Su qu¨ªmica
Son tan cortas y tan escasas las alegr¨ªas que nos proporciona la pol¨ªtica, cuando consigue acallar el estruendo de las armas, que no puedo ni quiero impedirme el alivio que me produce contemplar a los ex enemigos Paisley y McGuinnes gast¨¢ndose chanzas y -lo mejor de todo- poniendo en pr¨¢ctica la importante broma de sentarse juntos en el mismo Gobierno.
Y sin embargo, ?por qu¨¦, junto con el consuelo de ver llegado a buen t¨¦rmino un conflicto como el de Irlanda del Norte, siento tambi¨¦n ganas de lanzar un relincho de impotencia, como si a la paz le hubiera trabado las patas el simple hecho de que la firmen quienes m¨¢s la da?aron? Pero no te desanimes. ?Qui¨¦n, si no, pod¨ªa haberla firmado?, salta la voz de la raz¨®n, la voz de la resignaci¨®n. Desde luego que s¨ª. S¨®lo ellos, los del gatillo f¨¢cil y la soflama airada. Ojal¨¢ -como formulaba el martes I?aki en su telenoticias, y salvando las muchas diferencias- m¨¢s pronto que tarde participaran de un mismo gabinete personajes tan enfrentados como Josu Ternera y Jaime Mayor Oreja (en el caso de que ¨¦ste a¨²n siga pintando algo, a?ado yo).
Quiz¨¢ lo que me revienta de esas im¨¢genes retozonas del unionista radical y el republicano irlandeses es que nos llegan con la acotaci¨®n de que entre ellos "hay buena qu¨ªmica". Hay que joderse, y no lo digo s¨®lo por las m¨¢s de 3.500 v¨ªctimas del conflicto. Seriamente hablando, seriamente pensando en las v¨ªctimas futuras, hay que felicitarse por el acuerdo. Pero ni esto ni lo nuestro, por dolorosas que ambas situaciones resulten, pueden compararse a la Sur¨¢frica de Mandela, ni disfrutar del empaque de una emancipaci¨®n. No nos encontramos ante la larga marcha de un pueblo hacia su libertad, sino ante el fin de la cerraz¨®n de las ideas, una por bando, y la pacificaci¨®n de los hombres que con esa excusa mandaron a muchos otros a la muerte, incluidos ni?os. No es poca cosa, tal pacificaci¨®n.
Pero me llena de asco que se r¨ªan. Que firmen lo que quieran, ojal¨¢ lo hubieran hecho antes. Y si tienen buena qu¨ªmica, que no me lo cuenten. No hace falta. Todo empez¨® precisamente por la qu¨ªmica. La que produce p¨®lvora, algo que los hoy dicharacheros colegas compartieron durante un tiempo insoportable.
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