?Hay agresiones que nadie graba? "S¨ª"

Ella lo tiene en el m¨®vil. Desde hace meses. Un v¨ªdeo de 30 segundos, de mala calidad, pasado de un tel¨¦fono a otro en las largas guardias de vigilancia del metro. "Ya sabes, un amigo se lo pasa a otro amigo... Hay muchos", explica ella, una vigilante menuda, con gesto resuelto y dispuesta a hablar con una condici¨®n: que no se la identifique.

En su tel¨¦fono, las im¨¢genes min¨²sculas muestran a dos vigilantes que golpean y persiguen a un hombre por las escaleras mec¨¢nicas de una estaci¨®n del suburbano. El que capta la escena con el m¨®vil hace ruiditos, "efectos especiales".

"Te dan los grilletes y te sueltan all¨ª a trabajar, sin explicarte nada"

"S¨ª, son compa?eros, se graban ellos mismos, pero este v¨ªdeo es viejo", a?ade la mujer antes de enviarlo por Bluetooth a un m¨®vil de EL PA?S. Y de ah¨ª, al esc¨¢ndalo. Porque esas mismas im¨¢genes, sobadas ya de tanto env¨ªo y que Metro y la empresa de seguridad Prosegur conoc¨ªan desde hace meses, se convirtieron en una bomba cuando pasaron del m¨®vil a las p¨¢ginas del peri¨®dico, de ah¨ª a la web, a los telediarios y luego a los despachos. Con su difusi¨®n masiva llegaron las condolencias, las denuncias tard¨ªas, las excusas p¨²blicas...

Hasta cinco v¨ªdeos distintos han sido difundidos por EL PA?S esta semana. Todos con un denominador com¨²n: vigilantes grabados por sus compa?eros mientras agred¨ªan a hombres solos en pasillos desiertos del metro.

Casi todas las personas consultadas para este reportaje coinciden en que son hechos aislados, cometidos por "b¨¢rbaros" que no representan a los 22.550 vigilantes de la regi¨®n (141.000 en Espa?a), seg¨²n datos de Aproser, la patronal del sector. En el metro trabajan unos 2.000 para seis empresas diferentes.

Comisiones Obreras y Alternativa Sindical, dos de las organizaciones con representaci¨®n en el sector, calculan que "unas 50 personas" forman ese grupo de "b¨¢rbaros". "Una minor¨ªa", dicen. Ni Metro de Madrid ni el Ministerio del Interior ofrecen estimaciones. Pero, como muestran los v¨ªdeos, existen. La pol¨¦mica deja encima de la mesa muchas dudas. ?C¨®mo se forma y se elige a esos trabajadores? ?Qui¨¦n debe controlar que cumplen sus funciones? ?Por qu¨¦ los v¨ªdeos circularon durante meses sin que nadie los denunciara?

Vayamos por partes. La figura del vigilante est¨¢ regulada por la Ley de Seguridad Privada. Para conseguir la acreditaci¨®n hay que seguir un curso de 180 horas, repartido en seis semanas, en uno de los 450 centros de formaci¨®n de Espa?a (un centenar en Madrid, seg¨²n Interior). Despu¨¦s, es necesario superar el examen que organiza Interior, con siete convocatorias al a?o.

Un responsable de la Jefatura de Seguridad Privada de la Polic¨ªa Nacional explica que en esos cursos los futuros vigilantes aprenden t¨¦cnicas de identificaci¨®n, f¨®rmulas para dirigirse a los ciudadanos o colaboraci¨®n con las fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado, entre otras materias. Pero la vigilante asegura que ella super¨® el cursillo de Prosegur en una semana. Adem¨¢s, es necesario el graduado escolar y un certificado que acredite que el aspirante carece de antecedentes penales.

El Ministerio del Interior tambi¨¦n solicita un certificado psicot¨¦cnico. No realiza pruebas psicol¨®gicas a los aspirantes, como han reclamado asociaciones y sindicatos durante esta semana tras ver las im¨¢genes de los golpes, las bofetadas, las palizas y las risas. Porque todos los implicados en los v¨ªdeos estaban habilitados, dispon¨ªan de placa, hab¨ªan pasado los controles y llevaban a?os en el sector.

Uno de los personajes m¨¢s pol¨¦micos, que aparece en tres de los v¨ªdeos, es conocido entre los vigilantes del metro como El Oso. Hace m¨¢s de un a?o que ya no trabaja en el suburbano. Pero no fue denunciado hasta el pasado mi¨¦rcoles por su empresa, por lo que mantiene su acreditaci¨®n y puede ir a otra empresa de seguridad a pedir trabajo.

