Don Juan Carlos se defiende
Lo cuenta una persona que conoce bien al Rey:
-Don Juan Carlos lo ha pasado mal en estos meses. Sigue siendo el t¨ªo encantador de siempre, pero...
El pr¨®ximo s¨¢bado, 5 de enero, cumplir¨¢ 70 a?os. Lleva 32 como rey de Espa?a, y tambi¨¦n te puedes cansar de ser rey. La mayor¨ªa de los espa?oles le identifica como uno de los s¨ªmbolos de la transici¨®n y el hombre que par¨® el golpe de Estado de 1981. Sin embargo, para la generaci¨®n que no vivi¨® el franquismo -ni el aislamiento de Espa?a en Europa-, la transici¨®n empieza a sonar a batallita casi tan lejana como la II Rep¨²blica. Si todo puede moverse, por qu¨¦ no la Corona.
Qui¨¦n iba a pensar en una caricatura p¨ªcara, grosera si se quiere, como desencadenante de la crisis. El senador I?aki Anasagasti (PNV) lanz¨® otra de sus diatribas contra la familia real, a la que describi¨® como "pandilla de vagos", a los que no se puede tocar "ni con el p¨¦talo de una rosa". El 13 de septiembre se inici¨® la quema de fotos del Monarca en algunas ciudades catalanas. Y Esquerra Republicana de Catalunya intent¨® retirar al Rey el mando de las Fuerzas Armadas, a trav¨¦s de una iniciativa finalmente fracasada en el Senado.
Don Juan Carlos ha tenido que salir a defender el balance del trono como garante de las reglas de juego
Tras la designaci¨®n de Su¨¢rez como jefe del Gobierno, el Rey le sac¨® la 'hoja de ruta' que aqu¨¦l le hab¨ªa dado
Una persona pr¨®xima al Rey le oy¨®, hace 10 a?os, que quer¨ªa retirarse a los 70. Ahora, eso es m¨¢s dif¨ªcil
La Zarzuela dej¨® de ser un centro de poder tras la Constituci¨®n. Excepto durante las horas dram¨¢ticas del 23-F
Si el Rey fuera un pol¨ªtico al uso estar¨ªa frustrado por el poco eco de sus llamamientos al consenso antiterrorista
Por la brecha abierta se lanzaron adversarios m¨¢s tenaces. La derecha ultracat¨®lica llevaba tiempo a la espera de un gesto del Monarca en contra de la negociaci¨®n con ETA, tras haber sugerido -sin ¨¦xito- que el Rey no deb¨ªa sancionar la ley del matrimonio entre homosexuales. En septiembre pasado, desde la cadena de radio episcopal (Cope) se exigi¨® la abdicaci¨®n de don Juan Carlos, en medio del discurso habitual de la radio de la Iglesia acerca de la grav¨ªsima crisis en que dice que vive Espa?a. Esta vez el Monarca fue acusado tambi¨¦n de no apoyar el militantismo de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo (AVT).
Para don Juan Carlos, el peligro ven¨ªa menos de los j¨®venes republicanos que quemaban su foto que de la posibilidad de ver arrastrada a la Corona en la virulenta lucha entre el Partido Popular y el Socialista. Sobre todo por la cercan¨ªa del tiempo electoral. La Monarqu¨ªa contin¨²a siendo la instituci¨®n m¨¢s valorada por los espa?oles y don Juan Carlos sigue siendo plebiscitado por las encuestas. Pero el Rey se aplic¨® a colmatar la brecha, herido por la acusaci¨®n de avalar una pol¨ªtica, en este caso la del jefe del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, lo cual cuestiona el eje de toda su vida: enraizar la Monarqu¨ªa como una instituci¨®n que respeta las reglas de juego trazadas por la Constituci¨®n.
