Desde la niebla
Camino de Galway y de las salvajes islas de Aran, en el norte de Irlanda, donde en medio de la niebla el oleaje desaf¨ªa a los acantilados, me llega la noticia de que Tito Fern¨¢ndez ha muerto. Esta vez ha sido a traici¨®n, como una cuchillada por la espalda, pero al menos hay que agradecer a la muerte que se haya comportado como si el propio Tito la hubiera dise?ado a su medida: durante una cena despu¨¦s de una tarde de toros en la plaza de Ronda, la m¨¢s antigua y toda de piedra, para m¨¢s antojo. Le gustaba la fiesta y por ella ha sido coronado. Como un lance m¨¢s y de una sola cornada.
En esta Espa?a que pol¨ªticamente se ha vuelto a dividir en tendidos de sol y sombra y ya se oye de nuevo el grito ib¨¦rico de ?m¨¢s caballos!, Tito Fern¨¢ndez ejerc¨ªa el papel de superviviente, llegado de la anarqu¨ªa, de las risas descarnadas, con todo el talento del mundo desperdiciado o regalado a los amigos en las mesas del caf¨¦, especialista en hacer m¨¢s ricos todav¨ªa a los productores a cambio de ponerse a s¨ª mismo el list¨®n muy bajo para hacer el testamento de aquella Espa?a rijosa, con sebo en las orejas, que tanto despreciaba.
Lo vi este verano muy bronceado con su melena de violinista, riendo a¨²n. La ¨²ltima imagen que conservo de Tito Fern¨¢ndez incluye una noche templada a orillas del mar y un c¨¦sped con olor a hierba reci¨¦n segada sobre el que hab¨ªa una mesa larga con un mantel blanco, con sillas de mimbre tambi¨¦n blanco, llena de amigos y copas. Era una fiesta de despedida al final de las vacaciones, pero nadie pod¨ªa sospechar que ven¨ªa seguido de cerca por esa desdentada que siempre r¨ªe la ¨²ltima.
Aunque se sab¨ªa La Eneida de memoria, su fuerte era el coraz¨®n de los flamencos y de los gitanos que le van a llorar, como haremos muchos amigos payos. No lo har¨¢n tal vez algunos pedantes porque Tito sab¨ªa lo que ellos ignoran, que el alma es una olla podrida y en lugar de ponerse la barba por dentro y llegar hasta el fondo ¨¦l siempre se deten¨ªa en la tercera capa de la cebolla, donde reside la gracia, el disparate y la desventura. As¨ª lo hab¨ªa aprendido en la universidad nocturna del Corral de la Morer¨ªa donde era tenido como doctor.
Bueno, Tito, ya te has muerto, pero no lo hagas m¨¢s. Tus amigos no te perdonar¨ªamos que desaparecieras por el lado oscuro de la memoria y que formaras parte de la niebla que ahora me envuelve en estas tierras de Galway, la patria del poeta Yeats, cuyos versos tambi¨¦n te sab¨ªas con las m¨¢s profundas soleares. Realmente no habr¨¢s muerto mientras nadie nos arrebate el esplendor de la hierba donde nos dimos el ¨²ltimo abrazo. Cuando llegue el oto?o y la niebla invada la herrumbre de todas las cancelas, las cruces de piedras de todos los caminos y los abrojos del asfalto, siempre habr¨¢ un lugar en el Sol para ti en compa?¨ªa de los amigos y cuando vuelvas a entrar en el Caf¨¦ Gij¨®n todos nos miraremos sin sorpresa alguna, como si nada malo nos hubiera sucedido.
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