"Estoy en la calle, pero no soy todav¨ªa un hombre libre"
"Estoy en la calle, pero no soy todav¨ªa un hombre libre. Llevo atada a¨²n una cuerda que costar¨¢ mucho cortar", explicaba ayer Ahmed Tommouhi. Hace ya una semana que recuper¨® la libertad y ha dejado atr¨¢s 14 a?os, 10 meses y cinco d¨ªas de c¨¢rcel por diversas violaciones, robos y otros delitos que ¨¦l siempre neg¨® y sigue negando.
Su deseo, casi obsesivo, no es otro que la justicia revise las condenas que dict¨® en su d¨ªa, algunas con el reconocimiento de las v¨ªctimas como ¨²nica prueba inculpatoria. "Si ahora se habla de revisar las sentencias de la ¨¦poca de Franco, ?por qu¨¦ no se puede hacer lo mismo con que se dictaron en democracia contra m¨ª?", se pregunta este marroqu¨ª de 55 a?os en la conversaci¨®n que ayer mantuvo con EL PA?S, la primera desde que abandon¨® la c¨¢rcel barcelonesa de Brians.
"Hay dos justicias: una para pobres y otra para europeos ricos. S¨®lo me quedaba el honor y me lo quitaron"
"Si se habla de revisar las sentencias de Franco, ?no se pueden revisar las de la democracia contra m¨ª?"
La cita es a las 8.30, en la estaci¨®n de los ferrocarriles de Martorell, una localidad situada a 35 kil¨®metros al sur de Barcelona y en la que reside su hermano Omar, que le acompa?a, y con quien pasa la mayor parte de estos d¨ªas. El azar ha querido que como tel¨®n de fondo de la conversaci¨®n se alce el Puente del Diablo, un s¨ªmbolo de Martorell que data de la ¨¦poca romana. La leyenda atribuye su construcci¨®n a Satan¨¢s a cambio de llevarse el alma del primer ser que pasara por all¨ª. Los lugare?os aseguran que fue un gato que acompa?aba a una anciana.
Cuando Tommouhi conoce la leyenda se muestra reacio a acercarse m¨¢s al puente. "Yo confiaba en que la fe me ayudar¨ªa y que las sentencia se revisar¨ªa, pero no ha sido as¨ª", reconoce. Con todo, era y sigue siendo un musulm¨¢n practicante y estos d¨ªas sigue a rajatabla las costumbres del Ramad¨¢n, como el ayuno. Eso no quita que insista de manera reiterada para que el redactor y el fot¨®grafo desayunen y para pagar despu¨¦s la cuenta.
Tommouhi ya no cree ni en milagros ni en casi nada terrenal. Est¨¢ abatido, deprimido, impotente ante su vivencia. "?Con qui¨¦n tengo que hablar para que se revisen las sentencias? ?Con el ministro de Justicia, con el Rey? ?Con qui¨¦n?", se pregunta. Al final acaba reconociendo que las decisiones judiciales s¨®lo las pueden revisar quienes las dictaron y es entonces cuando pronuncia otra de sus evidencias. "Si los jueces cerraron este caso contra m¨ª, s¨®lo los jueces pueden abrirlo".
El derecho procesal y el requisito que marca la ley espa?ola de que aparezcan nuevas pruebas para reconsiderar las sentencias firmes no le sirven de explicaci¨®n. "S¨®lo hace falta hombres valientes que firmen para absolverme, como en su d¨ªa firmaron para condenarme. ?Si pas¨® una vez, porqu¨¦ no puede pasar otra?"
El marroqu¨ª se refiere a una sentencia que dict¨® el Tribunal Supremo en 1995, cuando anul¨® una condena contra ¨¦l a partir de los an¨¢lisis del ADN contenido en el semen de un trapo encontrado en aquella ¨¦poca. El culpable result¨® ser Antonio Garc¨ªa Carbonell, un violador confeso que tiene un enorme parecido f¨ªsico con Tommouhi. Esos hechos siempre han hecho planear "las dudas razonables" sobre su culpabilidad, en expresi¨®n de los jueces del Supremo.
"En todos los pa¨ªses hay errores judiciales y tarde o temprano se acaban sabiendo. ?Por qu¨¦ no puede ocurrir conmigo?", se pregunta. Y a partir de esta reflexi¨®n, Tommouhi cuestiona el principio de igualdad de las personas ante la ley. "Hay dos tipos de justicia. Una para los europeos ricos y otra para los pobres", asegura. "Soy pobre y s¨®lo me quedaba el honor, pero tambi¨¦n me lo quitaron", explica.
