Miseria de la politiquer¨ªa
La incre¨ªble historia del AVE y Barcelona es uno de los episodios m¨¢s demostrativos de la miseria de la politiquer¨ªa y del provincianismo de la llamada sociedad civil. Que el AVE llegue a Barcelona con 15 a?os de retraso respecto de Sevilla es ya de por s¨ª ilustrativo de las prioridades de la pol¨ªtica espa?ola y de la coincidencia de barceloneses y madrile?os en el desinter¨¦s com¨²n. Los gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez dieron prioridad al Madrid-Sevilla con el argumento de que era objetivo estrat¨¦gico principal evitar que Andaluc¨ªa fuera en Espa?a lo que es el Sur en Italia, un territorio en que las mafias camparan ante la debilidad de la econom¨ªa, de las instituciones y del Estado. No es ahora el momento de discutir si el objetivo perseguido se alcanz¨®. Creo que en parte s¨ª, aunque ello no haya impedido que mafias de distinto calado campen en el arco costero del Sudeste espa?ol. En ninguna parte est¨¢ escrito, sin embargo, que tan loable objetivo tuviera que conseguirse a costa de un retraso tan grande en la conexi¨®n entre las dos principales ciudades del pa¨ªs. Pero, sin duda, a este retraso ha contribuido tambi¨¦n la escasa motivaci¨®n de las ¨¦lites dirigentes catalanas, pol¨ªticas y civiles. No se han visto ni grandes protestas ni grandes movimientos reivindicativos por un servicio que, por sentido com¨²n, deber¨ªa ser prioritario. Pero las econom¨ªas del deseo de los grupos sociales poco tienen que ver con el sentido com¨²n. Y as¨ª, Madrid y Barcelona llevan a?os d¨¢ndose educadamente la espalda. Evitando cualquier exceso en la comunicaci¨®n. Para los negocios ya estaba el puente a¨¦reo. Lo dem¨¢s ya llegar¨¢. Ha sido necesario que las consecuencias derivadas de la masificaci¨®n de la comunicaci¨®n a¨¦rea llegaran en forma de incomodidades crecientes a nuestras ¨¦lites dirigentes para que el AVE empezara a verse como una necesidad.
Por el camino, las obras del AVE han desbarajustado el funcionamiento de unas cercan¨ªas dejadas de la mano de Dios. Efecto colateral que ha permitido poner en evidencia el abandono de las infraestructuras catalanas, por mucho que se diga que no hay obra de esta envergadura que pueda hacerse sin generar incomodidad alguna. Que esto sea cierto, no quita que sea obligaci¨®n de los gobernantes minimizarlas al m¨¢ximo.
Parte del retraso que en infraestructuras ferroviarias lleva Espa?a tiene que ver con un error de percepci¨®n del primer Gobierno Gonz¨¢lez. Por aquel entonces, cundi¨® la idea de que el futuro del transporte estaba en la carretera, que el tren era un atraso y que se deb¨ªa seguir el modelo americano. Se perdieron unos a?os preciosos. Pero la eclosi¨®n de la mezquindad se ha producido en el proceso de construcci¨®n y trazado del AVE. La vocaci¨®n adanista que anima a menudo a los gobernantes hizo que el PP decidiera enmendar la p¨¢gina alta velocidad al Gobierno socialista y cuando lleg¨® lo quiso cambiar todo: desde las m¨¢quinas hasta las v¨ªas. El resultado fueron las peripecias de todos conocidas que pusieron en peligro el trazado en varias zonas y que sirvieron para ir aumentando el retraso en la llegada a Barcelona.
