A Fonsagrada, sin distancias
Una regi¨®n lucense poco conocida al norte de los Ancares y al sur de la Mari?a
Aqu¨ª yace panza arriba / O Cazote de Fonfr¨ªa, /postura que le agrad¨® / mientras le dur¨® la vida". Este epitafio (en gallego), en la peque?a aldea de Fonfr¨ªa, en las monta?as de A Fonsagrada, es un ejemplo del particular car¨¢cter de los habitantes de esta remota regi¨®n gallega perdida en la frontera con Asturias. Una regi¨®n olvidada y desconocida hasta por los propios gallegos. Al norte de los Ancares y al sur de la Mari?a lucense, la comarca de Lugo que mira al mar, el territorio de A Fonsagrada se caracteriza por su alejamiento de todos los n¨²cleos principales de la zona; lo cual determina su naturaleza, junto con su orograf¨ªa monta?osa. Quiz¨¢ por ello, el Gobierno de la Xunta de Galicia planea una actuaci¨®n global en ¨¦l que lo rescate de su olvido secular.
Entretanto, los habitantes de la regi¨®n, que, por no tener, no tiene siquiera un nombre que la identifique (el de A Fonsagrada es el de su cabecera), contin¨²an su vida ajenos a todos, condenados, como siempre, a vivir en sus aldeas en condiciones bastante duras, lo mismo que sus antepasados. Tan s¨®lo la capital, un pueblo de 2.000 vecinos, presenta rasgos de una poblaci¨®n moderna, gracias a su condici¨®n de centro de servicios. Una funci¨®n que cumple desde su origen, cuando surgi¨®, al borde del Camino de Santiago que viene por el norte (el que trae a los peregrinos que llegan desde Asturias), en torno al mercado que se celebraba junto a la fuente de la que recibi¨® su nombre. Solamente as¨ª se explica su emplazamiento en lo alto de una monta?a, en uno de los lugares m¨¢s elevados del territorio, sometida a todos los vientos. Justo todo lo contrario de la Pobra de Bur¨®n, la antigua capital de la comarca, que est¨¢ en el fondo del valle, pr¨¢cticamente a los pies de aqu¨¦lla.
A Fonsagrada en s¨ª no tiene nada de particular. Salvo el conjunto de viejas casas que sobreviven junto a la iglesia (el lugar donde surgi¨®), el resto es un pueblo-calle con cierto aire del Oeste. Cuatro comercios y algunos bancos dan cierto cuerpo a la poblaci¨®n junto con varios bares y restaurantes (alguno, como el Cant¨¢brico, digno de cualquier ciudad) donde se citan los fonsagradinos. Pero su territorio ofrece un sinf¨ªn de valles, aldeas, caminos y rincones casi de ensue?o. La Galicia secular pervive en esta regi¨®n como en los tiempos de Rosal¨ªa o los de Fern¨¢ndez Fl¨®rez, con su secuela de r¨ªos y corredoiras y sus bosques embrujados y animados. Hay tambi¨¦n restos romanos (de minas de oro y de mineral de hierro) y alguna torre feudal, aunque, por lo general, la tierra se califica por su pobreza. Como escribi¨® Ram¨®n Otero Pedrayo, uno de los escasos autores que se dignaron escribir sobre ella, el factor que la define es la distancia.
Caminos de v¨¦rtigo
Distancia de la ciudad y entre sus distintos valles, donde se asientan peque?os pueblos y aldeas pr¨¢cticamente sin comunicaci¨®n con los de otras zonas. Trayectos de largo tiempo tienen que hacer sus vecinos para ir de un lugar a otro, incluso para acceder a sus propios campos. Y todo ello por caminos tortuosos y pendientes, cuando no directamente de v¨¦rtigo, como la carretera que baja desde El Acebo, el puerto que comunica A Fonsagrada con Negueira de Mu?iz, el concejo colindante por el este y con el valle del r¨ªo Navia, que separa a ambos de Asturias.
Pero, a cambio, los tesoros que ofrece son infinitos. As¨ª, sus propios paisajes, con monta?as imponentes y valles intercalados entre sus pliegues, que a veces no se ven hasta estar encima de ellos. Valles como el de Logares, al norte de la comarca, con sus m¨ªnimas aldeas y sus tejos milenarios (en Carballido hay tres que dan sombra a todo el pueblo), o como el del Navia, al este, ya junto a Asturias, que forma un gran ca?¨®n cuyas laderas acogen viejas fornazas (restos de fundiciones mineras) y hasta colonias de hippies en la margen que despobl¨® el embalse. Colonias que ahora se comunican por una pista, pero que hasta hace muy poco ten¨ªan que cruzar el embalse en barca para acceder a la orilla opuesta, ya fuera para comprar o para llevar a sus hijos al colegio de Negueira.