El fiscal jefe de Catalu?a, Jos¨¦ Mar¨ªa Mena, pidi¨® el indulto para ¨¦l en 1999, tras la sentencia del Supremo, pero ni el Gobierno del PP ni del PSOE se lo concedieron. Probablemente no tanto porque fuera marroqu¨ª como porque se trataba de delitos de violaci¨®n. Al menos en el caso del actual equipo ministerial que dirige Juan Fernando L¨®pez Aguilar, para quien este tema se estaba convirtiendo en una piedra en el zapato, seg¨²n explican fuentes judiciales conocedoras de la inquietud que causaba el tema en Justicia. Cuando el PSOE estaba en la oposici¨®n reclamaba con ah¨ªnco la medida de gracia.
La libertad ha llegado al final por decisi¨®n de la Generalitat, que es quien tiene en Catalu?a las competencias de prisiones. Tommouhi pod¨ªa haber salido de la c¨¢rcel hace m¨¢s de dos a?os en r¨¦gimen abierto. Es decir, pasar el d¨ªa fuera y acudir s¨®lo a dormir. Pero se neg¨®. "Yo siempre dije que cuando saliera era para no volver m¨¢s". Y ha cumplido su palabra. Ahora de donde no puede salir es de Espa?a, al menos hasta el 26 de abril de 2009, cuando liquide la condena y la libertad condicional se convierta en definitiva.
Mientras llega ese d¨ªa, Tommouhi admite que no sabe qu¨¦ va a hacer con su vida. Su hermano explica que la mayor urgencia es que se le amueble la cabeza, porque son evidentes las secuelas psicol¨®gicas que le ha dejado la prisi¨®n. Hasta el punto de que lleva una semana en libertad y no ha hablado todav¨ªa con su esposa ni con la peque?a de sus tres hijos, residentes en Nador (Marruecos). "Lo har¨¦ dentro de unos d¨ªas, cuando est¨¦ mejor. Si hablo ahora por tel¨¦fono, ellas se pondr¨¢ a llorar y yo, tambi¨¦n".
Tommouhi no recuerda ni la edad que tienen ahora tienen aquellos ni?os que ¨¦l dejo. "Eran peque?os cuando yo entr¨¦ en la c¨¢rcel. Mis hijos se han criado hu¨¦rfanos con un padre vivo", relata. Si se le plantea la necesidad de pasar p¨¢gina a su vida y mirar hacia el futuro, este hombre con cara bondadosa se revela de nuevo. "Me han arruinado el futuro. ?Para qu¨¦ vale la pena vivir as¨ª, manchado?".
Lleva consigo una bolsa de supermercado y en su interior, unos papeles que son su salvoconducto en libertad: la orden de libertad condicional expedida por la Generalitat, los justificantes de que ha estado en prisi¨®n para que tramite el subsidio de desempleo y un permiso de residencia expedido en 1989, cuando lleg¨® a Espa?a. Entonces estuvo 22 meses trabajando como alba?il en Girona y despu¨¦s acudi¨® a Martorell por consejo de su hermano. A los 11 d¨ªas era detenido y 13 de noviembre de 1991 entraba en prisi¨®n. Y as¨ª hasta 18 de septiembre de 2006.
"C¨¢rcel es c¨¢rcel", responde Ahmed cuando se le pregunta sobre sus recuerdos de prisi¨®n, sobre la existencia de alguna ¨¦poca especialmente dura o sobre su relaci¨®n con el resto de presos. No tiene ning¨²n tipo de reproche con nadie del mundo penitenciario. Si acaso, con los abogados. "En lugar de enfrentarse con los jueces, muchos s¨®lo sirven para ara?ar", dice Tommouhi, en referencia al m¨®vil econ¨®mico que caracteriza a algunos letrados y a la falta de resultados.
El sol ilumina ya en todo su esplendor el Puente del Diablo. La conversaci¨®n ha acabado y Tommouhi se cuestiona incluso si no hubiera sido mejor estar callado. "Ya hace diez a?os que habl¨¢is del tema y no ha servido de nada. Me parece que no vale la pena hacer m¨¢s entrevistas".
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