100 a?os y un d¨ªa
Billy Wilder hubiera cumplido hoy 100 a?os y un d¨ªa. Anunci¨® con su habitual sorna que regresar¨ªa para su centenario, pero no lo ha cumplido. O quiz¨¢s s¨ª. Hoy todos hablan de ¨¦l, a?oran su ingenio, repiten sus r¨¦plicas famosas... Anoche se estren¨® en el canal digital Cine Cl¨¢sico su primera pel¨ªcula, Mala semilla, rodada en Par¨ªs en 1934, y rebautizada en Espa?a como Curvas peligrosas. Los espectadores despistados podr¨¢n recuperarla el pr¨®ximo mes. Ojo a la parrilla.
"Har¨¢ otra obra maestra en el cielo", sentenci¨® la m¨ªstica Shirley MacLaine cuando se enter¨® de su muerte. Pero en el cielo no se hacen pel¨ªculas, ni siquiera en Hollywood. Las compa?¨ªas de seguros consideraron un riesgo la avanzada edad de Billy Wilder y, en lugar de darle una c¨¢mara para que siguiera satirizando este mundo nuestro, le recluyeron en un despachito para que leyera guiones. No se apercibieron los ejecutivos de las aseguradoras de que John Huston y George Cukor, por ejemplo, hab¨ªan realizado poco antes de morirse dos de sus m¨¢s grandes pel¨ªculas, Dublineses y Ricas y famosas, ni de que Billy Wilder seguramente ten¨ªa mejores ideas para pel¨ªculas que las que estaba obligado a leer. "Su cerebro est¨¢ lleno de cuchillas", dijo de ¨¦l William Holden, y esas cuchillas tuvieron que dedicarse a leer banalidades ajenas: "Es un oficio muy duro: el 90% de los guiones que leo son horrorosos; el 10% restante, simplemente malos", dec¨ªa ri¨¦ndose.
En nuestro encuentro, Wilder rememor¨® aquel Hollywood dorado en el que hacer pel¨ªculas era una manera de vivir
Aburrido del destierro al que le hab¨ªan condenado, a Billy Wilder le gustaba recibir a quienes quisieran visitarle, aunque no sin coquetear con la fecha de la cita, seguramente para calibrar la intensidad de tus deseos por conocerle. Llegado el d¨ªa, nos encontramos con un tipo jovial, plet¨®rico, con una vitalidad que te venc¨ªa... y que charlaba por los codos. En nuestro encuentro rememor¨® aquel Hollywood dorado en el que hacer pel¨ªculas era una manera de vivir, y no como ahora "en que los estudios son s¨®lo lugares en los que se alquila un espacio, se filma, y de los que luego tienes que irte". Nos cont¨® un sinf¨ªn de an¨¦cdotas como si estuviese actuando en un escenario. Cuando dio por finalizado el encuentro, se sorprendi¨® de que no le hubi¨¦ramos pedido una foto dedicada. Sin esperar respuesta, abri¨® un caj¨®n de la mesa y sac¨® un par de ellas. "?A nombre de qui¨¦n las quieren?", pregunt¨®, bol¨ªgrafo en ristre.
Nos hab¨ªamos re¨ªdo mucho con ¨¦l, pero nos fuimos de su lado con un sentimiento enojoso. ?Qu¨¦ hac¨ªa aquel genio enclaustrado en un despacho? ?C¨®mo Hollywood se estaba permitiendo malgastar su talento en trabajos menores? Ahora todos le rinden homenaje, y merecidos. Sus mordaces pel¨ªculas siguen estando vivas, nadie las ha vuelto a hacer como ¨¦l. Pero ?qu¨¦ hizo durante sus ¨²ltimos 20 a?os? Hollywood le deb¨ªa a Billy Wilder oportunidades para equivocarse si quer¨ªa, o para morirse durante un rodaje si ¨¦se era el riesgo. La industria no tiene coraz¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.