La actividad humana ha dejado tambi¨¦n su huella en esos paisajes. Como en otras partes de Galicia -los Ancares, sobre todo-, abundan en la comarca los famosos y est¨¦ticos corti?os, colmenares rodeados por altas tapias de piedra con el fin de protegerlos del ataque de los osos, y, por supuesto, los tradicionales h¨®rreos, ya sea en su versi¨®n gallega -los m¨¢s normales-, ya sea en la asturiana, en los pueblos m¨¢s cercanos a la raya con Asturias, y hasta alguna palloza superviviente de las muchas que debi¨® de haber en tiempos.
Aunque, posiblemente, la joya antropol¨®gica por excelencia de la regi¨®n, por su significado y por estar a¨²n en funcionamiento, sea el c¨¦lebre mazo de La Porteli?a, la ferrer¨ªa hidr¨¢ulica medieval en la que el se?or Vicente contin¨²a haciendo cuchillos al modo tradicional y que es la ¨²nica, al parecer, que queda viva en toda Galicia.
Como el se?or Vicente, a¨²n queda gente en A Fonsagrada que contin¨²a ejerciendo oficios tradicionales (uno de ellos, Oliverio, en la aldea de Queixoiro, que construye en sus ratos libres birimbaos o arpas de boca, el instrumento t¨ªpico de la tierra: su m¨²sica parece nacer de las monta?as, seg¨²n dicen), pero la mayor¨ªa ha derivado ya hacia actividades m¨¢s productivas, como la ganader¨ªa o el sector servicios.
D¨ªas de mercado
La ganader¨ªa pervive en toda la zona, d¨¢ndole su peculiar car¨¢cter, sobre todo en las ¨¢reas m¨¢s aptas para su desarrollo, y el sector servicios se concentra casi exclusivamente en A Fonsagrada, adonde acuden las gentes de las aldeas a hacer sus compras, sobre todo los d¨ªas de mercado. Esos d¨ªas, que son el primero y el tercer lunes de cada mes, el pueblo se llena de lugare?os que comparten sus alegr¨ªas y sus preocupaciones ante un plato de butelo o una botella de vino en cualquiera de los distintos bares del pueblo mientras olvidan por unas horas sus soledades en las aldeas en las que viven aislados durante todo el resto del tiempo. Esos d¨ªas y cuando los que se fueron de ellas regresan, en sus taxis con matr¨ªculas de Madrid o Barcelona o en sus modernos turismos, los que ejercen otros oficios, para rememorar junto a sus vecinos los a?os en los que ellos tambi¨¦n viv¨ªan all¨ª, no son, empero, los mejores para viajar por el territorio. Para viajar por ¨¦l son mejores los restantes, cuando el invierno lo cubre de nieve y hielo o cuando la primavera lo pinta de mil colores, como el oto?o, y resuenan en ¨¦l las palabras que don Ram¨®n Otero Pedrayo escribi¨® en el pasado siglo: "O pa¨ªs de Fonsagrada: altas terras de serras c¨¢mbricas, vales estreitos en plena formaci¨®n, longos invernos, ausencia de formas maduras, importancia do vento...".
Julio Llamazares (1955, Vegami¨¢n, Le¨®n), novelista, autor de El r¨ªo del olvido, Luna de Lobos y La llluvia amarilla, entre otras.
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GU?A PR?CTICA
C¨®mo llegar- Desde Lugo (43 kil¨®metros), seguir la C-630 hasta A Fonsagrada.- Desde Madrid, salir de la autov¨ªa por la salida de Baleira, y una vez en C¨¢dabo-Baleira, seguir por la C-630.Dormir- Hotel Fontesacra (982 34 03 27; www.ocahotels.com). As Rocas. Carretera 630. Fonsagrada. La habitaci¨®ndoble, entre 60 y 100 euros.- C¨¢mping A Fonsagrada (982 34 04 49).- Apartamentos Casoa de Bra?a(661 35 57 12). Tres personas, 50 euros. A 18 kil¨®metros.Visitas- Museo Etnogr¨¢fico (982 34 05 07). Rosal¨ªa de Castro, s/n.- Iglesia rom¨¢nica Lamas de Moreira.- Antiguos molinos de agua, pallozas, h¨®rreos t¨ªpicos, restos de antiguos hornos de fundici¨®n f¨¦rrea.- Desde las instalaciones del c¨¢mping se pueden iniciar cinco rutas de senderismo, adem¨¢s del primitivo Camino de Santiago.Informaci¨®n- Oficina de turismo de A Fonsagrada (982 34 00 00).
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