"Barcelona es mi esposa y Beirut se ha convertido en mi amante"
Maruja Torres, barcelonesa nacida en 1943, vive ahora casi siempre en Beirut, la capital de L¨ªbano, "un pa¨ªs sin futuro". Escritora, periodista, ha hecho de la autobiograf¨ªa (desde Un calor tan cercano) su modo de referirse a la realidad. Y la de Beirut, y el L¨ªbano, le subleva y le amansa, al mismo tiempo. Sobre esa realidad ahora publica La amante en guerra (Planeta). No olvida Barcelona. "Barcelona es mi esposa y Beirut se ha convertido en mi amante". Ayer present¨® en Madrid su libro, y aqu¨ª lo cuenta.
Pregunta. ?Por qu¨¦ Beirut?
Respuesta. Para respirar. Era una necesidad fisiol¨®gica: estar all¨ª, no alejarme. Cuando me fui, la primera vez, sent¨ª que me iba con Beirut dentro; todo a flor de piel; las cosas que me pasaron all¨ª me removieron los cimientos.
"Nunca he sido objetiva, pero creo que mi subjetividad es muy honesta"
P. ?Por qu¨¦?
R. Porque yo estaba aletargada viviendo aqu¨ª; escrib¨ªa, ten¨ªa mucho reconocimiento p¨²blico, pero hab¨ªa perdido a la reportera.
P. ?Se cans¨® de Barcelona?
R. No. Siempre digo que Barcelona es mi esposa y Beirut se ha convertido en mi amante. Me cans¨¦ de mis paseos por el Ensanche, de mis dry martini con cuatro amigos... Y el ¨²ltimo fin de a?o ya no pude salir con dos de mis m¨¢s queridos amigos, Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n y Terenci Moix, muertos... Y el 5 de enero era el cumplea?os de Terenci, y tampoco pod¨ªa ser. Me fui a cenar sola a Casa Leopoldo, y luego recorr¨ª todos los barrios en los que hab¨ªa paseado con ellos, y me dije al llegar a casa: "Nena, no m¨¢s". Y decid¨ª cambiar de sitio, irme a Beirut.
P. ?C¨®mo llega a amar Beirut?
R. ?Ten¨ªa una man¨ªa por Beirut desde que trabajaba en Fotogramas! Tambi¨¦n ten¨ªa pasi¨®n por Chile, pero ahora es un pa¨ªs normalizado. Pero Beirut es una palabra de nuestras vidas; podemos estrellarnos all¨ª y al mismo tiempo te da lecciones de horror.
P. ?C¨®mo es la vida cotidiana de un occidental all¨ª?
R. Estupenda. Tenemos un nivel de vida ?que te permite crear puestos de trabajo! Y darte el gusto de tener una profesora de ¨¢rabe.
P. ?Y qu¨¦ sensaci¨®n le produce ese contraste con una situaci¨®n tan dram¨¢tica?
R. No es tan grave la situaci¨®n. En contraste con el Magreb, no hay ni?os muri¨¦ndose de hambre en la calle, consumi¨¦ndose entre las moscas, as¨ª que no se te crea mala conciencia. Lo m¨¢s grave es que los libaneses carecen de futuro. Se van los j¨®venes, y padecen la maldici¨®n de matarse entre s¨ª cada 15 a?os... Se repiten los pol¨ªticos que tuvieron, y muchos son gentuza impresentable. Eso les ha creado una decepci¨®n que les impide reaccionar. La gente joven carece de esperanza, y al mismo tiempo son muy diestros, muy capaces.
P. ?C¨®mo se aborda literariamente el drama de Beirut? Dice que su libro es "una casi novela".
R. Es el libro que me ha sido m¨¢s f¨¢cil. Hay libros que "se te dictan", que te eligen, ¨¦ste es uno de ellos. Libros que te eligen, incluso en la forma. Empez¨® por el final de mi ¨²ltima experiencia, en agosto de 2006, y fue hacia atr¨¢s, recordando, a mi manera, desde el ¨²ltimo drama hasta mis primeros recuerdos. De repente se me cruz¨® la idea de situar en medio del drama a un muchacho que puede tener la edad de un aborto m¨ªo. En el libro vamos juntos, perdidos en medio de Beirut, convertidos en personajes de ficci¨®n.
P. Una realidad que la convierte en reportera y novelista.
R. Eso es as¨ª. La realidad nos da las dos posibilidades, la ficci¨®n y el periodismo. Es la consecuencia de estar enamorada de un sitio, vive m¨¢s que un simple argumento. Cada periodista tiene su Beirut. El de Manu Leguineche es Vietnam; otros tienen Sarajevo, como existi¨® Madrid, o N¨¢poles, o Par¨ªs...
P. Y el de usted es Beirut...
R. Lo digo en el libro: me encontr¨¦ con una ciudad fantasmal, demasiada tragedia para su tama?o, demasiados monstruos para una ciudad.
P. ?El amor por un sitio condiciona su retrato?
R. Nunca he sido objetiva, pero creo que mi subjetividad es muy honesta. Estoy en un sitio, el L¨ªbano, por donde pasa todo lo que ocurre en Oriente Medio. Lo dice Tom¨¢s
[Alcoverro, corresponsal de La Vanguardia en el L¨ªbano desde hace 40a?os] y lo dicen muchos: todo pasa por L¨ªbano. El L¨ªbano invent¨® lo que est¨¢ pasando en Irak. En el L¨ªbano hay 500 esp¨ªas de EE UU e Israel tratando de desestabilizarlo todo... metiendo armas en donde ni se sabe...
P. ?Nunca acabar¨¢ ese drama?
R. No.
P. ?Y qu¨¦ tendr¨ªa que pasar para que acabe?
R. Que acabara el g¨¦nero humano. Creo que hay sitios que est¨¢n malditos por la geograf¨ªa. ?Imag¨ªnate qu¨¦ pasar¨ªa aqu¨ª con toda la emigraci¨®n que viene de ?frica si ¨¦ste no fuera un pa¨ªs consolidado! Aqu¨¦l es un mal sitio geogr¨¢fico que a principios de los sesenta era una bendici¨®n... Y despu¨¦s pas¨® todo lo que est¨¢ pasando.
P. ?C¨®mo es un liban¨¦s?
R. Un ser encantador. ?Un conseguidor, como Agag! Yo los defino con la frase de Tennesee Williams: "Siempre depend¨ª de la amabilidad de los otros". El liban¨¦s es muy amable con los extranjeros, ?l¨¢stima que no lo sea con los propios libaneses! ?A los extranjeros se lo facilitan todo!
P. ?Y c¨®mo afectan sus dramas a la cultura cotidiana?
R. No hay cultura; reciben el Vanity Fair antes que nadie, pero no hay cultura; se acab¨® en los sesenta.
P. ?Y nunca tendr¨¢ futuro?
R. Su futuro es ¨¦ste. Su forma de vivir es ¨¦sta. Y sobrevivir¨¢ a todos nosotros, la ciudad sobrevive siempre, es una roca. Es como una mujer que pierde a sus hijos, pero vuelve a parir.
P. ?Su sitio para siempre?
R. Por muy putas que las pase, volver¨¦. Tengo un billete para el 23 de marzo, a las 13.30, con Lufthansa. Con los alemanes sabes que siempre llegas, aunque te den bocadillos helados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.