellidos que se van de rositas. Hay una est¨¦tica del hueso y la ojera que no debe beneficiar. ?No se les va a perseguir por ello? "Puede que se fomente una est¨¦tica que, sumada a esos trastornos psicol¨®gicos, influya en la enfermedad, pero hay que alertar a la poblaci¨®n de que esos modelos no son normales. Todo forma parte de una corriente en la que hay que incluir tambi¨¦n el aumento de operaciones est¨¦ticas en las j¨®venes".
Contra todo eso hay que luchar, seg¨²n Salgado: "Hay que empezar por unificar las tallas. Y decir que no hay s¨®lo un modelo de belleza, sino una diversidad que cabe en muchas tallas; que una chica de 1,80 no puede entrar en una 36 porque no coincide con el ¨ªndice de masa corporal; que las que desfilan son maniqu¨ªes, no modelos de nada. Que lo normal es diverso, insisto".
La anorexia se trata como un trastorno mental. No es el caso de su contrario, la obesidad, que representa el paradigma de la sociedad de la abundancia. Contra la obesidad tiene Elena Salgado una batalla declarada. Sobre todo contra la infantil. Sabe las recetas. Son f¨¢ciles de recitar: "Dieta equilibrada y ejercicio". Pero dif¨ªciles de cumplir para quienes la padecen. El lenguaje de las instituciones es crudo. Epidemia lo llaman, ?no es pasarse? "Y a¨²n podr¨ªamos ir m¨¢s all¨¢, ahora que me toca el turno de presidir la Asamblea de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Estamos a un paso de declararla pandemia".
El caso es que los factores que producen la obesidad -el sedentarismo, la abundancia de comida, el consumo de m¨¢s calor¨ªas de las que se queman- degeneran en enfermedades cardiovasculares y otras como la diabetes que est¨¢n entre las principales causas de muerte en Espa?a. El 14,5% de la poblaci¨®n sufre hipertensi¨®n; el 10,5% tiene colesterol elevado; el 5,9%, diabetes?, valores en los que el sobrepeso incide.
Los datos alarman m¨¢s en los ni?os, nos espera un futuro gordo: si la obesidad afecta al 13,3% de espa?oles mayores de 18 a?os, llega hasta el 24,8% en ni?os entre 2 y 17 a?os. Es, por otra parte, una cifra coherente con los pa¨ªses mediterr¨¢neos -Italia, Grecia y Malta-, que cuentan con el mayor sobrepeso infantil de Europa. Todo esto encierra una paradoja impactante: la sociedad del bienestar nos puede acabar matando. Hay pa¨ªses europeos en los que comienza a disminuir la esperanza de vida. "Por eso el pron¨®stico de la OMS es frenar el sedentarismo y la obesidad, que curiosamente tambi¨¦n afecta a las rentas bajas, donde adem¨¢s la seguridad alimentaria es m¨¢s precaria".
La obesidad infantil es uno de los frentes m¨¢s preocupantes para el Ministerio de Sanidad, porque uno de los objetivos principales de la gesti¨®n es tratar de conservar y aumentar la esperanza de vida retrasando al m¨¢ximo las enfermedades. M¨¢s si se ha enfocado la legislatura desde una ¨®ptica concreta: "He querido ser m¨¢s una ministra de salud que de sanidad, porque si la sanidad la consideramos un sector, est¨¢ todo transferido y queda poco margen de maniobra. Pero un ministerio de salud debe poner ¨¦nfasis en que la gente no caiga enferma".
Puede que en eso, la guardia de los ciudadanos est¨¦ baja porque los espa?oles son optimistas respecto a su salud y corren el riesgo de confiarse. Creen que van por buen camino, pero eso no puede ser motivo de despreocupaci¨®n. El 12,7% de los ciudadanos cree que su estado de salud es muy bueno, y el 60,3%, bueno. Tan s¨®lo un 5,1 y un 1,6% opinan que es malo o muy malo.
Resumiendo. ?De qu¨¦ morimos? Seg¨²n un estudio del a?o 2003, la mayor¨ªa, de enfermedades isqu¨¦micas del coraz¨®n e insuficiencias cardiacas, m¨¢s de 60.000 personas; de c¨¢ncer, 45.000 -con preponderancia del de pulm¨®n y bronquios (18.780 casos), seguido del de colon, mama, est¨®mago y pr¨®stata-; enfermedades cerebrovasculares, 37.200; diabetes, demencia, accidentes de tr¨¢fico?
Contra todo eso se alza una esperanza de vida envidiable, mayor en mujeres (83 a?os) que en hombres (76,3). "Vivimos de las rentas. Las rentas de una dieta mediterr¨¢nea muy recomendable y de un clima muy beneficioso". Pero las rentas, como todo el mundo sabe, acaban agot¨¢ndose si no se reinvierten como Dios manda. "Contra eso es contra lo que hemos de estar bien preparados", asegura Elena Salgado.
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