El Rey sali¨® a defender personalmente el balance de la Corona, con una primera intervenci¨®n p¨²blica -reiterada en alusiones posteriores- en la que reivindic¨® los tres decenios de crecimiento y estabilidad vividos por Espa?a "en el marco de la Monarqu¨ªa parlamentaria". Porque lo que el Rey defiende es el porvenir de las reglas del juego, no de un jugador en concreto. Las encuestas muestran, en cualquier caso, que su espont¨¢neo "?por qu¨¦ no te callas?", espetado al jefe del Estado venezolano, Hugo Ch¨¢vez, es lo que m¨¢s ha robustecido la popularidad de don Juan Carlos. Esta frase de impacto planetario ha sido recogida por la revista Time como una de las 10 mejores perlas de 2007.
Personas que exigen confidencialidad indican que la situaci¨®n planteada ha podido afectar a los planes del Rey, que nunca se curva ante las dificultades, seg¨²n alguien pr¨®ximo a ¨¦l:
-Hace 9 o 10 a?os le o¨ª al Rey que le gustar¨ªa retirarse a los 70. En aquella ¨¦poca pod¨ªa pensar en la posibilidad de marcharse a la costa cuando lo dejara. El mar es una de sus grandes aficiones. Ahora, esa idea parece m¨¢s dif¨ªcil. Creo que se inclina por seguir con las botas puestas.
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero no reaccion¨® visiblemente en defensa del Rey. Las relaciones del Monarca con el l¨ªder del PP, Mariano Rajoy, tampoco parecen especialmente calurosas. Uno de los visitantes de La Zarzuela le ha visto afectado:
-Le he notado dolorido por su soledad. No comprende los ataques recibidos, es como si dijera: ?pero qu¨¦ les he hecho yo? ?l considera que su reinado ha sido muy fruct¨ªfero desde el punto de vista de las libertades y que tendr¨ªa derecho a mayor agradecimiento.
La soledad no es un sentimiento extra?o a don Juan Carlos. Comenz¨® a experimentarlo cuando pis¨® por primera vez el territorio de Espa?a, en noviembre de 1948. Todav¨ªa no hab¨ªa cumplido 11 a?os el d¨ªa en que un tren le deposit¨®, medio muerto de fr¨ªo, en la discreta estaci¨®n madrile?a de Villaverde. A cubierto de falangistas radicales, pero custodiado por provectos personajes que colocaron al nieto de Alfonso XIII bajo el "ordeno y mando" general¨ªsimo. Su padre, don Juan de Borb¨®n, no hab¨ªa tenido m¨¢s remedio que pactar con Franco la educaci¨®n del hijo, para lo cual se organiz¨® un colegio con ocho ni?os, todos de la nobleza menos uno (Jos¨¦ Luis Leal), en la finca madrile?a de Las Jarillas.
Franco vet¨® la educaci¨®n universitaria del entonces pr¨ªncipe Juan Carlos en Bolonia o Lovaina e impuso su paso por las Academias Militares, antes de acudir a la universidad (la espa?ola, por supuesto). Al poco de casarse en Atenas, en 1962, el pr¨ªncipe hubo de tomar la primera gran decisi¨®n de su vida: quedarse en la Espa?a gobernada por el dictador en vez de volver junto a su padre en Portugal, como pr¨ªncipe de Asturias en el exilio. Su suegro, el rey Pablo de Grecia (padre de la reina do?a Sof¨ªa) le aconsej¨® que siguiera viviendo en Espa?a si quer¨ªa tener derecho a la Corona. Un consejo similar al de Nicol¨¢s Cotoner, marqu¨¦s de Mond¨¦jar, persona afectivamente muy pr¨®xima a don Juan Carlos hasta su fallecimiento.
Todav¨ªa pasaron muchas cosas antes de la proclamaci¨®n como Rey, incluidas las maniobras para situar a Alfonso de Borb¨®n -marido de la nieta mayor de Franco- como un competidor por la sucesi¨®n. Qu¨¦ tiempos tan olvidados, los del poder absoluto de un dictador que pod¨ªa permitirse el lujo de escoger a quien le diera la gana entre una terna de Borbones: don Juan de Borb¨®n, don Juan Carlos de Borb¨®n o Alfonso de Borb¨®n, para sucederle a ¨¦l como jefe de un Estado donde no se permit¨ªa m¨¢s actividad pol¨ªtica que la de los grupos encuadrados en el Movimiento Nacional.
