Al calorcito del euro
?Qu¨¦ hubiera pasado en las ¨²ltimas semanas de no haber existido el euro? Con la crisis pol¨ªtica italiana, la lira se hubiera ido al garete, y tras el agujero descubierto en la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale, el franco franc¨¦s se hubiera tambaleado. No digamos la peseta cuando el Gobierno decidi¨® retirar las tropas espa?olas de Irak, pues en parte se puede decir que el euro permiti¨® suavizar esa retirada al hacernos menos vulnerables. Y ante las ¨²ltimas turbulencias en los mercados, pocos no se hubieran dejado tentar por unas devaluaciones competitivas de sus monedas. S¨ª, estos d¨ªas podemos ver lo que vale el euro como elemento protector, aunque no sirva para esquivar los vaivenes burs¨¢tiles.
A la moneda ¨²nica a¨²n le falta perfil pol¨ªtico. Su introducci¨®n ha hecho subir los precios
"La moneda ¨²nica nos protege de los shocks exteriores", dec¨ªa recientemente el comisario europeo de Asuntos Econ¨®micos, Joaqu¨ªn Almunia. Le falt¨® a?adir: tambi¨¦n de algunos interiores. Y si la situaci¨®n econ¨®mica empeora, la zona euro "dispone de m¨¢s margen de maniobra para reaccionar" gracias a la consolidaci¨®n presupuestaria de la mayor¨ªa de los pa¨ªses.
Por eso la cumbre informal el pasado martes en Londres del supuesto directorio europeo -Brown, Merkel, Sarkozy y Prodi (m¨¢s Dur?o Barroso, presidente de la Comisi¨®n Europea, pero que no es la personificaci¨®n hegeliana de la idea de Europa)- ten¨ªa algo de falso. Para empezar, el pa¨ªs anfitri¨®n, el Reino Unido, no est¨¢ en la moneda ¨²nica, e incluso su primer ministro pareci¨® utilizar esa cita para tapar su vergonzante firma (tarde, sin los dem¨¢s) del Tratado de Lisboa y el intento de que su ratificaci¨®n pase inadvertida en el Parlamento de Westminster. Prodi se tambalea. Y Sarkozy y Merkel no acaban de entenderse. As¨ª, no se hace un directorio que aunque no se llamase as¨ª ser¨ªa algo ¨²til, y al que se tiene que incorporar Espa?a.
Ahora bien, con directorio o sin ¨¦l, en la UE de los Veintisiete cuenta hasta el m¨¢s peque?o. El reparto del peso ha cambiado en el Tratado de Lisboa, con los m¨¢s poblados con m¨¢s votos, pero no evitar¨¢ escapar a la tediosa b¨²squeda de consensos o mayor¨ªas entre los Veintisiete. Eso es la UE.
Para reflejar la nueva realidad, en Londres o en otros lugares, ten¨ªa que haber estado presente el Eurogrupo, de los pa¨ªses del euro, al menos su presidente, el primer ministro luxemburgu¨¦s Jean-Claude Juncker. Al euro, a¨²n le falta perfil pol¨ªtico. La introducci¨®n del euro ha hecho subir los precios en todos los pa¨ªses que lo han adoptado. Tambi¨¦n trajo consigo una notable bajada de los tipos de inter¨¦s que si suben ahora es por las turbulencias de los mercados, la contracci¨®n crediticia y la subida de los pr¨¦stamos entre bancos. Pero el euro nos ha protegido, no s¨®lo de hacer tonter¨ªas nosotros, sino de que nos las hagan. De momento, el Banco Central Europeo (BCE) no baja los tipos de inter¨¦s. Ante el rebrote de inflaci¨®n, nadie se lo pide, salvo los franceses, y en esto casi nadie les sigue. Lo que har¨ªa que el BCE bajara los tipos ser¨ªa una crisis econ¨®mica m¨¢s grave o que el d¨®lar se derrumbase.
Estamos cambiando con el euro. Pero falta pensar en europeo. Hoy, como se?alaba un analista espa?ol, "el super¨¢vit comercial alem¨¢n tambi¨¦n es nuestro". El propio Almunia cree que la UE, y especialmente el Eurogrupo, tiene que hacer valer su propio peso. Pese a estar prevista en los tratados, no hay supervisi¨®n europea, no digamos ya global, de las entidades financieras y crediticias. Sigue siendo b¨¢sicamente nacional, lo que resulta insuficiente.
Europa puede avanzar sin complejos. Desde hace unos a?os, Estados Unidos era el ejemplo a seguir. En estos momentos, ya no. Varios de los pa¨ªses europeos, en particular los n¨®rdicos (algunos de los cuales aunque no est¨¦n en el euro est¨¢n pegados a ¨¦l), est¨¢n a la cabeza de los logros en materia de competitividad y justicia social. Pero no hay que perder de vista que estamos en una econom¨ªa globalizada. Los 400 euros de m¨¢s para el consumo del contribuyente, si realmente se consumen, acabar¨¢n en una gran parte en manos de los chinos o asi¨¢ticos si se gastan en la compra de nuevos televisores, m¨®viles o ropa. Lo mismo puede pasar con Estados Unidos, con el paquete de est¨ªmulo fiscal, pero justamente por eso lo espera el resto del mundo, para que los consumidores norteamericanos sigan tirando del resto.
Hemos cambiado de estructuras monetarias. No a¨²n de estructuras mentales. Aunque quiz¨¢s el mayor problema de Europa, de la idea europea, es que le falta narrativa y aburre. Se puede morir de ¨¦xito; tambi¨¦n de aburrimiento. www.elboomeran.com
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