Espa?a apestaba a 'yihad'
Antes del 11-S, las c¨¦lulas salafistas ya planeaban aqu¨ª hacer la 'guerra santa'
En Espa?a se ol¨ªa a yihad (guerra santa) antes de que el egipcio Mohamed Atta, de 33 a?os, y los otros suicidas aprendieran a pilotar los aviones con los que se iban a estrellar en el coraz¨®n del pa¨ªs m¨¢s poderoso del planeta. "Huelo que la yihad est¨¢ muy cerca", le confes¨® a Mohamed Achraf uno de los ac¨®litos a los que este argelino detenido en 1999 por robar tarjetas de cr¨¦dito hab¨ªa captado con sus discursos radicales en el patio de la prisi¨®n de Topas (Salamanca). Achraf se hab¨ªa convertido en el emir de un activo grupo salafista y en marzo de 2001, seis meses antes del 11-S, escribi¨® a uno de sus "hermanos" una misiva elocuente: "Tengo buenas noticias. Hemos formado un grupo de buenos hermanos que est¨¢n dispuestos a morir en cualquier momento por la causa de Dios. S¨®lo hace falta que salgan y nosotros tambi¨¦n. Hombres tenemos, armas tambi¨¦n y t¨² estar¨¢s con nosotros". Achraf so?aba, entonces, con lanzarse con un cami¨®n bomba contra la Audiencia Nacional en Madrid, la sede desde la que el juez Baltasar Garz¨®n y el fiscal Pedro Rubira persegu¨ªan con escasos medios a c¨¦lulas salafistas dirigidas por iluminados como Achraf, por aspirantes a yihadistas que ya no hablaban s¨®lo de recolectar dinero o captar muyahidin para enviarlos a los campos de entrenamiento en Bosnia, Chechenia, Cahemira o Afganist¨¢n.
Los servicios de inteligencia europeos alertaron, antes de2001, que Bin Laden hab¨ªa extendido sus redes por Europa
Achraf so?aba con lanzarse con un cami¨®n bomba contra la Audiencia Nacional desde donde se investigaba a las c¨¦lulas salafistas
Los libros y revistas del im¨¢n Qutada se financiaban con dinero recolectado entre musulmanes de Lavapi¨¦s
Desde finales de los a?os noventa se hab¨ªan acumulado en los archivos de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior (UCIE) de la polic¨ªa una docena de cartas, notas o conversaciones telef¨®nicas con mensajes similares a los de este argelino, soflamas y planes que apestaban a una yihad. Los 60 agentes de este servicio estaban dedicados a m¨²ltiples tareas, carec¨ªan de traductores y de medios de vigilancia para conocer el alcance de aquellas amenazas. En el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), con s¨®lo 30 dedicados al terrorismo internacional, y en la Unidad Central Especial 2 de la Guardia Civil tambi¨¦n se recibieron confidencias que apuntaban en la misma direcci¨®n: un posible ataque. Pero en ninguno de estos tres servicios el terrorismo islamista era una prioridad.
Espa?a no era en 2001 el objetivo ¨²nico de los islamistas en Europa. La obsesi¨®n de Bin Laden y de sus grupos asociados por extender la yihad a otros continentes ayud¨® a que c¨¦lulas similares a la de Achraf intentaran ataques en Francia, el Reino Unido, Italia y Alemania. Sus dirigentes, todos salafistas conectados con los "hermanos" espa?oles, fueron detenidos y fracasaron planes tan ambiciosos como volar el Parlamento Europeo en Estrasburgo, envenenar el metro de Londres o las aguas de Roma. Entonces casi nadie crey¨® que aquellas amenazas eran reales. "Atentados tan complejos parec¨ªan, entonces, imposibles de ejecutar en Europa. ?ramos conscientes de la amenaza, pero cre¨ªamos que los pod¨ªamos parar", asegura un jefe de Europol.
