Cl¨¢sicos en el hipermercado
Elena Medel, de 22 a?os, descubri¨® la obra del ¨²ltimo Cervantes en un centro comercial
"Libro de versos muy malos. En ellos campa un sentido de resentimiento con toques de ate¨ªsmo". Antonio Gamoneda y Elena Medel leen el informe que la censura redact¨® en noviembre de 1968 a prop¨®sito de Blues castellano, el poemario m¨¢s comprometido del escritor leon¨¦s. En esa fecha, la poeta cordobesa, de 22 a?os, ni hab¨ªa nacido, pero hace unos meses fue ella la que escribi¨® un ep¨ªlogo para ese libro cuya condena por parte de la "secci¨®n de ordenaci¨®n editorial" contemplan ahora los dos. Lo hacen en la exposici¨®n dedicada a Gamoneda que acoge en Le¨®n la Casa de Botines, dise?ada por Gaud¨ª. Es la tercera vez que se ven. La primera fue en la Residencia de Estudiantes, donde Elena Medel tiene una beca: "Un d¨ªa bajaba a desayunar en pijama y all¨ª estaba ¨¦l. Sub¨ª corriendo a ponerme unos vaqueros".
La muestra es una especie de biograf¨ªa en tres dimensiones. Est¨¢ Otra m¨¢s alta vida, el libro con el que Gamoneda aprendi¨® a leer, y que hab¨ªa escrito su propio padre. Tambi¨¦n est¨¢n su primer poema, las medallas y honores, las cartas y los libros dedicados por los amigos: T¨¤pies, Chillida o Herberto Helder, "el poeta europeo vivo que m¨¢s me interesa", apostilla ¨¦l. Adem¨¢s, cuadros de su colecci¨®n acompa?ados de poemas manuscritos con su espinosa letra. "?Que si he pintado alguna vez? Nunca he sabido pintar ni el humo de un tren".
La casa de Gamoneda no est¨¢ lejos, pero hay dos paradas antes de llegar. La primera, en una bodega para tomar un vino. La segunda, en el bar Miserias para comer. "Yo estoy a r¨¦gimen", aclara el poeta mientras saca una bater¨ªa de pastillas y da cuenta de un plato de verdura sin quitar ojo a las morcillas que ha pedido el resto de la mesa. Hace cuatro a?os lo atropell¨® una furgoneta. Resultado: 15 d¨ªas de hospital y un perpetuo problema de espalda que s¨®lo se mitiga perdiendo peso.
La conversaci¨®n empieza por el principio. ?Qu¨¦ lecturas les marcaron? "A m¨ª, Poeta en Nueva York. Con 11 a?os", recuerda Medel. "Me enter¨¦ de m¨¢s bien poco, pero me impresionaron las im¨¢genes. Empec¨¦ a leer desordenadamente. Muchas antolog¨ªas y libros que compraba en el Pryca. Me fastidiaba que un libro no me gustara porque hab¨ªa malgastado la oportunidad de leer uno bueno. En una colecci¨®n barata que se vend¨ªa en el h¨ªper encontr¨¦ Blues castellano".
"Para m¨ª", afirma Gamoneda, "fue decisiva la Segunda antolog¨ªa de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Ten¨ªa 13 a?os y hab¨ªa juntado las tres pesetas que costaba. El librero me dijo: '?Para qu¨¦ quieres a ese escritor de la anti-Espa?a', y me alarg¨® el panfleto de un ultracat¨®lico que dec¨ªa cosas del tipo 'joven, s¨¦ casto". Gamoneda termin¨® haci¨¦ndose con el libro en la tienda de un ex agustino. Tambi¨¦n ¨¦l se hab¨ªa marchado de los agustinos, "un colegio lleno de sadomasoquistas y pederastas".
El mismo d¨ªa en que cumpli¨® 14 a?os, Antonio Gamoneda, hu¨¦rfano de padre, entr¨® a trabajar de madrugada en el Banco Mercantil. Era el chico de los recados y hab¨ªa que encender la calefacci¨®n. La posguerra iba a ser larga. Lo que para ¨¦l es biograf¨ªa, para Elena Medel es historia: "Ni mis padres ten¨ªan edad de votar en las primeras elecciones. No alcanzo a imaginarme que un censor revisara mis libros. Somos unos privilegiados".
El poeta pregunta a la poetisa por la diferencia entre los dos libros que ella ha escrito hasta ahora. Con la edad, un escritor tiene m¨¢s recursos, ?tambi¨¦n menos entusiasmo? "La poes¨ªa", responde ella, "tiene siempre algo de descubrimiento". ?l concluye: "El poeta tiene que defender su inocencia. ?Los poetas sabios me cargan!".
?Y los lectores? En la exposici¨®n, un hombre reconoce a Elena Medel. Caminando por Le¨®n, una mujer para a Gamoneda para agradecerle sus poemas. Los dos son casos raros, pero ?la poes¨ªa llega a la gente? "?Hay muchos t¨®picos!", desgrana Medel: "Que la poes¨ªa es dif¨ªcil, que es inalcanzable. Se vende mal. Le pueden los prejuicios de muchos lectores y de muchos escritores". Gamoneda est¨¢ de acuerdo, pero a?ade: "A lo mejor tampoco hay que comprender tanto. Basta con leer. Seguro que se descubre algo. Le pas¨® a Elena con Lorca, ?no? Lo que sucede es que el poder prefiere que la gente vea la tele, que invade las conciencias".
Aunque afirma que relegar la cultura a la hora de los vampiros no es la mejor forma de fomentar la lectura, Elena Medel recuerda que ella creci¨® viendo la televisi¨®n, "casi amparada por ella. Dejaba a medias los dibujos animados y terminaba yo el cap¨ªtulo escribiendo un cuento. La tele es una buena herramienta muy mal empleada".
?Y a la generaci¨®n que naci¨® viendo la tele le interesa la pol¨ªtica? "Yo creo que les interesa poco en general casi todo", reconoce la propia Medel. "La pol¨ªtica", tercia Gamoneda, "ha sido sustituida por el consumo. El consumismo es la ¨²ltima ideolog¨ªa. La gente se interesa menos por el futuro que por la marca de sus pantalones".
Antonio Gamoneda
"Los poemas se escriben en cualquier parte", dice Antonio Gamoneda, que, a sus 76 a?os, no ha parado desde que en diciembre le concedieron el Premio Cervantes. Incluso ha rodado una pel¨ªcula con el argentino Trist¨¢n Bauer, m¨ªtico por sus documentales sobre Borges y Cort¨¢zar. Lo que no ha vuelto a tocar es Un armario lleno de sombra, sus memorias de infancia. "Catorce a?os. Menos de 200 p¨¢ginas. Duras". Su madre ten¨ªa un armario que s¨®lo abr¨ªa ella. A su muerte, lo abri¨® ¨¦l: "Me vino el olor de mi madre viva".
Elena Medel
En 2002, un cometa atraves¨® el firmamento de la poes¨ªa espa?ola en forma de libro. Se titulaba Mi primer bikini y era obra de una muchacha de 17 a?os. Lo hab¨ªa escrito a los 15, en C¨®rdoba, entre el instituto, los bares y un taller literario. El a?o pasado, y aun teniendo otros novios, Elena Medel volvi¨® a la peque?a editorial barcelonesa DVD para publicar Tara. La muerte de su abuela y mil lecturas hab¨ªan matizado aquel fulgor pop, pero hab¨ªan alumbrado una obra madura. Y lo que falta.
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