"No he hecho nada malo"
Garc¨ªa, que suele fallar en las ¨²ltimas jornadas, dice que no desaprovech¨® "ning¨²n golpe"
La precocidad es un arma de doble filo. Ser un adelantado en el tiempo puede llevar a saltarse los pasos que dicta la naturaleza para que todo siga su curso, de forma suave y pautada. La precocidad puede devenir en precipitaci¨®n, en la sensaci¨®n de que no se cumple con las expectativas. Hay personas que est¨¢n destinadas a cumplir un papel en la vida. Pero en muchos casos no son conscientes y eso les facilita las cosas. El caso de Sergio Garc¨ªa (Castell¨®n, 1980) es distinto. Ganar no es una opci¨®n. Es una obligaci¨®n. Desde peque?o. A los tres a?os, su padre, V¨ªctor, le puso un palo de golf entre las manos y el chico pronto cay¨® en la cuenta de cu¨¢l deb¨ªa ser su destino. No hab¨ªa otro camino.
"He pegado bolas incre¨ªbles durante el torneo, pero no han querido entrar" "Deber¨ªa escribir un libro sobre c¨®mo no fallar un tiro y no ganar", dijo tras su derrota
La derrota de Garc¨ªa en el Open Brit¨¢nico es una decepci¨®n m¨¢s que a?adir en una larga lista. La forma en que se produjo, adem¨¢s, evoca los errores del pasado. Su falta de liderazgo y de control mental cuando se acercan las citas importantes. Despu¨¦s de un torneo en el que ha venido desplegando un golf lleno de calidad y control en sus golpes, un nuevo domingo negro termina con las aspiraciones del castellonense. Los domingos negros, los d¨ªas en los que se disputan las ¨²ltimas jornadas de los campeonatos, se acumulan en su curr¨ªculum. "A veces pienso en contratar un psic¨®logo para fortalecer la mente", lleg¨® a reconocer el a?o pasado en Hoylake, tras una p¨¦sima jornada, tambi¨¦n la ¨²ltima, tambi¨¦n en el Abierto Brit¨¢nico.
Sus declaraciones al acabar el partido tambi¨¦n suenan a algo ya o¨ªdo. "Es duro perder as¨ª, porque no creo que haya hecho nada malo", asegur¨®; "he pegado golpes incre¨ªbles durante todo el d¨ªa, pero no quer¨ªan entrar", se justificaba. "Realmente, pienso que no he desaprovechado ning¨²n golpe".
Hubo mala suerte ayer en Carnoustie, eso est¨¢ claro, pero las estad¨ªsticas tambi¨¦n demuestran que los infortunios siempre le persiguen en los momentos m¨¢s determinantes. "Deber¨ªa escribir un libro sobre c¨®mo no fallar no fallar un tiro y no ganar", se excusaba ayer. Pero tras esa aparente "falta de fortuna" se esconde una causa profunda, una par¨¢lisis en los momentos en que se juega los torneos.
A los doce a?os, Garc¨ªa ya era campe¨®n de su club local. Cuatro despu¨¦s, se convirti¨® en el jugador m¨¢s joven de la historia en superar un corte en un torneo del circuito europeo. Hab¨ªa nacido una estrella del deporte. El Ni?o, le dec¨ªan. Ya hab¨ªa sucesor de Severiano Ballesteros. Con s¨®lo 19 a?os, el salto al profesionalismo, despu¨¦s de firmar el mejor registro amateur en la historia del Masters de Augusta. Su debut en un grande fue en el Open Brit¨¢nico de 1999. Y ya fue el maldito campo de Carnoustie el que supuso la primera gran decepci¨®n de su carrera. El campo escoc¨¦s se le vino encima. No fue capaz de superar el corte. Su desenga?o fue tal que rompi¨® a llorar, desconsolado, sobre el hombro de su madre cuando termin¨® el torneo.
Ese mismo a?o, sin embargo, en el campeonato de la PGA, se destap¨® con una enorme actuaci¨®n al lado de la gran sensaci¨®n del circuito golf¨ªstico, Tiger Woods. Aquel segundo puesto y un golpe de fantas¨ªa le catapultaron a la fama. Sergio impact¨® la bola desde detr¨¢s del tronco de un ¨¢rbol, sin visibilidad del green y con los ojos cerrados por si el rebote le daba en la cara. La imagen de su carrera acompa?ando la trayectoria de la bola y su salto para ver c¨®mo quedaba muerta dieron la vuelta al mundo.
El descaro y la locuacidad de Sergio Garc¨ªa calaron. Se convirti¨® en el prototipo de la nueva generaci¨®n. Su esp¨ªritu juvenil contagiaba. Como en el Masters de Augusta, tambi¨¦n en 1999, en el que, tras otro golpe maravilloso, conmin¨® a Woods y a Mark O'Meara a hacer la ola. Aquella imagen reflej¨® su poder. Era una bicoca para los estrategas de la mercadotecnia. Los patrocinadores y los publicistas se peleaban por tenerlo en sus filas.
Su primera victoria en el circuito de la PGA lleg¨® en 2001, en el Master Card Colonial y poco despu¨¦s venci¨® tambi¨¦n en el Buick Classic. Sus grandes actuaciones en la Ryder Cup con el equipo europeo deslumbraban. Pero en los majors, Garc¨ªa perd¨ªa fuelle. La exigencia de ganar un grande pesaba cada vez m¨¢s e influy¨® en su car¨¢cter. El Ni?o cada vez lo era menos y las victorias no llegaban. En alg¨²n momento lleg¨® incluso a exteriorizar su frustraci¨®n sin ning¨²n pudor, como en el pasado torneo de Miami, en el que tras fallar un sencillo putt se inclin¨® sobre el hoyo y escupi¨® justo en el centro del agujero, un gesto que ofendi¨® al selecto mundo del golf.
Ayer, el Ni?o perdi¨® una gran oportunidad para desquitarse. De sus detractores, de Carnoustie, de sus propias dudas. Volvi¨® a llegar tarde a su cita con el destino. La naturaleza, mientras, sigue su curso.
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