El 11 de septiembre de 2001, cuando Atta estrell¨® su avi¨®n contra la torre norte del World Trade Center, Sharhane Ben Albelmajid, El Tunecino, un joven economista establecido en Madrid, y otros radicales islamistas celebraron el dram¨¢tico espect¨¢culo televisivo en un bar de Lavapi¨¦s (Madrid). "?Que Al¨¢ les bendiga!", gritaban. Hab¨ªa admiraci¨®n y hasta una cierta envidia por ver lo que otros hermanos hab¨ªan sido capaces de hacer. "Las celebraciones y plegarias por Atta y sus hombres duraron varios d¨ªas", confiesa Mohamed, un joven marroqu¨ª que entonces frecuent¨® el entorno de Sarhane, Amer el Azizi, un traductor marroqu¨ª, y otros ex muyahidin formados en Afganist¨¢n. Unos tipos que en aquellas fechas ya se hab¨ªan enfrentado con Moneir, el im¨¢n egipcio del Centro Isl¨¢mico de Madrid donde se levanta la mayor mezquita de Espa?a. Las cr¨ªticas de Moneir a Othman Omar Mahmood, Abu Qutada, un im¨¢n palestino refugiado en Londres y referente espiritual de Bin Laden en Europa, le convirtieron en enemigo y traidor ante este grupo de radicales. "No se puede rezar detr¨¢s de este im¨¢n corrupto", dec¨ªan Sarhane y Amer a los que les escuchaban.
Qutada, entonces redactor jefe de la revista del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA) argelino El Ansar e im¨¢n de una mezquita londinense, hab¨ªa trabajado en la capital brit¨¢nica a las ¨®rdenes de Mustaf¨¢ Setmarian, un sirio casado con una madrile?a y fundador en los noventa de una de las c¨¦lulas islamistas m¨¢s activas, del tronco del que se gener¨® y aliment¨® la obsesi¨®n por una yihad en Espa?a, seg¨²n coinciden distintos servicios de inteligencia. En 2001, Setmarian, despu¨¦s de dirigir campos de entrenamiento en Afganist¨¢n, ya pertenec¨ªa a la direcci¨®n de Al Qaeda y daba clases en Kabul a muyahidin en las que explicaba c¨®mo secuestrar un avi¨®n y lanzarlo contra un objetivo. Amigo del mul¨¢ Omar, trabaj¨® para el Gobierno talib¨¢n. Mientras ¨¦l formaba combatientes para la yihad, su esposa, Elena, daba a luz en Islamabad.
El grupo creado por este sirio pelirrojo, antiguo vendedor de objetos ¨¢rabes en los rastros de Madrid y Granada, lo dirig¨ªa entonces Imad Eddin Barakat, Abu Dahdad, otro sirio nacionalizado espa?ol, y entre sus miembros estaban Sarhane, Amer y los otros radicales que celebraron el 11-S. En su mayor¨ªa eran miembros de los Hermanos Musulmanes que huyeron de Siria. Casi todos estaban casados con espa?olas convertidas al islam.
Los informes reservados de los servicios de inteligencia europeos ya alertaron antes de 2001 de que Bin Laden hab¨ªa extendido su red y la de sus asociados por Europa. La BKA, polic¨ªa criminal alemana, desarticul¨® dos de sus c¨¦lulas con armas y explosivos. Tres a?os antes, en 1998, Al Qaeda y sus asociados se reunieron en Peshawar (Pakist¨¢n) y crearon el Frente Isl¨¢mico Mundial para la Yihad contra los Jud¨ªos y los Cruzados. Un ej¨¦rcito de iluminados que agrup¨® a terroristas de Egipto, Pakist¨¢n y Bangladesh. Un monstruo al que la habilidad de Bin Laden al ceder sus campos y dinero a sirios como Setmarian o marroqu¨ªes como Azizi logr¨® que se unieran grupos salafistas del norte de ?frica como el GIA argelino, el Grupo Salafista para la Predicaci¨®n y el Combate o el Grupo Isl¨¢mico Combatiente Marroqu¨ª.
