Maraved¨ªes en Sal¨®nica
Las huellas de la comunidad sefard¨ª en la ciudad griega
Pocas veces un viaje en el espacio es a la vez un viaje en el tiempo. Llegar a Sal¨®nica supone volver al siglo XV, a las calles de Toledo o Sevilla y al rumor del castellano antiguo. Porque Sal¨®nica no s¨®lo es la capital de Macedonia; es tambi¨¦n territorio judeo-espa?ol. Cuatro siglos despu¨¦s de que los jud¨ªos de Toledo o Mallorca marcharan al exilio, el ladino, el viejo castellano hablado en el siglo XV, es a¨²n lengua en uso; por ejemplo, en los folletos del Museo Jud¨ªo: "Despues dela orivle expulsion d'Espania por los reyes Ferdinando i Isabella en 1492, muchos Djidios empesaron a arrivar al abrigo de Salonik. La sivda tenia un ayre de tolerantsa i stabilita economica y muy presto la creativita Sefaradi suvio a su punto alto en el siklo 16", puede leerse en el tr¨ªptico que acompa?a la visita al Museo Jud¨ªo de Sal¨®nica.
Hoy s¨®lo son un millar, pero la presencia de los sefard¨ªes en Sal¨®nica, la segunda ciudad de Grecia, ha calado hondo en su historia: eran 49.000 antes de que el Holocausto acabara con el 96,5% de ellos, como recuerda la estatua conmemorativa de la plaza de la Libertad (Plateia Eleftherias), en forma de candelabro que aleg¨®ricamente se transforma en hoguera. Y aunque la presencia jud¨ªa en la ciudad est¨¢ atestiguada en el siglo III antes de Cristo, quienes hoy habitan en ella son descendientes directos de esos jud¨ªos de la di¨¢spora que en el siglo XVI dejaron sus casas de Sefarad, con la llave en el bolsillo y la esperanza de volver un d¨ªa.
El coqueto edificio del Museo Jud¨ªo -m¨¢rmol blanco y madera clara, con pasamanos de metal bru?ido- es el punto de partida del recorrido por la Sal¨®nica sefard¨ª. Ocupa un inmueble hist¨®rico que se salv¨® del incendio que devast¨® el centro urbano -y la juder¨ªa- en 1917. Reabri¨® en 1997 por obra y gracia de la Capitalidad Cultural Europea de la ciudad como sede de una exhibici¨®n permanente: de tumbas del antiguo cementerio; objetos de la vida cotidiana, menorahs [candelabros de siete brazos], t¨²nicas, ropas talares, grabados, libros y documentos.
Alrededor del museo, inmuebles burgueses conocen tiempos mejores por una oportuna recuperaci¨®n urban¨ªstica: en torno a la calle de Venizelou, las fachadas reverdecen gracias a negocios de dise?o. Un buen ejemplo es el taller-joyer¨ªa de Iosif Iosifidis: atrevidas piezas de oro y plata, interiorismo original y m¨²ltiples gui?os de humor en el escaparate. El resto del vecindario, sin embargo, parece sumido en el letargo, y ni siquiera el ritmo vertiginoso de la ciudad m¨¢s comercial de Grecia logra sacarlo del sopor.
Alrededor de la decadente Stoa Shaul, una galer¨ªa comercial con las fachadas carcomidas por el salitre, abundan sastrer¨ªas que parecen a punto de echar el cierre, con las piezas de pa?o sobre mostradores de madera; talleres de orfebrer¨ªa en cuyas mesas se afanan bajo los focos oficiales y aprendices; imprentas que guardan en armarios las cajas y los tipos, y cuyos operarios a¨²n gastan batas de sarga o percal. Un sinf¨ªn de oficios milagrosamente vivos, y que los sefard¨ªes trajeron consigo desde el otro lado del Mediterr¨¢neo.
En torno al museo, pues, el tiempo parece haberse detenido como en un sabbat perpetuo, contra el que nada puede el ajetreo de autobuses y coches, paseantes y mercaderes. Pero cruzar la calle de Venizelou en direcci¨®n a la Stoa Modiano significa sumergirse en la vor¨¢gine. El mercado Modiano, de techumbre met¨¢lica y frontispicio ara?ado en terracota, ha sido durante d¨¦cadas uno de los escenarios de la vida jud¨ªa; tanto que una de sus fachadas, la de Vasilis Irakliou, comparte calzada con la sede de la comunidad israel¨ª. Los puestos de la carne, con su reclamo r¨ªtmico y persistente -el ruido de los cuchillos despiezando las reses-, conviven con la modernidad m¨¢s rabiosa: en el primer piso de la plaza, el restaurante Meatme ofrece un decorado en blanco y verde lima para contrarrestar la amenaza de los matarifes.
