Una soberan¨ªa fiscal selectiva
Critica el autor la falta de transparencia y de participaci¨®n social en la reforma del Impuesto sobre la Renta aprobada en Euskadi.
El Pa¨ªs Vasco y Navarra son las ¨²nicas regiones del mundo desarrollado en las que el Gobierno central ha renunciado a recaudar impuestos, en una escenificaci¨®n m¨¢s propia del Antiguo R¨¦gimen que del Estado moderno. Es cierto que la contribuci¨®n de las Haciendas vascas al sostenimiento de las cargas generales del Estado ya no tiene car¨¢cter voluntario, como en ¨¦pocas a?oradas, sino que se basa en la Ley del Cupo. Pero no es menos cierto que el c¨¢lculo de la aportaci¨®n por esta v¨ªa encierra tal complejidad que deja un amplio margen a la discrecionalidad y, por lo tanto, al conflicto y a su soluci¨®n v¨ªa pacto. Nuestro Pa¨ªs Vasco, gracias al Concierto Econ¨®mico, goza realmente de una gran soberan¨ªa fiscal, con limitaciones propias de un mercado com¨²n (el espa?ol), sometido a su vez a las normas del espacio europeo.
Frente a lo que sucede con el Impuesto de Sociedades, priman en el IRPF el seguidismo y la contenci¨®n
La disposici¨®n de un ¨¢mbito de soberan¨ªa tan importante como es la tributaria ejercida por las Haciendas Forales deber¨ªa, aparentemente, colmar muchas de nuestras aspiraciones de autogobierno. Ah¨ª es nada: en teor¨ªa, los ciudadanos vascos tenemos la capacidad de decidir nuestra pol¨ªtica fiscal, de reflejar en ella nuestras diferencias con el resto de Espa?a, de debatir y alcanzar consensos sobre qui¨¦n debe pagar los impuestos y en qu¨¦ proporci¨®n. Y en ese proceso podemos se?alar los colectivos que queremos proteger y a quienes deben contribuir de forma m¨¢s progresiva a la bolsa com¨²n, y buscar el equilibrio adecuado entre la exenci¨®n fiscal para los m¨¢s d¨¦biles y la necesidad de favorecer las actividades de ahorro e inversi¨®n. Todo ello sin olvidar la discusi¨®n sobre el nivel de evasi¨®n fiscal que una sociedad como la nuestra puede permitirse sin poner en riesgo los mismos fundamentos del sistema impositivo.
Un independentista, seguramente -y tambi¨¦n algunos de los que no lo somos-, esperar¨ªa que esta soberan¨ªa, nada ut¨®pica por cierto, produjera con cierta periodicidad, coincidiendo por ejemplo con los cambios m¨¢s importantes de las leyes tributarias, una discusi¨®n profunda en el seno de la sociedad vasca. Un debate en el que instituciones, partidos, sindicatos, c¨¢maras de comercio, asociaciones patronales y tanques pensantes (por supuesto, desarmados) establecieran las grandes l¨ªneas de una fiscalidad propia, fijaran objetivos de recaudaci¨®n y normas para la peri¨®dica evaluaci¨®n del sistema.
La reciente aprobaci¨®n por los consejos de diputados las tres diputaciones del proyecto de Norma Foral del Impuesto sobre la Renta (IRPF), tras ocho a?os de vigencia de la norma anterior, parece justamente ir en direccEi¨®n opuesta: el proyecto se ha debatido y negociado en un ¨®rgano de coordinaci¨®n de las tres haciendas forales y el Gobierno (OCT) que resulta cuasi-clandestino, al margen del Parlamento vasco (cosas de nuestro particular dise?o institucional) y, desde luego, sin ninguna participaci¨®n expl¨ªcita de la sociedad. Es cierto que, de momento, se trata de un proyecto de norma, pero las Juntas Generales de los tres territorios, que deben discutirlo y aprobarlo, tienen una capacidad muy limitada para modificarlo, ya que el texto propuesto procede de un pacto entre diputaciones (dos gobernadas por el PNV y la otra por el PP) y su alteraci¨®n por las c¨¢maras provinciales desbaratar¨ªa su car¨¢cter com¨²n para todos los contribuyentes vascos.
En cualquier caso, tampoco parece que el proyecto se aleje mucho de la normativa estatal aprobada ya hace semanas por el Congreso de los Diputados, aunque se arriesga a dar alg¨²n t¨ªmido paso, nada sustancial. Los experimentos atrevidos que en nombre de la capacidad normativa en materia fiscal se han hecho en favor de las empresas en el Impuesto de Sociedades, y que tantos litigios han causado aqu¨ª y en Europa, se quedan en t¨ªmidos retoques cuando se trata del IRPF.
Despu¨¦s de las proclamas soberanistas escuchadas con motivo de las impugaciones de las comunidades vecinas y la Comisi¨®n Europea contra los aspectos m¨¢s discordantes del Impuesto de Sociedades, resultan llamativos la contenci¨®n y el seguidismo aplicados a un impuesto, el de la renta, mucho m¨¢s sustancial que aqu¨¦l y que afecta a un n¨²mero de contribuyentes sustancialmente m¨¢s amplio. Misterios de la foralidad ejercida selectivamente y sin debate p¨²blico.
Rafael Jim¨¦nez Larrea es economista.
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