Fueron a?os de espera hasta la designaci¨®n de don Juan Carlos como sucesor de Franco "a t¨ªtulo de rey", en 1969. El dictador muri¨® el 20 de noviembre de 1975, y don Juan Carlos fue proclamado Rey el d¨ªa 22 de ese mes, cuando a¨²n no hab¨ªa cumplido los 38 a?os. La soledad, de nuevo: vigilado por los franquistas; ninguneado por el jefe del Gobierno, Carlos Arias, y menospreciado por la oposici¨®n de izquierda (mantenida en la ilegalidad), que ve¨ªa en don Juan Carlos a un continuador del r¨¦gimen y reclamaba la ruptura.
En 1976, el Rey puso en marcha la mayor de sus decisiones hist¨®ricas: romper el compromiso con las instituciones de la dictadura y utilizar los poderes heredados para promover una democracia. Hay datos sobre la temprana determinaci¨®n de don Juan Carlos, desde antes de la muerte de Franco. Por ejemplo, el que aporta Jaime Carvajal -presidente de la empresa Ericsson Espa?a y de la sociedad Advent-, que hasta 2003 permaneci¨® a la cabeza de Ford Espa?a:
-Henry Ford tom¨® la decisi¨®n de instalar una planta en Espa?a en 1973. A mucha gente le pareci¨® arriesgado, porque hab¨ªa incertidumbre sobre lo que iba a pasar. A m¨ª me explic¨® que, para ¨¦l, fue definitiva una reuni¨®n con el entonces pr¨ªncipe Juan Carlos, en la que le dijo que Espa?a iba a ser una democracia y que iba a formar parte de la Comunidad Europea. "Una Espa?a democr¨¢tica dentro de Europa me convenci¨® para invertir", explic¨® Ford.
-?Y por qu¨¦ a Ford le interesaba tanto la democracia?
-?l ten¨ªa claro que en los pa¨ªses democr¨¢ticos las cosas pueden ir mejor o peor, pero que los riesgos de inestabilidad son menores. Y adem¨¢s, el pr¨ªncipe quer¨ªa integrar a Espa?a en Europa, lo cual era fundamental, porque una Europa con las puertas cerradas a los productos de Almussafes podr¨ªa ser una inversi¨®n desastrosa.
No menos arriesgada fue la apuesta del Rey por Adolfo Su¨¢rez como jefe del Gobierno. Porque aparec¨ªa como un personaje de segunda fila en el r¨¦gimen anterior y carec¨ªa de credenciales democr¨¢ticas. El empresario Jaime Carvajal explica hasta qu¨¦ punto don Juan Carlos sorprendi¨® a sus ¨ªntimos con la designaci¨®n de Su¨¢rez, s¨®lo cinco a?os mayor que ¨¦l, en una estructura institucional que a¨²n era bastante gerontocr¨¢tica:
-El Rey ten¨ªa un plan desde much¨ªsimo antes de ser proclamado. Hered¨® de don Juan, su padre, la idea de que la Monarqu¨ªa, o era de todos los espa?oles, o no era nada. La decisi¨®n de desmontar el r¨¦gimen anterior no la comunic¨® pr¨¢cticamente a nadie antes de ser rey. A m¨ª me pareci¨® fatal la designaci¨®n de Adolfo Su¨¢rez porque no le conoc¨ªa y, como mucha gente que estaba alrededor del Rey, esper¨¢bamos la aparici¨®n de una figura democr¨¢tica con credibilidad. Su¨¢rez no la ten¨ªa entonces, la adquiri¨® despu¨¦s, y sin duda con gran m¨¦rito. El Rey quer¨ªa empezar con una hoja en blanco. Fue un ¨¦xito.
