El trabajo puede esperar, mi hijo no
Quedarse en casa hasta que el beb¨¦ cumple un a?o, tendencia creciente entre las espa?olas
El mundo cambi¨® cuando los ojos de Eider Pacheco se enfrentaron por primera vez a los de su hija, en una sala de partos del hospital Virgen del Camino, de Pamplona. "Cuando vi a Iris estall¨® mi instinto maternal. Desde entonces no me he separado de ella. Fue un enamoramiento total". Han pasado tres a?os y la relaci¨®n no ha cambiado. Eider ha cumplido 29 a?os, y no ha recuperado su puesto de m¨¦dico residente en el hospital pamplon¨¦s, abandonado al nacer Iris. Los tres viven ahora con el sueldo de MIR del marido. "Mi trabajo no era conciliable con cuidar a mi hija", dice Eider, sentada en una cafeter¨ªa de Pamplona.
Una decisi¨®n extrema que hace cinco a?os, cuando naci¨® su primer hijo, le hubiera resultado incomprensible a Lide Azkue, traductora de Markina (Bilbao). Su trabajo le gusta, y apenas terminada la baja maternal volvi¨® a sus traducciones. Era lo mismo que hab¨ªa hecho su madre al nacer ella, hace 34 a?os. Pero algo cambi¨® en su segundo embarazo. "Empec¨¦ a leer cosas sobre crianza natural, a contactar con foros en Internet, y me di cuenta de que lo que quer¨ªa era estar con mi hijo mientras fuera peque?o. El tiempo se pasa volando".
Son treinta?eras que no quieren condenar a sus beb¨¦s a largas jornadas en las guarder¨ªas
Pedrosa, maestra y madre de dos hijos, niega que el mercado sea la medida de la realizaci¨®n personal
La soci¨®loga Isabel Aler recuerda que el beb¨¦ humano nace inmaduro. Hay que prolongar la crianza
La abogada Marta Puchol defiende una baja maternal de 18 meses, como en Suecia y Finlandia
Nuria L¨®pez, asesora fiscal por cuenta propia, tuvo que reincorporarse al mes de nacer su hijo
Ahora se dedica en cuerpo y alma a su beb¨¦ de nueve meses. "Ped¨ª una excedencia de un a?o, y la voy a prolongar". Como Eider y Lide, cada vez m¨¢s mujeres que, enfrentadas a la dif¨ªcil tarea de compaginar el cuidado de los hijos con la profesi¨®n, y siempre que se lo permita su situaci¨®n econ¨®mica, optan por pedir una excedencia, acogerse a jornadas reducidas y, en menor medida, renuncian a su puesto, convencidas de que el trabajo puede esperar. "Nos han vendido un falso feminismo de supermujeres. El trabajo en el mercado laboral no equivale tampoco a la realizaci¨®n personal", dice Aiona Pedrosa, de 30 a?os, maestra en el Maresme, cerca de Barcelona, y madre de dos hijos, de tres a?os y nueve meses, criados con excedencias y jornadas reducidas.
Elena Ferrer, dise?adora gr¨¢fica, de 40 a?os, opina, no obstante, que son decisiones muy personales. "Cada mujer tiene que escuchar su coraz¨®n y saber lo que quiere hacer". Ella escuch¨® el suyo y, al cerrar la agencia de publicidad donde trabajaba, opt¨® por hacerse aut¨®noma para atender mejor a su hijo peque?o, el cuarto, de dos a?os. "Un ser humano necesita apego para desapegarse despu¨¦s. Los ni?os son m¨¢s independientes cuando han sido criados con m¨¢s proximidad", dice.
?Estamos ante un retroceso en la batalla por la equiparaci¨®n de sexos defendida por el feminismo? ?Est¨¢n tirando las mujeres la toalla ante las dificultades de la conciliaci¨®n? No exactamente, opina la soci¨®loga Isabel Aler. "Las feministas ten¨ªamos que recuperar nuestra dignidad. Las mujeres de hoy ya no tienen que luchar por ella".
Por eso, Eider, Lide, Elena y Aiona representan una nueva tendencia que se abre paso entre las treinta?eras, apasionadas defensoras de la lactancia materna, dispuestas a buscar alternativas al modelo productivo que condena a los beb¨¦s a largas jornadas en las guarder¨ªas.
