Nueva exaltaci¨®n de la amistad

Cumplido su sue?o de ni?o, el que le asaltaba en las noches de julio de 1988, cuando Perico Delgado ganaba su Tour, ?scar Pereiro confes¨® en la salida de Aranda de Duero que necesita nuevos desaf¨ªos. "Despu¨¦s de este Tour, ya puedo decir que todo aquello a lo que pod¨ªa aspirar como ciclista lo he conseguido", dijo; "ahora me planteo intentar otras cosas. Por ejemplo, quiero comprobar si soy capaz de remontar a un pelot¨®n lanzado a 70 por hora llevando agua a la cabeza".

Lo dijo, buen olfato, al comienzo de la etapa m¨¢s r¨¢pida de la Vuelta. En ella, despu¨¦s de la tormenta, de la borrasca de la que sali¨® volando la fuga del d¨ªa, corredores con chubasquero, fr¨ªo por primera vez, el pelot¨®n, viento favorable, rod¨® a 70 un buen rato. Y en ella Pereiro lo intent¨® y lo consigui¨®.

Los italianos, que ser¨¢n duros de pelar en el Mundial, se conjuraron sin necesidad de palabras

Siendo estricto, estricto, alg¨²n miembro del jurado podr¨ªa emitir un voto reservado porque, en realidad, Pereiro no remont¨® al pelot¨®n, que, guiado por el Astana, manten¨ªa en m¨¢rgenes realistas la gran fuga, marchaba a m¨¢s de 70 por las llanuras alcarre?as cargado de bidones de agua, sino subiendo a Valverde a la cabeza, protegiendo a su l¨ªder, a su amigo, del viento. "Lo hice, pero sin agua; con Valverde a rueda", reconoci¨® Pereiro en la meta antes de acercarse al podio, como todos los d¨ªas, y, como un espectador m¨¢s, aplaudir a su compa?ero investido de oro.

Otros dos amigos marchaban en la fuga, en la que tambi¨¦n, seguro de vida para sus compa?eros a los que liber¨® del estr¨¦s de la caza, iba, por el Caisse d'?pargne de Valverde, David Arroyo, si no peligroso en la general, al menos inquietante, a 14 minutos del l¨ªder. Y, por supuesto, como la v¨ªspera, uno de los dos amigos gan¨® la etapa.

La pareja, italianos de distinto equipo, pero largos a?os en el mismo, estaba formada por Paolo Bettini y Luca Paolini, que se quieren y se entienden a la perfecci¨®n. Actuaron de consuno sin necesidad de palabras. La etapa deber¨ªa ser para uno de los dos, para cualquiera de ellos.

A poco m¨¢s de seis kil¨®metros atac¨® el austriaco Bisel, el m¨¢s temido por ser un buen sprinter, e inmediatamente Paolini salt¨® a su rueda, de secante. Unos kil¨®metros m¨¢s all¨¢, despu¨¦s de que Bettini pusiera al servicio de la pareja a su gregario Hulsmans, atac¨® el h¨¢bil Haussler y esta vez fue Bettini quien le par¨® en seco. Y, cuando, en contragolpe, Paolini salt¨® definitivamente a falta de 4,5 kil¨®metros, Bettini s¨®lo salt¨® para secar a su perseguidor, el belga Dockx, la loncha de jam¨®n en el panino italiano.

Esta pareja ser¨¢ dura de pelar en el Mundial del d¨ªa 24 en Salzburgo, como lo ser¨¢n tambi¨¦n Valverde y su amigo Pereiro. Amistad, amistad, compa?erismo, reclama, expresivo, Paco Antequera, el seleccionador espa?ol, que, preocupado por la pol¨¦mica de Carlos Sastre, preseleccionado, con el equipo de Valverde, ayer explic¨® que le llamar¨ªa para solicitarle que "p¨²blicamente, ante los periodistas, fumara la pipa de la paz" con el murciano: "Si no, evidentemente, uno de los dos sobra en el equipo. Y no es Valverde, claro".