Feliz 2040 (como m¨ªnimo)
Les cuento un chiste que le o¨ª contar a Juan Jos¨¦ Mill¨¢s y que parece un cuento de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s (puesto que un cuento no es m¨¢s que un chiste largo) y un cuento de Sergi P¨¤mies que parece un chiste contado por Sergi P¨¤mies (puesto que un chiste no es m¨¢s que un cuento corto).
El chiste de Mill¨¢s: una apacible pareja de nonagenarios acude a un abogado para que ¨¦ste tramite su divorcio. Como es natural, el abogado se queda perplejo, pero, como ante todo aspira a ser un profesional intachable, se pone a la tarea que le han encargado sin hacer una sola pregunta, y al cabo de semanas o meses convoca de nuevo en su despacho a la pareja para formalizar el divorcio. Los dos nonagenarios acuden al despacho, firman los papeles, pagan al abogado, le dan las gracias, le estrechan las manos y, todav¨ªa m¨¢s viejos y disminuidos que la primera vez, se disponen a salir cogidos del brazo hacia su nueva vida de divorciados cuando, incapaz de morderse por m¨¢s tiempo la lengua, el abogado desahoga su curiosidad. "Disculpen", balbucea. "No quisiera ser indiscreto, pero, en fin, es que no acabo de entender c¨®mo se les ha ocurrido a ustedes?". "?Separarnos a nuestra edad?", le ayuda el anciano. El abogado asiente con ¨¦nfasis. "Bueno", contesta la anciana, dulc¨ªsima. "Es que hemos querido esperar a que se murieran los ni?os".
El cuento de P¨¤mies (el cuento se puede leer en el ¨²ltimo y magn¨ªfico libro de P¨¤mies, titulado Si te comes un lim¨®n sin hacer muecas: a¨²n no est¨¢ traducido al castellano, pero leerlo en catal¨¢n les costar¨¢ mucho menos esfuerzo que los escalofr¨ªos y las risas y la emoci¨®n que depara): un matrimonio acaba de escuchar de labios de su hija adolescente la raz¨®n de tanto tiempo de silencio, malhumor, problemas, insomnio y discusiones: no soporta ser la ¨²nica chica del instituto con padres no separados y les ha pedido, por favor, que se separen. "Quiero ser normal", les ha dicho poco antes de salir de su habitaci¨®n con l¨¢grimas en los ojos. At¨®nitos, los padres se quedan a solas. Son un matrimonio feliz y, hasta que su hija alcanz¨® la pubertad, tambi¨¦n una familia feliz: tienen salud, no tienen problemas econ¨®micos, se quieren, han cuidado de su ¨²nica hija sin sobreprotegerla, con la mezcla meditada y exacta de atenci¨®n, autoridad y afecto que, en teor¨ªa, s¨®lo pod¨ªa procurarle una vida gozosa, pero la adolescencia ha alterado a la ni?a hasta convertirla en un ser extra?o, insolente, de una rebeld¨ªa arbitraria y a menudo est¨²pida, con el que es imposible hablar. Ellos, sin embargo, no se han rendido: han acudido a m¨¦dicos y psic¨®logos, han tratado de dialogar con ella, la han protegido, han hecho lo posible por ayudarla. Pero en este momento, despu¨¦s de que su hija les haya explicado que el hecho de que no se divorcien es la causa de su desdicha, comprenden que ya no les quedan fuerzas, as¨ª que, tras reflexionar un rato, se levantan y se abrazan en silencio. Por fin el padre dice: "Hoy empezar¨¦ a buscar piso y hablar¨¦ con el abogado para que inicie los tr¨¢mites". Conmovida, la madre contesta: "Ahora llamo a la ni?a para darle la noticia. Se pondr¨¢ muy contenta".
?Qu¨¦ significan estos dos chistes o cuentos? ?Que hace 40 a?os divorciarse era un acto de coraje e independencia que te convert¨ªa en un perro verde y ahora mismo el perro verde y valiente es el hombre o la mujer que permanece con la misma mujer u hombre hasta que la muerte lo separe? En absoluto, porque un buen chiste (aunque sea largo) o un buen cuento (aunque sea corto) nunca significan nada: son s¨®lo preguntas pertinentes y elegantemente formuladas. Yo me acord¨¦ de estas dos hace unos pocos meses, cuando mis padres celebraron sus 50 a?os de casados. La ceremonia se celebr¨® en el mismo pueblo, en la misma iglesia, con el mismo cura, el mismo d¨ªa y a la misma hora que la celebrada 50 a?os atr¨¢s, as¨ª que, m¨¢s que una ceremonia, pareci¨® un pase de magia, como si los dos contrayentes imaginaran en secreto que la repetici¨®n de todos y cada uno de los detalles de un hecho acaecido 50 a?os atr¨¢s pudiera obrar alg¨²n prodigio. Sea como sea, es evidente que, a esta altura de la historia (y de la bibliograf¨ªa), se trat¨® de un acto de manifiesta excentricidad, si no de un desplante, y mientras ten¨ªa lugar yo me pregunt¨¦ si los dos contrayentes estar¨ªan aguardando la muerte de sus cinco hijos para divorciarse (me contest¨¦ que era improbable) y tambi¨¦n me pregunt¨¦ qu¨¦ les hubieran contestado a sus cinco hijos si ¨¦stos les hubieran pedido que se divorciasen para que ellos pudiesen ser felices (me contest¨¦ que los hubieran mandado a la mierda). Durante el jolgorio posterior alguien dijo que era la primera vez que toda la desproporcionada parentela se reun¨ªa sin la excusa de un entierro, lo que me llev¨® a pensar que tal vez el pase de magia hab¨ªa surtido efecto. Al terminar el jolgorio mi madre se me acerc¨®, achispad¨ªsima y despeinad¨ªsima, despu¨¦s de haber abochornado a toda la concurrencia bailando como loca con todo el mundo, incluido el cura, y me dijo que por qu¨¦ en vez de escribir tonter¨ªas no escrib¨ªa sobre ella y sobre sus bodas de oro y sobre aquella fiesta tan bonita; como tengo una personalidad muy fuerte y nunca he permitido que nadie influya en mis decisiones, a punto estuve de mandarla a la mierda, pero s¨®lo dije: "Porque no".
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