Los casos enunciados pueden parecer excepcionales, pero lo son cada vez menos habida cuenta de que, seg¨²n una reciente encuesta del CSIC, realizada sobre una muestra de casi 10.000 mujeres, m¨¢s de la mitad confesaba que la maternidad es vista como un obst¨¢culo en el ¨¢mbito laboral. Por eso, casi un tercio hab¨ªa optado por la excedencia al nacer su beb¨¦, otro porcentaje similar ten¨ªa jornada reducida y un 17% hab¨ªa abandonado simple y llanamente su trabajo.
El p¨¦ndulo de la historia que llev¨® a las espa?olas a optar por el m¨ªnimo de hijos, cuando no a renunciar a la maternidad para entregarse en cuerpo y alma a su profesi¨®n, parece desplazarse ahora en sentido contrario. Algo que empieza a reflejarse tenuemente en los ¨ªndices de natalidad, que cayeron en picado entre 1975 y 2005, pasando de 3,2 hijos por mujer f¨¦rtil a 1,3 hasta hace bien poco, cuando el empuje de las inmigrantes lo ha colocado en el 1,6. Las encuestas del INE reflejan, con todo, que las espa?olas querr¨ªan tener m¨¢s hijos.
Ese deseo se ve frustrado por las dificultades de parir y criar a los hijos cuando se est¨¢ inmersa en el mercado laboral. "La baja maternal es demasiado corta. Tendr¨ªa que durar 18 meses como en Finlandia y Noruega", dice Marta Puchol, de 35 a?os y madre de un ni?o de cinco a?os y una ni?a de 10 meses. El descanso maternal n¨®rdico, o las medidas que acaba de aprobar Alemania, que permiten a los padres interrumpir el trabajo durante 14 meses (12 meses la madre y dos meses el padre) cobrando un 67% de su salario, son un sue?o imposible hoy por hoy en Espa?a, donde ni siquiera todas las mujeres pueden disfrutar de las 16 semanas de baja maternal legal.
Es una lista que encabezan profesionales aut¨®nomas como Nuria L¨®pez, asesora fiscal, de 33 a?os, con un beb¨¦ de siete meses. Nuria tuvo que volver al trabajo al mes de nacer su peque?o Teo, todav¨ªa con muchas molestias posparto. "Si a un cliente no le hago la declaraci¨®n de gastos cada trimestre, me quedo sin trabajo", argumenta. "Adem¨¢s, el sueldo que recibes durante la baja es rid¨ªculo, porque te pagan de acuerdo con la base de la cotizaci¨®n, y todo el mundo contribuye con el m¨ªnimo. Normal, porque incluso si se cotizara al m¨¢ximo, el dinero que te dan es muy poco. En mi caso, unos 400 euros al mes".
Tambi¨¦n la abogada Marta Puchol, afiliada a la mutua de su colegio profesional, conoce la dura experiencia de regresar al despacho al poco de parir. "Somos cinco abogados en mi bufete y me necesitaban". Le ocurri¨® con su primer hijo, Diego, y con la peque?a Violeta, que no para de moverse en los brazos de su madre durante la entrevista. Al hijo mayor acab¨® por llevarlo a la guarder¨ªa a los cinco meses. "S¨®lo por las ma?anas. Pero fue muy duro". Con Violeta ha optado por contratar a una chica. En total, un gasto de unos 900 euros al mes. "A veces me pregunto si tiene sentido pagar a un extra?o para que cr¨ªe a mis hijos", dice.
La profesora de sociolog¨ªa de la Universidad de Sevilla Isabel Aler cree que no. Que esta sociedad es suicida en su tratamiento de un tema crucial: el cuidado de los beb¨¦s, los ciudadanos del ma?ana. No se cansa de recordar que la cr¨ªa humana nace mucho m¨¢s inmadura que la de otros mam¨ªferos, porque la posici¨®n b¨ªpeda ocasion¨® un estrechamiento de la cavidad vaginal de las hembras que ha acortado el desarrollo intrauterino. "Por eso hay que prolongar la crianza, casi como una especie de gestaci¨®n externa". Elena Ferrer y Aiona Pedrosa est¨¢n completamente de acuerdo. Y lo proclaman en Internet, en la p¨¢gina www.criarconelcoraz¨®n.org. Consideran que la baja maternal deber¨ªa ampliarse al menos hasta los seis meses, "periodo de lactancia materna exclusiva que recomiendan los especialistas", dice Elena, que vive cerca de Alicante.
