La televisi¨®n cuida al moribundo
Fue en 1952 cuando Fran?ois Chalais film¨® por primera vez reportajes sobre el desarrollo del Festival de Cannes destinados a ser mostrados en la peque?a pantalla. Durante varios a?os era el ¨²nico cronista televisivo del certamen. La televisi¨®n estaba al servicio de Cannes, modestamente. Pero la explosi¨®n de la venta de televisores cambi¨® el tono y, aunque el llamado s¨¦ptimo arte se mostraba condescendiente con el supuestamente octavo arte, de pronto las cosas empezaron a cambiar. En 1963, el festival mont¨® un coloquio sobre las relaciones entre cine y televisi¨®n. Uno de los asistentes, el escritor y cineasta Marcel Pagnol, dado a brindar con demasiada asiduidad, cerr¨® el encuentro proclamando: "?El cine ha muerto, viva la televisi¨®n!".
En cualquier caso, la televisi¨®n es la primera interesada en mantener en secreto la muerte del cine. En la edici¨®n de 2006, hubo 306 equipos de televisi¨®n presentes para informar del festival. Y eso a pesar de que cada vez la uniformizaci¨®n va ganando nuevos terrenos: las televisiones tienen derecho a entrevistas de 10 minutos, como m¨¢ximo, con los directores y los int¨¦rpretes de algunos filmes. Otros prefieren ya suministrar el material informativo-publicitario elaborado por la propia empresa. Las radios que desean servirse de fragmentos de las ruedas de prensa ven c¨®mo les ofrecen a todas el mismo extracto, c¨®mo son id¨¦nticas las im¨¢genes de que disponen cada uno de los m¨¢s de 300 canales de televisi¨®n acreditados.
Como en la guerra de Irak, los periodistas est¨¢n embeded por organizadores, productores y distribuidores. Un canal tiene la exclusiva de casi todo -actos de apertura y clausura, subida diaria de la escalinata, ruedas de prensa, etc¨¦tera- y paga por ello cuatro millones de euros al festival. Nunca ha habido tantos canales y nunca tantos hab¨ªan dicho y mostrado lo mismo.
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