?Por qu¨¦ Su¨¢rez? La versi¨®n m¨¢s extendida sostiene que se trat¨® de un empe?o de Torcuato Fern¨¢ndez Miranda, que hab¨ªa sido preceptor del pr¨ªncipe y a quien ¨¦ste, ya rey, situ¨® al frente de las Cortes y del Consejo del Reino. La familia de Adolfo Su¨¢rez, depositaria de sus documentos y de sus confidencias, matiza esa versi¨®n. A partir del primer encuentro, a principios de 1969, entre don Juan Carlos y Adolfo Su¨¢rez -entonces gobernador civil de Segovia- se abri¨® un canal de comunicaci¨®n entre los dos y empez¨® a fraguar una profunda amistad, llevada con la mayor de las reservas.
Uno de los papeles preparados por Su¨¢rez en ese tiempo era una especie de hoja de ruta que le entreg¨® al entonces pr¨ªncipe Juan Carlos, con cuatro o cinco enunciados de propuestas a realizar en el futuro. Lo cuenta Adolfo Su¨¢rez Illana, primog¨¦nito del ex presidente:
-Despu¨¦s de ese primer encuentro, mi padre pas¨® del Gobierno Civil de Segovia a la Direcci¨®n General de RTVE, donde se ocup¨® de popularizar la figura de don Juan Carlos y de impedir iniciativas como la de retransmitir la boda entre la nieta mayor de Franco y Alfonso de Borb¨®n. De haberse televisado esa boda por la primera cadena, como se proyectaba, habr¨ªa dado la impresi¨®n de que ¨¦ste era el candidato a la Corona mejor colocado.
Cuando se anunci¨® la designaci¨®n de Su¨¢rez como jefe del Ejecutivo (julio de 1976), el Rey le recibi¨® en La Zarzuela. Seg¨²n el hijo del ex presidente del Gobierno, en esa primera audiencia "el Rey sac¨® aquella hoja de ruta para la democracia que a?os antes le hab¨ªa entregado mi padre, con el enunciado de las cuatro o cinco cosas que conven¨ªa llevar a cabo. Y el Rey le dijo: 'Adolfo, ha llegado el momento de que hagamos lo que t¨² hab¨ªas dicho".
Las grandes tareas a las que el presidente Su¨¢rez se entreg¨® -amnist¨ªa, reforma pol¨ªtica, legalizaci¨®n de los partidos, supresi¨®n de las jurisdicciones de excepci¨®n, organizaci¨®n de las primeras elecciones libres (junio de 1977)- fueron el fruto de la decisi¨®n de un rey dotado de plenos poderes. Era un monarca soberano. Precisamente dej¨® de serlo al promulgar la Constituci¨®n de 1978, que ¨¦l tambi¨¦n vot¨®, en la que se reconoce la soberan¨ªa del pueblo y se atribuyen al Rey facultades muy tasadas: arbitraje y moderaci¨®n de las instituciones, mando de las Fuerzas Armadas (colocando la pol¨ªtica militar y la Administraci¨®n militar en manos del Gobierno) y promulgaci¨®n de las disposiciones legales y decretos, firmados por un miembro del Gobierno o cargo electo responsable de ellas. Para Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, "renunciar al poder absoluto que hab¨ªa heredado" fue uno de los grandes m¨¦ritos del Rey.
Despu¨¦s de la Constituci¨®n de 1978, La Zarzuela dej¨® de ser un centro de poder. La intentona golpista de 1981 hizo asumir al Rey facultades excepcionales por unas horas, las indispensables para desarmar el intento golpista. Aquella iniciativa salv¨® la joven democracia y convirti¨® en juancarlistas a much¨ªsimos dem¨®cratas.
El abogado Jaime Sartorius, que era uno de los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Complutense que abandonaban el aula cada vez que entraba en ella el entonces pr¨ªncipe Juan Carlos, cambi¨® definitivamente de opini¨®n sobre el Rey. Ahora cuenta 68 a?os de edad y no regatea elogios a las aportaciones de don Juan Carlos:
-Por supuesto que el Rey no trajo la democracia por s¨ª solo. La democracia habr¨ªa llegado de todos modos a Espa?a, pero habr¨ªa tardado m¨¢s tiempo y seguramente se habr¨ªa derramado m¨¢s sangre. Porque aqu¨ª ¨¦ramos varios miles de personas dispuestas a jug¨¢rnosla. La actitud de don Juan Carlos nos ha ahorrado muchos sufrimientos a todos. ?Naturalmente que le estamos agradecidos!