Los santos lugares "perdidos"
Los muyahidin formados en los campos de entrenamiento de Afganist¨¢n regresaron a Europa con la misi¨®n de atacar y la red de redes se extendi¨® lenta y silenciosamente. Qutada y otros imanes radicales propagaron el mismo mensaje: la liberaci¨®n de Afganist¨¢n era s¨®lo la primera victoria. La nueva tarea era una yihad planetaria para liberar los santos lugares "perdidos", como Andaluc¨ªa, Palestina, L¨ªbano, Somalia, Chad, Eritrea, Birmania, Filipinas o Yemen.
Los libros y revistas del im¨¢n Qutada, el hombre de Bin Laden en Europa, se financiaban entonces con dinero recolectado en bares y comercios musulmanes de Lavapi¨¦s. Abu Dahdah, el jefe de la c¨¦lula espa?ola, Azizi y otros islamistas de la red espa?ola le visitaban en su casa de Londres. Todos estaban siendo investigados por el juez Garz¨®n en una larga instrucci¨®n judicial iniciada en 1995 tras los pasos del pelirrojo Setmarian, con decenas de tel¨¦fonos intervenidos y vigilancias intermitentes por parte de agentes de la UCIE que dirig¨ªa el comisario Mariano Ray¨®n. Un grupo cuyas reiteradas peticiones de refuerzo nunca fueron atendidas. S¨®lo hab¨ªa 15 hombres en el servicio de vigilancia para controlar a m¨¢s de 200 sospechosos. "A veces no sab¨ªamos nada de ellos durante semanas", dice uno de ellos.
La UCIE no ten¨ªa especialistas en las comisarias de provincias y muchos de sus polic¨ªas atend¨ªan a tareas burocr¨¢ticas. "Salvo al juez y al fiscal, muy interesados en la investigaci¨®n, a nadie le importaba nuestro trabajo. Jam¨¢s se celebr¨® en el Ministerio del Interior una reuni¨®n sobre la amenaza islamista. Ni antes ni despu¨¦s del 11-S", critica un antiguo jefe de la unidad.
Cuando la BKA alemana descubri¨® que Atta y los otros protagonistas del 11-S hab¨ªan organizado el ataque desde el apartamento en el que resid¨ªan, en el 54 de la calle Marienstrasse, en un barrio de Hamburgo de clase media, los servicios policiales europeos descubrieron que la infiltraci¨®n de los islamistas en Europa era mayor de lo que cre¨ªan.
Espa?a era en 2001 uno de los pa¨ªses m¨¢s penetrados por las c¨¦lulas durmientes, la fiscal¨ªa de Mil¨¢n lo acababa de definir en un informe como "el anillo final" del salafismo, y prueba de ello es que el egipcio Atta y el yemen¨ª Ramzi Binalshibh, coordinador del 11-S, eligieron Tarragona para reunirse en secreto semanas antes del atentado. Atta permaneci¨® en la costa espa?ola desde el 8 hasta el 19 de julio y all¨ª comunic¨® a Binalshibh los detalles finales del ataque y los objetivos, seg¨²n ha confesado este ¨²ltimo. Dejaron su rastro en hoteles, bancos y agencias de viaje de Salou, Cambrils y Tarragona, pero todav¨ªa es un misterio el lugar donde se reunieron y qui¨¦nes les dieron apoyo.
Binalshibh, que utilizaba un pasaporte robado en Barcelona para recibir dinero desde Emiratos ?rabes Unidos, volvi¨® a Madrid el 5 de septiembre y se aloj¨® en un hotel de la calle de Carretas. El d¨ªa 7 vol¨® hacia Atenas con destino a Pakist¨¢n, adonde lleg¨® poco antes del 11-S. El ¨²nico hombre en Europa que conoc¨ªa todos los detalles del atentado contra las Torres Gemelas se pase¨® por el centro de Madrid horas antes y obtuvo un carn¨¦ de estudiante para conseguir una rebaja en su billete. ?Qui¨¦n prest¨® ayuda a este joven de rostro inocente y aspecto desali?ado? Al Qaeda utiliz¨® su base m¨¢s segura en Europa para rematar el 11-S, un plan dise?ado por el kuwait¨ª Khalid Sheikh Mohamed a finales de los noventa y expuesto a Bin Laden en Afganist¨¢n.