Con ello vino tambi¨¦n el carrusel de desprop¨®sitos e ideas imaginativas en torno al camino a recorrer. El empe?o del Gobierno del PP en que no llegara al aeropuerto, por la inconfesable raz¨®n de no generar competencia a Barajas, y la pugna solapada, a partir de la apuesta, del Ayuntamiento socialista de colocar la estaci¨®n central en La Sagrera, dentro de la l¨®gica de impulso y transformaci¨®n de los barrios de la ciudad y de desarrollo del nuevo eje barcelon¨¦s en torno a la plaza de las Gl¨°ries, dieron muchas horas de discusiones y m¨¢s de un frenazo a la construcci¨®n del tren. Cuando parec¨ªa que CiU hab¨ªa abandonado el delirio clientelar de hacerlo pasar por Sant Cugat, para favorecer, en esta idea tan familiar del pa¨ªs que los nacionalistas tienen, a un territorio propio, el pen¨²ltimo reducto del nacionalismo municipal; cuando se daba por superada la confusi¨®n provinciana entre un Ave y un tren de Cercan¨ªas, de los que pretend¨ªan una estaci¨®n en el Paseo de Gr¨¤cia, convirtiendo a un tren r¨¢pido en un metropolitano, para que todo quede cerca de casa; y cuando el trazado por el litoral hab¨ªa deca¨ªdo por fantasioso, aparece el l¨ªo de la Sagrada Familia, cuyos promotores han aprovechado las l¨®gicas inquietudes generadas entre los vecinos del Eixample, como consecuencia de la crisis del Carmel, para darse un chute de notoriedad y oportunismo.
Me niego a acordar autoridad moral alguna para defender la Sagrada Familia a quienes impunemente la han destrozado, con dedicaci¨®n y alevos¨ªa, forzando la continuaci¨®n de las obras con un desprop¨®sito may¨²sculo como es la intervenci¨®n de Subirachs. Hasta el d¨ªa de hoy, los ¨²nicos que se han cargado la Sagrada Familia son los responsables de este atropello cultural. ?Pueden presentarse ahora como ardientes e irreductibles defensores del edificio ante un riesgo que la tecnolog¨ªa contempor¨¢nea convierte en rid¨ªculo? Se suma aqu¨ª la sensaci¨®n de impunidad, tan propia del universo eclesi¨¢stico, con la que han ido avanzando en sus proyectos sin respetar nada ni a nadie, con el vergonzoso oportunismo de buscar notoriedad en el r¨ªo revuelto de las preocupaciones de los vecinos. ?sta es la idea de ¨¦lite dirigente que tiene cierto sector de la sociedad civil catalana.
Sobre este ruido se coloca, c¨®mo no, el oportunismo pol¨ªtico. Da igual lo que defendieron unos y otros en el pasado. Hay un sector de ciudadanos que ven con preocupaci¨®n este trazado. Es cuesti¨®n de subirse al carro. Poco importa que se puedan seguir acumulando retrasos y que el cuento del AVE, ahora hacia Francia, siga siendo el de nunca acabar. Poco importa que la t¨¦cnica garantice que los riesgos son inexistentes, como si Barcelona fuera la primera ciudad del mundo que construye debajo de sus monumentos. Poco importa que este t¨²nel, aunque el Ave ni existiera, ser¨ªa igualmente necesario si se quiere realmente mejorar el servicio de Cercan¨ªas. Seguro que hay argumentos para todos los gustos, en materia de trazados. Pero hay ahora en curso uno que tiene la virtud de responder al elemental principio de que la distancia m¨¢s corta entre dos puntos es la l¨ªnea recta. Y tiene la financiaci¨®n disponible. ?Vamos a ensarzarnos en un debate provinciano, disfrazado de desconfianza con la tecnolog¨ªa? ?Vamos a retrasar una conexi¨®n internacional b¨¢sica por una pelea por un pu?ado votos en un par de distritos de Barcelona? Lo pat¨¦tico del caso, es que todos piensan lo mismo: no pasa nada, el d¨ªa que el AVE circule nadie se acordar¨¢. Un pu?ado de votos y un poco de ruido bien valen unos a?os m¨¢s de retraso. ??ste es el nuevo modelo de Barcelona que algunos proponen? Barcelona necesita pol¨ªtica, no politiquer¨ªa.
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