Una vez creadas las reglas del juego democr¨¢tico, y relativamente asentada la estabilidad del sistema, la actitud de don Juan Carlos ha sido muy clara: no meterse en pol¨ªtica. Neutral ante los diversos procesos electorales, s¨®lo ejerce una magistratura moral en forma de advertencias y consejos. Un cambio mal asumido por los que intentan llevar al Rey al molino de la pol¨ªtica de partido. Verdad es que ¨²ltimamente parece clamar en el desierto; por ejemplo, cuando recuerda el valor del consenso frente al terrorismo. Este mensaje del Rey es casi obsesivo desde hace un a?o. "Tenemos el deber de lograr la unidad y la cohesi¨®n [para] poner fin al terrorismo", dijo en el mensaje de Navidad de 2006, d¨ªas antes de la vuelta de ETA a las bombas. "Unidos acabaremos con el terrorismo", reiter¨® inmediatamente despu¨¦s del atentado de Barajas, durante la Pascua Militar de 2007. "Divisiones y desencuentros no pueden ser compa?eros de ruta de una gran naci¨®n como Espa?a", insisti¨® el 15 de junio pasado. Y lo ha vuelto a recalcar en el mensaje de Navidad difundido esta semana. Si el Rey fuera un pol¨ªtico al uso estar¨ªa frustrado ante el poco eco de su actual programa.
Don Juan Carlos tampoco es un Maquiavelo. Esencialmente es un militar, partidario de ideas y objetivos precisos. Vive rodeado de una estructura fuertemente militarizada (aunque los dos ¨²ltimos jefes de su Casa, Fernando Almansa y Alberto Aza, han sido civiles), lo cual ha contribuido a protegerle de las filtraciones y ventas de secretos sufridas por otras familias reales en Europa. El Rey nunca se ha rodeado de grandes s¨¦quitos ni de pesados servicios protocolarios. Tampoco ha tenido un consejo privado. La idea de crear un Consejo de la Corona, planteada durante los debates constitucionales por Laureano L¨®pez Rod¨® (como parlamentario de Alianza Popular), fue desechada enseguida.
El puesto de rey, aunque sin poderes efectivos, llena una funci¨®n importante a los ojos de la mayor¨ªa de los espa?oles, seg¨²n las encuestas, pero la opini¨®n p¨²blica le tiene claramente diferenciado de la lucha partisana. S¨ªmbolo de unidad, figura tutelar, referencia moral... A efectos pol¨ªticos, ha evitado cuanto ha podido las tensiones con los diferentes jefes de Gobierno. Por lo menos, en p¨²blico.
Todas las personas consultadas para este reportaje -tanto las que figuran con nombre y apellido como las que prefieren el anonimato- coinciden en que Felipe Gonz¨¢lez ha sido el presidente del Gobierno con quien mejor se ha llevado el Rey. Tambi¨¦n protagonista de la transici¨®n, ten¨ªan una vivencia en com¨²n. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, por el contrario, no hab¨ªa compartido la transici¨®n con ¨¦l y es m¨¢s joven que el Monarca. Se sabe de una relaci¨®n m¨¢s o menos correcta, de puertas afuera, pero tambi¨¦n de que en ocasiones no se entendieron. Aznar quiso que la relaci¨®n del Gobierno con La Zarzuela pasara siempre por ¨¦l, con broncas a los que se saltaban tal criterio. El Rey quiso dar continuidad a un papel de representaci¨®n en el exterior parecido al que hab¨ªa desempe?ado con Felipe Gonz¨¢lez. Y Aznar no le dej¨®, sometiendo los viajes y relaciones del Rey con otros pa¨ªses -por ejemplo, con la Cuba de Fidel Castro- estrictamente a sus decisiones.
