El Prado salta al futuro
El discreto y elegante edificio de Rafael Moneo colocar¨¢ al gran museo espa?ol en la modernidad
Un prisma sutil, discreto, sin la ruidosa trompeter¨ªa visual tan frecuente en estos d¨ªas, se levanta a la espalda del elegante edificio que dise?¨® Juan de Villanueva en el paseo del Prado. El gran museo espa?ol salta al futuro con la ampliaci¨®n ideada por el arquitecto Rafael Moneo (Tudela, 1937) y culminada ayer con la entrega del edificio al Patronato del Prado. El acto qued¨® reflejado en la reuni¨®n extraordinaria de la ministra de Cultura, Carmen Calvo, con los 30 miembros del patronato, entre los cuales figuraban dos nuevos representantes: Alicia Koplowitz y Guillermo de la Dehesa.
A esa hora, poco antes del mediod¨ªa, Moneo se encontraba en la planta baja del ¨¢bside de Villanueva, en el viejo edificio. A su alrededor, una magn¨ªfica sala estucada en rojo. En la planta superior, la estancia que de alguna manera define el car¨¢cter del Prado: la Sala de Vel¨¢zquez. Bajo Las Meninas arranca la ampliaci¨®n. En ese punto confluyen Vel¨¢zquez, Villanueva y Moneo, que califica al museo de edificio complejo, "a pesar de su elegante apariencia neocl¨¢sica". En el ¨¢bside se advierte muy pronto la intervenci¨®n de Moneo, su idea de convertirlo en el lugar de confluencia entre dos edificios y dos tiempos, entre el siglo XIX y el comienzo del XXI. Es un tr¨¢nsito natural, muy propio de Moneo, muy respetuoso con la historia, con el museo, en definitiva.
Esa relaci¨®n se extiende a lo largo de toda la ampliaci¨®n, que viaja del ¨¢bside de Villanueva al prisma adyacente, enclavado sin gran aparato entre la iglesia de los Jer¨®nimos y las edificios burgueses que caracterizan al barrio. El ladrillo recubre principalmente al prisma de Moneo, como cubre el viejo museo. No es algo casual. La nueva construcci¨®n es una celebraci¨®n de los viejos oficios, de los detalles artesanales que comienzan a olvidarse en el proceso industrial de la arquitectura moderna. A pesar de su f¨¢cil relaci¨®n con el entorno, la obra tiene algo de sorprendente. Es un edificio lleno de sutilezas: el amplio vest¨ªbulo se cierra con un hermoso punto de fuga que desemboca visualmente en la arboleda del Jard¨ªn Bot¨¢nico; el claustro, por cuya suerte tem¨ªan los sectores m¨¢s reaccionarios, termina extraordinariamente realzado, rodeado por una camisa de hormig¨®n y sometido al v¨¦rtigo de la linterna que se abre en mitad del patio y que baja hasta la base del edificio; al frente de la construcci¨®n, las puertas creadas por la escultora Cristina Iglesias transmiten a la vez una sensaci¨®n de modernidad, potencia y respeto. Es un lugar sin aparentes soluciones dram¨¢ticas. Pero por eso mismo, obliga a descubrirlas. "Es una obra discreta, elegante y profundamente moderna", dice Miguel Zugaza, director del Prado. Se confiesa feliz con una ampliaci¨®n que se ha desmarcado deliberadamente del ejercicio ampuloso.
Zugaza se refiere a la modernidad en una instituci¨®n con dos siglos de historia: "Este edificio significa colocar un bodeg¨®n de Juan Gris junto a uno de Zurbar¨¢n". Lo dice mientras reflexiona sobre el significado de la ampliaci¨®n. "Cambiar¨¢ la relaci¨®n del Prado con el p¨²blico. Se asume que no es un lugar donde s¨®lo se exponen obras, sino que ofrece los medios para dar la satisfacci¨®n que exige la gente", comenta.
Con la ampliaci¨®n, el Prado podr¨¢ respirar. El incremento de 15.000 metros cuadrados permitir¨¢ albergar las futuras exposiciones.. La colecci¨®n permanente continuar¨¢ en el viejo edificio. En el prisma de Moneo quedar¨¢n enclavados los talleres de restauraci¨®n, y los laboratorios del museo, cuya apertura oficial ser¨¢ el 30 de octubre con una exposici¨®n sobre la pintura espa?ola del XIX. Para entonces, el p¨²blico ya lo habr¨¢ conocido: el 28 de abril comenzar¨¢n las jornadas de puertas abiertas en el nuevo edificio, que acoger¨¢ la ampliaci¨®n de la serie fotogr¨¢fica de Thomas Struth que actualmente se exponen en el viejo Prado.
Babelia
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