Las restantes medidas, desde la reducci¨®n de jornada a la excedencia, plantean problemas para las mujeres que no quieren perder su independencia econ¨®mica, y para muchas parejas que no pueden permitirse prescindir de un sueldo. "Se puede renunciar a los gastos superfluos. Muchas veces compramos cosas absurdas", opina la catalana Rosa Sorribas. Madre de dos ni?as, decidi¨® hace cuatro a?os, al perder su trabajo, aprovechar su experiencia como inform¨¢tica para montar una p¨¢gina web (www.crianzanatural.com), desde la que aboga por la lactancia materna. Sorribas anima a las mujeres a no dejarse presionar por la sociedad y las empresas, y a tomarse el tiempo necesario para criar a sus hijos. "Siempre cito a Madeleine Albright, que dej¨® su carrera para cuidar a sus hijos durante unos a?os, y luego ha sido secretaria de Estado norteamericana".
Elena Otaola no aspira a tanto, pero es consciente de compartir con Albright el raro privilegio de haber sido promocionada despu¨¦s de su maternidad. Otaola, de 42 a?os y madre de Elena, que no ha cumplido los tres, reconoce que para Iberdrola -la empresa para la que trabaja- estas medidas de conciliaci¨®n "son estrat¨¦gicas". Por eso las empleadas no pierden un c¨¦ntimo de su sueldo al acogerse a la jornada reducida hasta que el beb¨¦ cumple un a?o.
No todas las compa?¨ªas que se cuelgan medallas por favorecer la conciliaci¨®n laboral y familiar las merecen. "Mi empresa tiene hasta una p¨¢gina web dedicada a la mujer y, sin embargo, la que pide una excedencia o una jornada reducida se arriesga a ver retrasada su promoci¨®n". Lo cuenta Cristina, nombre supuesto de una ejecutiva de 34 a?os que reclama anonimato. Ella pidi¨® una excedencia tras nacer su hijo, hace tres a?os. Ahora, nuevamente embarazada, no ve probable repetir la experiencia. "Cuando me reincorpor¨¦, mis antiguos subordinados hab¨ªan pasado a ser mis jefes. Nada de eso les ha ocurrido a mis compa?eros cuando han sido padres. La verdadera conciliaci¨®n llegar¨¢ cuando ellos tengan nuestros problemas".
Eider Pacheco no lo ve factible. "Somos muy diferentes. No es igual el papel de madre que el de padre". ?Y no habr¨¢ algo de fundamentalismo en esta revalorizaci¨®n de la crianza natural? "Como monitora de la Liga de la Leche, me limito a ayudar a las mujeres que quieren dar el pecho a sus hijos, ya sea un mes, tres meses o dos a?os. Pero no digo que las madres que no cr¨ªan a sus hijos sean peores. No juzgo a nadie", puntualiza Eider. Al contrario. Desde que dej¨® su carrera para cuidar a su hija de tres a?os, a la que sigue amamantando, se siente perseguida por miradas inquisitoriales. "Son los dem¨¢s los que me juzgan a m¨ª".
La conciliaci¨®n no es imposible
PESE A LOS MUCHOS PROBLEMAS que todav¨ªa plantea la conciliaci¨®n de vida familiar y laboral, algo est¨¢ cambiando. Y son cada vez m¨¢s las empresas que se marcan objetivos ambiciosos, por delante de la legislaci¨®n, incluso. Eso al menos ha detectado Roberto Mart¨ªnez, director del ¨¢rea de empresas de la Fundaci¨®n +Familia, que otorga desde 2005 un certificado de empresas familiarmente responsables. Hasta el momento lo han recibido 17 compa?¨ªas, a las que se sumar¨¢n pronto otras 30. Obtener este certificado no es f¨¢cil, porque la fundaci¨®n exige el cumplimiento de siete grupos de condiciones que van desde las que permiten la flexibilidad en los horarios hasta las que favorecen el cuidado de los hijos. Entre las firmas que representan la avanzadilla en esta materia figuran Mutua Madrile?a, Iberdrola, Sanitas y un pu?ado de empresas m¨¢s. Y por t¨ªmido que sea, el recientemente implantado permiso de paternidad, de dos semanas, que consagra la Ley de Igualdad, refleja una preocupaci¨®n creciente por el tema. Este mismo temor es compartido en el Banco Santander, que ha optado por atacar el problema desde otro ¨¢ngulo. "La pol¨ªtica de conciliaci¨®n es prioritaria para el grupo", comenta una portavoz, "porque si es buena, las mujeres no tienen que recurrir a la excedencia". Por eso el modelo Santander pasa por facilitar la vida de sus trabajadoras, con guarder¨ªa, supermercado y todo tipo de tiendas junto al complejo bancario, adem¨¢s de una gestor¨ªa a domicilio, o mejor dicho, a pie de despacho.
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