Tambi¨¦n en los tiempos del Gobierno de Aznar hubo sectores que reclamaron la intervenci¨®n del Monarca contra la participaci¨®n de Espa?a en la guerra de Irak. En las manifestaciones de la ¨¦poca empezaron a verse m¨¢s banderas republicanas de lo acostumbrado. Legalmente, nada le hubiera permitido a don Juan Carlos impedir las determinaciones del Gobierno. La Corona no puede tomar decisiones en nombre del pueblo espa?ol, los poderes del Estado son los que son: ejecutivo, legislativo y judicial. En un art¨ªculo publicado en marzo de 2003, el constitucionalista Javier P¨¦rez Royo lo argument¨® as¨ª: "Su obligaci¨®n constitucional [la del Rey] es mantenerse al margen del debate (...). Es una desgracia que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar sea presidente del Gobierno de Espa?a. Pero Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar pasa. La Corona permanece. No podemos convertir una crisis circunstancial en una crisis permanente".
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero es mucho m¨¢s joven que el Rey. Si el Monarca empez¨® su reinado rodeado de personas que, por edad, pod¨ªan ser sus padres, ahora convive con un presidente del Gobierno que casi podr¨ªa ser su hijo. Es evidente que el actual jefe del Ejecutivo ha llevado una l¨ªnea de reformas legislativas muy diferente a la de Aznar. Personas que conocen las interioridades de La Zarzuela consideran el pensamiento del Rey m¨¢s atlantista y m¨¢s iberoamericanista que el de Zapatero, que ha dedicado lo esencial de su actividad a los asuntos interiores. Esas personas suponen tambi¨¦n que el Rey comprendi¨® las razones para intentar una negociaci¨®n que pusiera fin al terrorismo de ETA, como lo hizo con las experiencias de anteriores jefes del Ejecutivo. Y destacan el apoyo expreso de don Juan Carlos al acuerdo que permiti¨® un gobierno conjunto de cat¨®licos y unionistas en Irlanda del Norte, por diferente que pueda considerarse ese conflicto al del Pa¨ªs Vasco.
De los detalles de la relaci¨®n del Rey con los diferentes Gobiernos se sabe, en realidad, poco. Porque las personas que rodean al Rey tienen a gala la discreci¨®n, y sus interlocutores han faltado escasas veces a esa costumbre. Y entre los expertos, Miguel Herrero de Mi?¨®n ha sostenido: "Es claro que el monarca vitalicio y hereditario est¨¢ mejor colocado que cualquier magistrado electivo para ser absolutamente independiente y neutral, y si se lanza una mirada sobre el panorama espa?ol, eso resulta a¨²n m¨¢s evidente". Otros expertos, menos entusiastas que el anterior, se limitan a destacar que la trayectoria de don Juan Carlos ha hecho desaparecer "la cuesti¨®n mon¨¢rquica", que durante gran parte del siglo pasado pes¨® sobre Espa?a, junto a la cuesti¨®n militar. Los hombres que han trabajado cerca del Rey -y por quienes ha pasado la relaci¨®n con los Gobiernos- saben del estrecho y delicado filo por el que se mueve el d¨ªa a d¨ªa del monarca. Por ejemplo, Fernando Almansa, que fue jefe de la Casa del Rey desde 1993 a 2002:
-Saber estar en la posici¨®n del monarca que reina y no gobierna es delicado. El ejercicio de la funci¨®n arbitral es discreto. Al ser discreto es poco conocido, y hay quien puede cuestionarse cu¨¢l es el papel del Rey; preguntarse qu¨¦ hay m¨¢s all¨¢ de las funciones representativas, de los discursos permanentes de unir y no dividir, que pueden dejar satisfechos a unos, pero no a otros. ?Claro que es dif¨ªcil el papel del Rey!
?Hasta qu¨¦ punto es hereditario el juancarlismo? La familia real y la Casa del Rey se han cuidado de popularizar las actividades institucionales de don Felipe, el heredero de la Corona. ?Podr¨ªa haber asumido alguna otra tarea m¨¢s concreta? A punto de llegar a la cuarentena, don Felipe de Borb¨®n se mantiene como un pr¨ªncipe a la espera. Siempre en segundo plano. Ejerce labores representativas, lleva a cabo una cierta labor diplom¨¢tica, se informa, viaja, visita, recibe; pero no se le ve en una responsabilidad m¨¢s precisa o en un compromiso de trabajo como el de otras personas de su edad y preparaci¨®n.
