Obesidad: el mayor obst¨¢culo para el sector alimentario
Decimotercer an¨¢lisis de los indicadores elaborados por Eurosif sobre los resultados medioambientales y sociales de las grandes empresas internacionales
El pasado 25 de marzo tuvo lugar en Par¨ªs la ¨²ltima reuni¨®n de un grupo de expertos constituido por el Ministerio de Sanidad con el fin de elaborar propuestas para la limitaci¨®n de la publicidad televisiva de algunos tipos de alimentos destinados a los j¨®venes. El 5 de febrero, Rosalyne Bachelot, ministra de Sanidad, Juventud y Deportes, anunci¨® que se tomar¨ªa esta medida para luchar contra la obesidad, al igual que la supresi¨®n de los expositores de confiter¨ªa en las cajas de los supermercados. La ministra, que contaba con el compromiso voluntario de los profesionales, advirti¨®, sin embargo, que propondr¨ªa medidas legislativas en caso de fracaso. Un centenar de diputados han suscrito ya conjuntamente un proyecto de ley en ese sentido. Pero los representantes de la Asociaci¨®n Nacional de Empresas Alimentarias (ANIA, siglas del franc¨¦s) han decidido boicotear los trabajos del grupo de expertos, al considerar que el sector se hab¨ªa convertido en el chivo expiatorio de un problema de salud p¨²blica.
Un informe de la Uni¨®n Europea calcula que el tratamiento de la obesidad representaba el 7% de la totalidad del gasto sanitario en 2006
Sin embargo, seg¨²n un sondeo realizado por la empresa encuestadora IFOP para la ANIA los d¨ªas 20 y 21 de febrero, con una muestra representativa de 1.000 personas, las tres cuartas partes de los franceses piensan que una alimentaci¨®n variada, sana y equilibrada es el factor m¨¢s importante para mantenerse sanos; el 41% identifica la alimentaci¨®n desequilibrada como la primera causa de la obesidad infantil; y el 47% opina que los empresarios deben participar en la lucha contra la obesidad.
La cuesti¨®n del sobrepeso no afecta s¨®lo a los pa¨ªses desarrollados, en la medida en que el enriquecimiento de las clases medias en los pa¨ªses de reciente creaci¨®n ha entra?ado un importante cambio de los h¨¢bitos alimentarios: all¨ª, el consumo de carne se duplicar¨¢ de hoy a 2020. Es, a la vez, una oportunidad para los empresarios occidentales, cuyas ventas est¨¢n obstaculizadas por el endurecimiento de las normativas en sus mercados de origen, y un riesgo adicional, en la medida en que la alarma ya se ha lanzado a escala mundial. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) calcula en m¨¢s de 1.600 millones el n¨²mero de adultos que padec¨ªan sobrepeso en 2005 (entre ellos, 400 millones de obesos), y en 2.300 millones los que habr¨¢ en 2015. El sobrepeso ser¨¢ el origen del 68% de los casos de diabetes, cuya frecuencia aumentar¨¢ en un 50% en los pr¨®ximos 10 a?os, del 21% de los infartos y del 8% al 42% de los diferentes tipos de c¨¢ncer en el mundo. En 2006, en un informe de la Uni¨®n Europea (UE) se se?alaba que el tratamiento de la obesidad representaba ya el 7% de la totalidad del gasto sanitario.
Desde 2003, tanto en los Estados del Norte como en los del Sur (China, Singapur, Brasil) se han multiplicado las normativas que obligan a los empresarios a informar mejor a los consumidores respecto a la composici¨®n de los alimentos, a limitar la publicidad de algunos tipos de productos e incluso a prohibir ciertos componentes. Los parques de atracciones de Disney y la ciudad de Nueva York, por ejemplo, han desterrado (en 2006 y 2008, respectivamente) los alimentos que contienen los muy controvertidos ¨¢cidos grasos transg¨¦nicos.
Los gigantes del sector est¨¢n empujados a tomar la delantera ante la disminuci¨®n creciente de sus m¨¢rgenes de maniobra. En primer lugar, han jugado la carta de los productos "bajos en calor¨ªas". Seg¨²n un estudio de Goldman Sachs de febrero de 2007, dos tercios de los nuevos productos lanzados por Kellogs entre 2002 y 2005, m¨¢s del 40% de los de Danone y de Coca-Cola, y cerca del 30% de los de Nestl¨¦, Unilever y Kraft, presentaban estos "argumentos de salud". Los empresarios se esfuerzan actualmente en generalizar este posicionamiento en el conjunto de sus productos. Aunque tenga que desembarazarse de los m¨¢s sancionados, como la boller¨ªa de Danone, o reducir el recurso a algunos ingredientes, Nestl¨¦ se ha fijado como objetivo una reducci¨®n del 25% de la sal contenida en el conjunto de sus productos de aqu¨ª a 2010, y del 16% de az¨²car de aqu¨ª a 2012.
Los datos de este decimotercer art¨ªculo de los indicadores Le Monde Eurosif, recogidos tambi¨¦n por Ernst & Young para EL PA?S (Madrid), La Stampa (Tur¨ªn), Die Zet Online (Hamburgo) y Le Temps (Ginebra), muestran que esta transformaci¨®n est¨¢ mucho m¨¢s avanzada en las empresas europeas que entre sus competidoras estadounidenses.
Con el fin de medir la situaci¨®n de los diferentes agentes del mercado en el "riesgo de obesidad" -la ca¨ªda de las ventas debida a la normativa, el aumento de los gastos en investigaci¨®n y desarrollo (I+D) y el riesgo para la reputaci¨®n-, los analistas financieros de Oddo Securities miden el peso de ciertas gamas de productos (helados, mayonesa, confiter¨ªa) en el volumen de negocio y en el margen de explotaci¨®n de cada empresa (puesto que son precisamente estos productos los que generan m¨¢s margen). "Esto proporciona una buena evaluaci¨®n del riesgo, incluso aunque no se examinen las etiquetas producto por producto", considera Jean Philippe Desmartin, responsable de la investigaci¨®n sobre inversi¨®n socialmente responsable en Oddo. "Lo mismo que los aditivos alimentarios que se supone que hay que disminuir, el contenido de az¨²car, sal y cuerpos grasos presenta otras tantas dudas en cuanto a sus efectos para la salud".
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