El 'call' gerundense
En Vasilis Irakliou se halla tambi¨¦n la sinagoga de diario, la Yad Lezicaron, oculta en un s¨®tano. Mercado y oratorio se levantan en lo que se llam¨® Caal de la Plaza ( Juder¨ªa del Mercado, viene a ser la traducci¨®n). Caal es igual a call: como el call gerundense o el mallorqu¨ªn. Una zona llena de historia, a la que tambi¨¦n se apuntan los bellos restos del ham¨¢n Yahudi, de ¨¦poca otomana, hoy rodeado por puestos de flores y los parasoles de unas cuantas terrazas, ya que en Sal¨®nica el estado natural de la acera, de cualquier trozo de acera, es la terraza: es el lar de la urbe, y como tal arde d¨ªa y noche.
La sinagoga principal, de 1927, es la de los Monastiriotes -llamada as¨ª por los jud¨ªos procedentes de Monastir, en la antigua Yugoslavia-, y s¨®lo abre en festividades se?aladas. A su alrededor se constituy¨® el gueto durante los a?os de la ocupaci¨®n nazi (1941-1944); de hecho, consigui¨® salvarse de la quema al ser utilizada como almac¨¦n por la Cruz Roja. Hoy nada del entorno recuerda la heroicidad; si acaso, mantenerse en pie entre bloques de cemento y hormig¨®n, aparcamientos subterr¨¢neos y multitud de negocios y oficinas.
Dos sinagogas, la de diario y la de las fiestas de guardar, pueden parecer poca cosa en una ciudad que en el siglo XVI tuvo una treintena, una por cada comunidad, o keilot: una, para los sefard¨ªes procedentes de Mallorca; otra, para los aragoneses; una m¨¢s, para los de Girona; sin olvidar la de los sicilianos, o la de los jud¨ªos de Lisboa, y as¨ª sucesivamente. Pero, junto a la existencia de sinagogas, tambi¨¦n es caracter¨ªstica de Sal¨®nica la preponderancia de la arquitectura civil, burguesa, como las citadas galer¨ªas comerciales o las incontables villas que a finales del siglo XIX y comienzos del XX los prohombres de la comunidad se hicieron construir en las afueras, hoy adentros urbanos.
La m¨¢s imponente es Villa Allatini, que lleva el apellido de la rica familia jud¨ªa a la que sirvi¨® de residencia. Hoy alberga la prefectura de la ciudad. Otras -todas ellas con apariencia de pastel de nata- son la Modiano, mansi¨®n de la familia de banqueros y actual Museo de Etnolog¨ªa de Macedonia y Tracia, o Villa Fern¨¢ndez, entre cuyas paredes se consumi¨® de amor la hija mayor de la familia, herida por las flechas de un cupido gentil... y cat¨®lico. Hoy, Villa Bianca, como tambi¨¦n se la conoce, se ha reciclado en la fisonom¨ªa urbana como sede de una empresa dedicada al medio ambiente, pero en sus cimientos seguro que a¨²n se ocultan los maraved¨ªes que desde Sefarad los ancestros de la ni?a Fern¨¢ndez trajeron consigo. Los maraved¨ªes de Sal¨®nica, o marafetis, como se dice en el griego de la ciudad, se empe?an, como el ladino, en seguir sonando.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 00 30 2310.- Poblaci¨®n: Sal¨®nica tiene un mill¨®n de habitantes.C¨®mo ir- Olympic Airlines (915 41 99 42; www.olympicairlines.es). Ida y vuelta a Sal¨®nica desde Madrid, v¨ªa Atenas, a partir de 211 euros.Dormir- Hotel Electra Palace (www.electrahotels.gr; 29 40 00). Plateia Aristotelou, 9. Situadoa un paso de la juder¨ªa, con el mejor spa de la ciudad. Habitaci¨®n doble,a partir de 130 euros.Comer- Meatme. Ermo¨², 24-26. En el mercado Modiano. Pasta, carnes y ensaladas, desde 18 euros.- Myrobolos Smirna. Calle Ermo¨² esquina a Komnin¨®n, tambi¨¦nen el mercado. Cocina tradicional,a partir de 12 euros por persona.Salir- To Mouse¨ªo. Katouni, 14, esquina a Mitropoleos. En Lad¨¢dika (zona peatonal, junto a la juder¨ªa). Un caf¨¦y galer¨ªa de arte, con actuaciones musicales.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Grecia en Madrid (915 48 48 89; www.turismodegrecia.org)- Museo Jud¨ªo (www.jmth.gr;25 04 06). Agiou Mina, 13. Mapasde la Sal¨®nica jud¨ªa.- www.saloniki.org.
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