En el apartamento de Hamburgo, los agentes alemanes descubrieron tras el 11-S el nombre, la direcci¨®n y el tel¨¦fono en Madrid de Abu Dahdah, el jefe de la c¨¦lula espa?ola que investigaba Garz¨®n. El sirio y los suicidas del 11-S ten¨ªan amigos comunes, pero no se ha demostrado que les prestara ayuda. Este y otros datos inquietantes provocaron la reacci¨®n de la polic¨ªa espa?ola, que en noviembre de 2001 detuvo a casi todos los miembros de su c¨¦lula. El traductor y ex muyahidin Azizi huy¨®, pero Sarhane, El Tunecino, y otros muchos que no fueron detenidos por falta de pruebas recompusieron la c¨¦lula y establecieron enlaces en Francia, B¨¦lgica e Italia. Crearon un grupo cada vez m¨¢s resentido y determinado hacia la yihad. Casi todos eran miembros de la secta Takfir Wal Hijra, los islamistas m¨¢s duros y clandestinos.
La cumbre de Atta en Espa?a no fue un hecho aislado. El 11 de abril de 2002, siete meses despu¨¦s del 11-S, un suicida al volante de un cami¨®n cargado de explosivos se lanz¨® contra una sinagoga en Yerba (T¨²nez) y asesin¨® a 21 turistas alemanes y franceses. El veh¨ªculo se compr¨® con dinero adelantado supuestamente por Enrique Cerd¨¢, un empresario valenciano al que su socio paquistan¨ª le pidi¨® que entregara 5.720 euros a Walid, el hermano del suicida. El cerebro de este ataque fue el kuwait¨ª Khalid, el mismo del 11-S. De nuevo la red espa?ola se puso al servicio de Al Qaeda.
La transformaci¨®n de Al Qaeda
En el oto?o de 2001, tras la invasi¨®n norteamericana en Afganist¨¢n, Al Qaeda qued¨® rota y debilitada. Khalid, Binalshibh y otros de sus dirigentes fueron detenidos en Pakist¨¢n, y acabaron en Guant¨¢namo (Cuba), y a partir de entonces se produjo la transformaci¨®n de Al Qaeda: de organizaci¨®n militar a ideol¨®gica. Una ideolog¨ªa en la que se inspiraron c¨¦lulas locales de todo el mundo. Como la creada por Sarhane, El Tunecino, que, fascinado por el 11-S y alimentado por el odio a Espa?a a causa del apoyo del Gobierno Aznar a la invasi¨®n de Irak, alent¨® a los suyos hacia la yihad, seg¨²n se?ala el auto del juez Juan del Olmo. Una palabra que desde junio de 2002 pronunciaba a sus ¨ªntimos Allekema Lamari, de 39 a?os, un salafista argelino del GIA excarcelado en esa fecha por error. "Los espa?oles pagar¨¢n muy cara mi detenci¨®n. Ves eso, pues se puede hacer eso y mucho m¨¢s", confes¨® a un amigo cuando ve¨ªan en televisi¨®n el atentado contra una discoteca en Bali. Los descarrilamientos a trenes y los incendios eran su obsesi¨®n, seg¨²n notas confidenciales que el CNI elabor¨® sobre este argelino, virgen, introvertido y solitario, meses antes del 11-M.
Desde el inicio de la guerra de Irak, y sobre todo tras el atentado de Casablanca, en la primavera de 2003, el CNI, la polic¨ªa y la Guardia Civil enviaron al Gobierno numerosas evaluaciones de amenaza en las que se anunciaba que Espa?a pod¨ªa ser objeto de un atentado. "Nadie nos podr¨¢ echar en cara que no avisamos", espeta un cargo policial. Se ol¨ªa tanto a yihad que, en enero 2004, el CNI incluy¨® la amenaza islamista en sus prioridades de trabajo. Pero ya era tarde y la raqu¨ªtica estructura policial, menos de 150 agentes, no se enter¨® de que el 11-M se gestaba ante sus narices.
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