Pandemia en Marbella
No es cierto lo que se afirma de forma bellaca. Hubo y hay periodistas que desde que llegara Jes¨²s Gil al poder municipal en Marbella denunciaron la rampante corrupci¨®n que sal¨ªa de la residencia de Gil, con sus s¨®tanos llenos de cientos de jamones para tapar bocas y acallar conciencias. Jamones y cajas de vino reserva y espumosos franceses que eran como la calderilla con la que Gil se jactaba de tener comprado a todo el mundo, periodistas incluidos. Otros eran comprados con plusval¨ªas.
Aquello parec¨ªa el metro de Tokio con el tr¨¢fico de maletines y trasiego de cuentas corrientes en negro con dinero que sal¨ªa de las arcas municipales.
No es cierto que todos los periodistas, como ¨¦l afirmaba, fueran carne de corrupci¨®n. Periodistas hay que por denunciar entonces connivencia entre el Ayuntamiento, un juzgado y mafiosos italianos, est¨¢n a¨²n pagando de su n¨®mina una sentencia que, conforme se vaya profundizando en la corriente de mierda que inunda el Ayuntamiento, se ver¨¢ que es dictamen discutible. Quien esto firma es uno de ellos, como otro compa?ero de La Opini¨®n de M¨¢laga. Se levant¨® entonces el llamado caso Casino, premio Andaluc¨ªa de Periodismo. Pero aquellas se?ales de alerta de nada sirvieron para detener los pies a Gil y sus mafiosos. De aquellos barros estos lodos.
No es cierto que con Gil en vida, Pedro Rom¨¢n, su lugarteniente, el silencioso Sampietro y el ¨ªnclito Juli¨¢n Mu?oz hubiera periodistas que se acojonaran. Como tampoco lo consiguieron quienes mov¨ªan los hilos del urbanismo, Jos¨¦ Antonio Roca o m¨¢s recientemente Marisol Yague, la alcaldesa, y su alter ego, Isabel Garc¨ªa Marcos. Felix Bay¨®n, en su lucha constante, puso patas arriba todo lo que estaba pasando; Antonio Garc¨ªa, que fuera jefe de redacci¨®n de Diario 16 M¨¢laga, siendo yo director, sufri¨® en sus carnes y en sus bienes las violentas amenazas de quien pretend¨ªa tenerlo todo controlado; Antonio tuvo que abandonar la profesi¨®n durante unos a?os; y Miguel Nieto, tambi¨¦n, que en el diario Sur era inmisericorde denunciador de la corrupci¨®n; y en el desaparecido Diario 16 M¨¢laga nunca hubo cuartel. Por tanto, que se callen quienes hablan de que la prensa y los periodistas comulgaron con las ruedas de molino que les daba Gil.
En la ciudad que fue escogida para crear el llamado sindicato del crimen, con una sonrisa que le llegaba a Gil de oreja a oreja, es cierto que hubo periodistas que prefirieron un plato de lentejas o cemento por zonas verdes. Es historia y mejor es no mover aguas sucias.
De todo hubo en Marbella; la pandemia de corrupci¨®n que ahora aflora no es m¨¢s que el resultado de aquellos barros. A la sombra de Gil se hicieron fortunas millonarias y aunque siempre hubo intentos por limpiar los muladares que encenagaban la vida municipal, poco o nada se hizo hasta hace unos a?os. Y ya era tarde porque personas que hab¨ªan llegado a Marbella con una mano delante y otra detr¨¢s se hicieron millonarias, en dinero y en suelo urbano. Noches de champ¨¢n franc¨¦s, con caviar y alguna rayita de coca cambiaban fincas r¨²sticas por urbanas; zonas verdes por cemento.
El diccionario de la corrupci¨®n de Marbella se ha incrementado ahora con las investigaciones y tenacidad de la polic¨ªa y la guardia civil, con el fiscal anticorrupci¨®n y el juez Torres. La complejidad de los alambiques econ¨®micos por donde transitan mordidas, cohechos, maletines, mansiones, colecciones de arte y cuentas corrientes en para¨ªsos fiscales les puso dif¨ªcil el trabajo. De momento todos son presuntos, pero la lista ha engordado la larga n¨®mina que se iniciara con Gil.
Es necesario, sin embargo, un ejercicio de voluntarismo, quiz¨¢s, pensando en el futuro inmediato. Marbella, sus ciudadanos, deben levantar la cabeza y ser los principales jueces que limpien el muladar; en las urnas tendr¨¢n la ocasi¨®n y habr¨¢ que pedirle a las administraciones y pol¨ªticos sensibilidad, imaginaci¨®n, y dineros para recuperar la imagen de Marbella, en definitiva la de la Costa del Sol y yo aseguro, por conocer muy bien esta ciudad, que hay empresarios, profesionales y ciudadanos en general que dar¨ªan lo mejor de s¨ª para conseguirlo.
Enterremos y sellemos una desgraciada y larga noche donde la corrupci¨®n se quiso vestir con las galas de la honestidad.
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