J¨®venes y con flequillo

Desde luego, qu¨¦ bien venden los ingleses cada producto con posibilidades de reanimar su exhausto mercado musical. Esta ¨²ltima maravilla que llega de las islas brit¨¢nicas viene a ser un cuarteto de chavalines que parecen no poseer m¨¢s que unos pocos ¨¢lbumes en su colecci¨®n de discos; eso s¨ª, esos discos son de The Jam, The Clash, The Smiths, White Stripes... A lo mejor no son ni suyos, sino de sus pap¨¢s. El caso es que el esperad¨ªsimo directo que ofrecieron en Madrid, con estar bien, no estuvo, desde luego, a la altura de todo lo escrito y le¨ªdo sobre ellos. Con un bajista al que le da verg¨¹enza cantar de cara al p¨²blico, un guitarrista-cantante que pretende lanzar humoradas en un ingl¨¦s bastante cerrado y otro guitarrista y un bater¨ªa que, junto a los dos citados, forman un grupo en el que hay poco matiz musical, Arctic Monkeys larg¨® de un tir¨®n las canciones de su disco de debut, Whatever people say I am, that's what I'm not, m¨¢s alg¨²n tema de un maxisingle de reciente aparici¨®n, y se quedaron tan anchos.

Una hora y diez minutos y sin bises. Suficiente tiempo, desde luego, para decir lo que ten¨ªan que decir. No son Blur, ni Oasis, ni Pulp, ni Franz Ferdinand, ni... Son, m¨¢s bien, los ¨²ltimos en esa cadena de grupos que ¨²ltimamente triunfan por ser descarados y j¨®venes, por llevar flequillo postmod y que aportan un pop rock nervioso de canciones breves que tampoco tienen muchos visos de pasar a la historia. Al p¨²blico, desde luego, le encant¨® lo que vio y, hoy por hoy, Arctic Monkeys es el centro de atenci¨®n del pop mundial. Pues qu¨¦ bien.