La 'guerra de las galaxias' llega a Europa
Mosc¨² amenaza con volver a construir cohetes de alcance medio ante el escudo antimisiles de EE UU
Europa vuelve a ver c¨®mo sobre sus cabezas se libra un pulso entre la primera potencia militar del globo, Estados Unidos, y su antiguo adversario, hoy demediado, Rusia, que busca c¨®mo recuperar la influencia perdida.
Los europeos han sido los primeros sorprendidos de la reacci¨®n p¨²blica rusa al despliegue de estaciones de radar y lanzaderas para 10 cohetes interceptores de misiles bal¨ªsticos de EE UU en Polonia y la Rep¨²blica Checa. Seg¨²n la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, Washington ha informado a los rusos de este paso en el despliegue del escudo antimisiles en al menos una decena de ocasiones.
Pero en lo que ha constituido una serie de declaraciones bien orquestadas, Rusia ha amenazado con denunciar unilateralmente el hist¨®rico tratado INF (Fuerzas de Alcance Intermedio) de 1987 por el cual las entonces dos superpotencias renunciaban a los cohetes lanzados desde tierra de alcance medio e intermedio de 500 a 5.500 kil¨®metros. Los famosos euromisiles.
El tratado INF que suscribieron Reagan y Gorbachov marc¨® el inicio del fin de la guerra fr¨ªa. Fue el primero por el que ambas potencias nucleares aceptaban destruir este tipo de armas y no fabricarlas de nuevo. Todo un hito acompa?ado del sistema m¨¢s avanzado de inspecciones que han seguido desde entonces. Ahora, tanto Bush como Putin est¨¢n poniendo en cuesti¨®n esta arquitectura. No se anuncia un regreso a la guerra fr¨ªa, pero s¨ª que se avanza hacia otro tipo de situaci¨®n de la que hemos vivido en los ¨²ltimos a?os: Rusia quiere afirmarse y recuperar influencia; EE UU, no ceder la que tiene.
Bush ha dado pasos decisivos en el desmantelamiento del antiguo orden. A finales de 2001 denunci¨® el tratado ABM (de 1972) que limitaba los sistemas antibal¨ªsticos, por considerar que supon¨ªa una traba al nuevo desarrollo de un escudo antimisiles que hab¨ªa recuperado la vieja idea de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (conocida en Espa?a como guerra de las galaxias) de Reagan, que produjo pocos resultados. El nuevo programa de Bush ha supuesto un ping¨¹e ingreso para las empresas armamentistas de alta tecnolog¨ªa, pues la Administraci¨®n ha venido dedicando al nuevo proyecto sumas importantes, la ¨²ltima, 8.580 millones de d¨®lares de presupuesto para la Agencia de Defensa contra Misiles en el a?o fiscal 2006.
El despliegue de radares y lanzaderas estaba en un principio previsto, fuera de EE UU, en Escocia y Groenlandia. El pasado 20 de enero, EE UU solicit¨® oficialmente a Polonia y la Rep¨²blica Checa la instalaci¨®n de sistemas de misiles antimisiles y radares. EE UU eligi¨® estos pa¨ªses por fiabilidad y por su situaci¨®n geogr¨¢fica, lo m¨¢s al Este posible. Praga ha aceptado sin dudarlo. Varsovia ha sido un poco m¨¢s cauta, quiz¨¢ porque una reciente encuesta dice que un 53% de los polacos est¨¢n en contra, frente a un 36% a favor.
Hay que recordar que este sistema antimisiles -cuya eficacia est¨¢ por demostrarse- est¨¢ pensado para defender a EE UU frente a alg¨²n posible ataque de cohetes bal¨ªsticos de pa¨ªses terceros (Condoleezza Rice ha hablado directamente de Ir¨¢n y Corea del Norte), no contra Rusia, que podr¨ªa f¨¢cilmente saturar estas barreras al disponer de centenares de misiles bal¨ªsticos. Tampoco se trata de defender a Europa, que lo har¨ªa con otros sistemas que est¨¢ sopesando la OTAN.
Por parte de Rusia se ve de otra manera. Su ca¨ªda en poder se ha visto reforzada por el ingreso en la OTAN de sus antiguos socios en el Pacto de Varsovia, o incluso alguno de la propia URSS, como los tres b¨¢lticos. Ahora, Putin y varios de sus generales consideran que las instalaciones que EE UU pretende poner en Polonia y la Rep¨²blica Checa, rompen el equilibrio existente. El general Yuri Baluyevski, jefe del Estado Mayor, amenaza con retirar a Rusia del Tratado INF, y el general Nikol¨¢i Solovstov, al mando de los misiles estrat¨¦gicos, con volver a fabricar este tipo de misiles en cinco o seis a?os y con apuntar contra esos dos pa¨ªses.
La retirada del tratado debe anunciarse con seis meses de antelaci¨®n y justificarse en "acontecimientos extraordinarios" que ponen en peligro los "intereses supremos" de una de las partes.
Seg¨²n los analistas del servicio Stratfor, desde agosto pasado, mucho antes antes del famoso discurso de Putin en la Conferencia sobre Seguridad en M¨²nich el pasado 10 de febrero, en el que denunci¨® pol¨ªticamente estos desequilibrios, los rusos ya hab¨ªan venido apuntando a la conveniencia de denunciar este tratado.
Amenazas por el sur
Mosc¨² observa c¨®mo pa¨ªses cercanos en Asia central y Oriente Pr¨®ximo se est¨¢n dotando de cohetes con este alcance, con la perspectiva a?adida de la proliferaci¨®n nuclear, y que Rusia puede necesitar este tipo de armamento. Carecer de este tipo de cohetes sit¨²a a Rusia en mala posici¨®n y desequilibrio en su periferia del sur y del este.
Mosc¨² tambi¨¦n ha ido dejando caer que le gustar¨ªa salirse del Tratado CFE sobre equilibrio de armas convencionales en Europa, firmado en 1990, calculado primero entre alianzas enfrentadas y posteriormente, tras la disoluci¨®n del Pacto de Varsovia, entre Estados, y que se fue adaptando una y otra vez a las nuevas realidades.
En mayo de 2002, tras firmar el "marco estrat¨¦gico" de unas relaciones con Rusia que obligan a intercambio de informaci¨®n en todos estos campos, Bush ofreci¨® a Rusia el desarrollo conjunto de un nuevo sistema de defensa antimisiles. Putin, a su vez, ofreci¨® compartir el suyo (pues lo tiene) con los europeos. Desde la firma de la llamada Acta Fundacional de 1997 entre la OTAN y Rusia, se ha ido agudizando el distanciamiento entre Mosc¨² y la Alianza Atl¨¢ntica.
El Kremlin -en el que Putin es de los m¨¢s prooccidentales- puede querer aprovechar esta crisis para rearmar a una Rusia que se ha quedado algo rezagada en el terreno militar, ganar poder y fijar los l¨ªmites geogr¨¢ficos de su esfera de influencia, adem¨¢s de precaverse frente a una vecindad m¨¢s compleja y amenazante. Y EE UU fijar su per¨ªmetro imperial. Es un nuevo pulso. Pero ser¨ªa peligroso desmantelar las bases que han sustentado el final de la guerra fr¨ªa sin tener nada para reemplazarlas, y entrar en una nueva carrera de armamentos. Y Europa en medio.
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