El viernes declar¨® a la polic¨ªa que estaba "muy arrepentido". En una de las grabaciones abofetea y patea a un usuario tras pedirle el billete. Pero, seg¨²n Metro, los vigilantes no est¨¢n habilitados para reclamar el t¨ªtulo de transporte en el suburbano. ?Nadie le explic¨® a ese hombre que pedir billetes a los viajeros no era su cometido?

La vigilante an¨®nima asegura que ella empez¨® a trabajar en el metro de un d¨ªa para otro, sin que le dieran muchas explicaciones. "Te dan los grilletes y te sueltan all¨ª, sin explicarte nada". Se r¨ªe cuando se le pregunta por el reciclaje de 20 horas anuales al que obliga la ley. "Si quieres hacer los cursos, los haces; yo los hago, pero si no te presentas la empresa sella como si los hubieras pasado".

Dos vigilantes m¨¢s confirman esta versi¨®n. "Yo llevo 10 a?os sin hacer un curso de esos", dice uno. "Nos falta formaci¨®n", admite el otro. Un tercero, que trabaja en Renfe tambi¨¦n para Prosegur, asegura que en su caso la empresa obliga a cumplir la ley. Se acaba de apuntar a uno sobre violencia de g¨¦nero.

Interior admite carencias en la ley, por ejemplo, para controlar el reciclaje y la preparaci¨®n de los vigilantes. "Echamos de menos un procedimiento sancionador contra los centros de formaci¨®n", explica un portavoz del ministerio.

A los vigilantes se les prepara, entre otras cuestiones, para portar armas. Seg¨²n Interior, son muy restrictivos con su uso. En Metro, por ejemplo, los responsables de la seguridad s¨®lo pueden llevar esposas y una porra de goma. Renfe reclam¨® el uso de armas de fuego a Interior tras justificar posibles riesgos en sus instalaciones. Parte de su personal va equipado con rev¨®lveres, lo que les obliga a hacer pr¨¢cticas de tiro anuales por ley.

Pero circulan otras armas fuera de control. La vigilante sin nombre se las ha visto "tanto a compa?eros como a usuarios". Pistolas o porras extensibles de hierro, que est¨¢n prohibidas. En uno de los v¨ªdeos, un agente de seguridad del metro golpea a un mendigo con una de esas porras antirreglamentarias. Le atiza mientras el hombre chilla de dolor. ?C¨®mo ha podido conseguirla? Basta marcar un n¨²mero de m¨®vil, que pasa de un vigilante a otro, para concertar una cita y comprar una sobre la marcha, tal como comprob¨® el pasado jueves EL PA?S. La m¨¢s barata cuesta 65 euros.

Todos los implicados en las grabaciones se enfrentan a la inhabilitaci¨®n. Una condena firme les sacar¨ªa de esa lista que controla Interior y de la que pocos se marchan. Cada a?o se producen unas cuatro o cinco expulsiones de ese listado en toda Espa?a.

Entre noviembre de 2006 y febrero de 2008, este peri¨®dico public¨® al menos cuatro casos de agresiones de vigilantes en el metro y en Renfe de Madrid. Uno de estos casos, en el que un marroqu¨ª denunciaba que le propinaron una paliza en el Cercan¨ªas, culmin¨® con una sentencia que obligaba al guarda a pagar s¨®lo 970 euros a su v¨ªctima por tres pu?etazos.

En el caso de las empresas -Prosegur se enfrenta a una posible sanci¨®n por no denunciar los hechos cuando los conoci¨®-, la inhabilitaci¨®n es a¨²n m¨¢s rara: Interior jam¨¢s ha ordenado paralizar la actividad de ninguna.

Los trabajadores de Metro piden m¨¢s control policial, o incluso que sea la polic¨ªa quien vigile en el suburbano. La Jefatura responde que ya disponen de una comisar¨ªa en el suburbano y que es suficiente. La vigilante sin nombre asegura que "a los polis se les ve poco ah¨ª abajo".

Cuando termina de pasar el v¨ªdeo de m¨®vil a m¨®vil, surge la pregunta: ?Por qu¨¦ nunca lo denunci¨® ning¨²n compa?ero?

-No lo denuncias porque no quieres l¨ªos. Ya les dije a todos que lo borraran. Esto no hubiera pasado si me hubieran hecho caso.

-?Has participado en alguna actuaci¨®n con violencia?

-Claro, pero normalmente soluciono las cosas hablando.

-?Crees que hay muchas m¨¢s agresiones que nadie graba?

No tarda ni un segundo en contestar: "S¨ª".