?Deber¨ªa tener don Felipe una profesi¨®n u ocupaci¨®n, adem¨¢s de los compromisos como Pr¨ªncipe de Asturias? La cuesti¨®n ha sido considerada alguna vez en La Zarzuela. Pero hay m¨¢s inconvenientes que ventajas. ?El Pr¨ªncipe tendr¨ªa que responder ante las Cortes, ante la opini¨®n, por la gesti¨®n desarrollada en un cargo o responsabilidad p¨²blica, tal vez por la de colaboradores o compa?eros suyos? En La Zarzuela ha predominado la idea de salvaguardar la figura de quien, seg¨²n la Constituci¨®n, va a ejercer una funci¨®n arbitral.
Mientras tanto, la familia real ha crecido y la curiosidad de los medios de comunicaci¨®n se ha acrecentado. Su presencia aumenta en los espacios televisivos y de prensa dedicados al cotilleo, tanto como disminuye en los espacios pol¨ªticos. En el resto de Europa se considera a las monarqu¨ªas como encantadoras rarezas, aunque familias como la de Windsor en el Reino Unido, la de Orange en Holanda o las casas reales escandinavas se mantengan, cori¨¢ceas. Como si el tiempo no pasara por ellas. Sus actividades aportan simpat¨ªa y popularidad, pero en general carecen de dimensi¨®n pol¨ªtica, excepto en el caso extremo de B¨¦lgica.
La continuidad de la Monarqu¨ªa depende ya menos de su car¨¢cter hereditario que de la aceptaci¨®n que tenga en la opini¨®n p¨²blica. Tanto el Rey como el pr¨ªncipe Felipe "tienen clar¨ªsimo que han de ganarse su sueldo cada d¨ªa", comenta Fernando Almansa, uno de los ex jefes de la Casa del Rey:
-Es normal que el titular de la Corona aspire, desee que su labor sea continuada por un heredero y que la Monarqu¨ªa se perpet¨²e como forma de Estado. Don Felipe est¨¢ preparado para ejercer muy bien sus funciones y prestar grandes servicios al pa¨ªs. Ser¨¢ un rey distinto, naturalmente, de acuerdo con las circunstancias en las que ¨¦l vaya a heredar.
Que no ser¨¢n las irrepetibles en que don Juan Carlos comenz¨® a reinar. En aquel tiempo se implant¨® una monarqu¨ªa parlamentaria cuyo titular supo ganarse la legitimidad que no ten¨ªa por el origen de su proclamaci¨®n como rey de Espa?a. As¨ª lo recuerda el empresario Jaime Carvajal, muy cercano al Rey en aquel tiempo:
-Cuando yo estudiaba en Inglaterra me dec¨ªan: "Pero qu¨¦ idea m¨¢s rara, eso de instalar una monarqu¨ªa. Aqu¨ª la tenemos porque ya estaba; si no, no se nos ocurrir¨ªa...". Al igual que otras personas, yo siempre pens¨¦ que el gran beneficio de la Monarqu¨ªa era permitir el cambio pol¨ªtico sin traumas, sobre todo por el r¨¦gimen del que ven¨ªamos y con el ej¨¦rcito que ten¨ªamos entonces. Eso ha sido un servicio important¨ªsimo del Rey a los espa?oles.
Desde la ¨¦poca de la transici¨®n ha pasado mucho tiempo. Don Juan Carlos contaba 37 a?os cuando inici¨® su reinado. Su hijo y heredero, don Felipe, cumplir¨¢ 40 en unas pocas semanas. Ya ha superado la edad a la que su padre fue rey y se ignora en qu¨¦ momento le suceder¨¢. Pero no le ser¨¢ dif¨ªcil recordar el consejo que su padre viene prodigando: el rey no debe meterse en pol¨ªtica. Tiene que atenerse a la Constituci¨®n.
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