Nadal ha vuelto
Casi 300 d¨ªas despu¨¦s, el espa?ol vence a Djokovic y logra su s¨¦ptimo torneo 'masters'
El tenis es un deporte de gente mani¨¢tica. Y Rafa Nadal opta al t¨ªtulo de rey de los supersticiosos. El espa?ol, que dice que se est¨¢ "quitando", que ya no ordena y reordena compulsivamente las botellas que guarda debajo de su silla, toma siempre la misma decisi¨®n y mantiene la misma liturgia llueva o nieve, haga fr¨ªo o calor, sea favorito o no. Se vio ayer en la final del torneo masters de Indian Wells. Jugaba contra Nenad Djokovic. Gan¨® el sorteo. Y decidi¨®, contraviniendo todas las reglas no escritas del tenis, restar. Como siempre. La responsabilidad, el peso del juego, las miradas atentas del p¨²blico, para el otro. La ventaja, el factor desequilibrante, la posibilidad de desmoralizar al contrario desde el primer juego, para ¨¦l. Nadal dej¨® a Djokovic sin respuesta. Gano ¨¦se y los siguientes tres parciales. Achic¨® al serbio, que s¨®lo se llev¨® dos de los primeros 18 puntos. Y puso las bases para ganar su primer t¨ªtulo de la temporada, su s¨¦ptimo torneo del circuito masters y el primer trofeo desde que venciera en Roland Garros (6-2 y 7-5).
Djokovic representa la irreverencia de la nueva hornada de talentos del tenis. Lidera, junto al escoc¨¦s Murray, a una generaci¨®n de j¨®venes jugadores que no cree en mitos ni en dioses, que mira a sus mayores con poco respeto, que creen que Federer pronto estar¨¢ pasado de moda, agotado, fulminado por la savia nueva de su tenis. Nadal es el hombre que separa los dos bandos. Siendo tan parecidos, por edad y ambiciones, el espa?ol y el serbio son radicalmente opuestos. Les separa un a?o en el calendario - 20 a?os frente a 19- y un mundo sobre la pista. Tambi¨¦n los t¨ªtulos, el prestigio ganado y la actitud ante la vida. Nadal se ha labrado fama de trabajador incansable, de enamorado de su deporte, de hombre hambriento de mejora. Djokovic, que es hijo de futbolista famoso, no pierde oportunidad de ponerse moreno y esquiar. Como es joven y rico, ha conseguido lo imposible: hacer las dos cosas a la vez. En cuanto tiene vacaciones, se marcha a Dubai o Qatar, donde los petrod¨®lares han obrado el milagro de la nieve en medio del desierto. Y Nadal, ya se sabe, trabaja en vacaciones.
Si algo distingue al jugador serbio, sin embargo, es el orgullo. Nadal pas¨® por encima suyo en el primer set. No se vino abajo. Hurg¨® en el muestrario de su tenis y rescat¨® un servicio poderoso y una derecha temible. Batall¨®. Super¨® las inseguridades despertadas por su primera final de un torneo masters, por su primera vez en un gran escenario, por los nervios del primerizo. Y empez¨® a aprovecharse de las bolas cortas de Nadal, de su propia fuerza, del muelle de su brazo.
Fue un tenista valiente y decidido, para bien y para mal. Jug¨® la segunda manga de la final a latigazos, apostando al talento puro, a la clase sin pulir, a las genialidades sin plan que las encuadre. Cuando hil¨® tres seguidas, puso en aprietos a Nadal. Como Djokovic tuvo algo de perro ladrador, mucho colmillo y poco mordisco, como perdon¨® cuatro bolas de break en el mismo juego, como pudo ganarle el servicio al espa?ol en tres ocasiones y no lo logr¨®, el serbio perdi¨®.
Nadal, faltar¨ªa m¨¢s, puso mucho de su parte en el resultado. Su servicio ha ganado en variedad, precisi¨®n y fuerza. Ha vuelto a jugar profundo y largo, como m¨¢s duele. Y, por una vez, durante la primera manga, sac¨® a pasear su repertorio de juego ofensivo, que de tanto fiarse de sus piernas estaba empezando a acumular polvo. Nadal tiene dinamita en el drive. Es preciso, la raqueta en lugar del bistur¨ª, cuando busca las l¨ªneas, los ¨¢ngulos, ese sitio en el que todo es pista y distancia respecto al contrario. Ya se puede considerar un todoterreno: gana en tierra. En pista r¨¢pida. Y sobre hierba. Ning¨²n tenista espa?ol hab¨ªa jugado finales en tantos torneos distintos del circuito masters -seis de los nueve que hay-, y s¨®lo ?lex Corretja hab¨ªa ganado en Indian Wells antes que ¨¦l. Por eso el triunfo de ayer es un hito en su carrera.
La raz¨®n: Nadal empezaba a dudar de s¨ª mismo, empezaba a sospechar de su cuerpo y empezaba a creer que ya no llegar¨ªa a m¨¢s finales, seg¨²n confes¨® nada m¨¢s clasificarse para la de ayer. Al ganarla, el espa?ol ha cerrado la herida que le hab¨ªa abierto Federer al vencerle en la final de Wimbledon. Desde entonces, casi 300 d¨ªas y ni un solo torneo ganado. Nadal reafirm¨® ayer su condici¨®n de n¨²mero dos mundial y, por extensi¨®n, la de Federer como n¨²mero uno. El suizo, m¨¢ximo favorito en cualquier situaci¨®n, perdi¨® en Indian Wells a las primeras de cambio. Y el torneo lo ha ganado Nadal. Mientras Djokovic y los suyos llegan, el tenis vuelve a ser cosa de dos.
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