Promesas para llegar a la Casa Blanca
Los candidatos aprovechan la crisis para buscar el voto con recetas populistas
Los Atwood quemaron su casa de Iowa creyendo que podr¨ªan cobrar el seguro antes de que el banco se la quitara y escapar as¨ª de la pesadilla financiera. Ahora se enfrentan a 10 a?os de c¨¢rcel. Otros queman sus coches. Son casos extremos de desesperaci¨®n que se repiten en otras zonas de EE UU tocadas por la crisis como Michigan, Nevada, Ohio o California, y que revelan el grado de ansiedad de muchas familias que no logran llegar a fin de mes.
La crisis toca el bolsillo de los estadounidenses. El valor de sus viviendas cae en picado, la gasolina y los alimentos son cada vez m¨¢s caros, el problema de la asistencia sanitaria se agrava y las restricciones de cr¨¦dito les impiden incluso financiar los estudios de sus hijos.
Cuatro de cada diez votantes consideran que la econom¨ªa es el gran problema
EE UU ha perdido peso en la econom¨ªa mundial con Bush al frente
Los sectores farmac¨¦utico y sanitario notar¨¢n una mayor presi¨®n
Los dem¨®cratas se oponen a los incentivos fiscales a los m¨¢s pudientes
McCain propone menos impuestos, menos intervenci¨®n y menos regulaci¨®n
Clinton y Obama defienden m¨¢s gasto p¨²blico en favor de los desfavorecidos
Obama y Clinton se disputan el voto de la clase obrera en las primarias
Mientras el logro del sue?o americano se desvanece, los tres aspirantes a la presidencia en las elecciones del 4 de noviembre aprovechan la ocasi¨®n para lanzarse a la caza del voto obrero blanco. Cuatro de cada diez electores considera que la econom¨ªa es el principal problema al que debe hacer frente el pr¨®ximo presidente, por delante incluso de la controvertida guerra en Irak o de la amenaza terrorista.
La crisis es terreno abonado para el populismo, que tan hondas ra¨ªces tiene en la pol¨ªtica estadounidense. Los que m¨¢s decididamente abrazaron programas populistas, John Edwards y Mike Huckabee, han quedado fuera de la carrera, pero "una de las paradojas de las campa?as presidenciales es que los derrotados con frecuencia acaban marcando m¨¢s los programas que los triunfadores", subraya Edward Kerschner, estratega jefe de Citigroup.
Ha sido as¨ª desde hace m¨¢s de un siglo. En algunas proclamas de Obama, Edwards o Clinton resuenan ecos de los discursos de William Jennings Bryan. Este dem¨®crata populista, conocido como el Gran Plebeyo, fue derrotado en las presidenciales de 1896, 1900 y 1908, pero buena parte de su programa (desde la ley seca al sufragio femenino, pasando por el impulso a los derechos de los trabajadores) acab¨® abri¨¦ndose paso. Tambi¨¦n con un discurso populista, el republicano Barry Goldwater convirti¨® el Sur en un basti¨®n republicano pese a su derrota frente a Lyndon B. Johnson en 1964. George Wallace fracas¨® en sus cuatro intentos de llegar a la Casa Blanca, pero tras desertar del Partido Dem¨®crata y presentarse como independiente dio una munici¨®n valios¨ªsima a los republicanos al retratar a su antiguo partido como bur¨®crata, estatista, izquierdista y autoritario.
En casi toda la primera mitad del siglo XX, populismo republicano fue una contradicci¨®n en sus t¨¦rminos, hasta que los conservadores fueron construyendo su propio ideario al respecto. Esta vez ha sido Huckabee el primero en disparar la munici¨®n populista. Dos han sido los blancos principales: de un lado, los extranjeros (la globalizaci¨®n, el libre comercio, la pujanza china, los inmigrantes, los fondos soberanos); de otro, las grandes corporaciones, como opuestas a los intereses de la gran masa de trabajadores de clase media, especialmente en lo que a medicamentos y asistencia sanitaria se refiere.
Huckabee ya no est¨¢ en campa?a, pero los tres grandes candidatos siguen disparando contra esos blancos con mayor o menor punter¨ªa. Obama, adem¨¢s, ha recibido el apoyo de John Edwards, que en su batalla por llegar a la Casa Blanca enarbol¨® la bandera de la lucha contra la pobreza, que afecta a 37 millones de estadounidenses.
Salvo propuestas puntuales que surgen al calor de la contienda, Obama y Clinton defienden principios casi id¨¦nticos en el terreno comercial, donde ambos est¨¢n mostrando su lado m¨¢s proteccionista y han tomado el testigo, curiosamente, del discurso de Huckabee, heredero a su vez del programa del ultraconservador Pat Buchanan. Los dos ponen en tela de juicio el tratado de libre comercio que EE UU tiene con Canad¨¢ y M¨¦xico, as¨ª como con otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina. Defienden m¨¢s mano dura en los acuerdos para evitar que las empresas exporten empleos m¨¢s all¨¢ del Atl¨¢ntico o del Pac¨ªfico, para producir a m¨¢s bajo coste.
El prop¨®sito de ambos es introducir cl¨¢usulas laborales y medioambientales que obliguen a los pa¨ªses firmantes a cumplir los mismos est¨¢ndares que se aplican en EE UU. Sebastian Mallaby, director del Maurice Greenberg Center for Geoeconomic Studies, cree que Clinton y Obama est¨¢n llevando el populismo en el tema del comercio demasiado lejos, hasta el punto de llegar a minar la credibilidad del partido en esta cuesti¨®n.
McCain, por el contrario, es firme defensor de estos acuerdos bilaterales y regionales, y traza un v¨ªnculo entre comercio y seguridad que, en su opini¨®n, debe preservarse. Critica a sus adversarios dem¨®cratas porque teme que una renegociaci¨®n comercial pueda afectar a la opini¨®n p¨²blica de Canad¨¢, pa¨ªs que apoya el operativo estadounidense en Afganist¨¢n. Y va m¨¢s all¨¢ incluso, al considerar que el comercio puede ayudar a las "sociedades cerradas" de Oriente Pr¨®ximo a abrirse a la democracia.
Durante la Administraci¨®n de George W. Bush, Estados Unidos ha perdido mucho peso en la econom¨ªa mundial, mientras que los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) han pasado del 8% al 15% de la econom¨ªa mundial. Seg¨²n datos del Departamento de Comercio, los productos chinos suponen un 7,5% del gasto de los estadounidenses en bienes de consumo, pero tienen cuotas de mercado mucho mayores en categor¨ªas de productos muy populares (80% de los juguetes, 85% del calzado deportivo y 40% de la ropa).
Junto a eso, el creciente protagonismo de los fondos soberanos extranjeros, que han acudido al rescate de entidades financieras en dificultades, ha provocado una reacci¨®n econ¨®mica nacionalista que Obama y Clinton no han dudado en explotar.
Jim O'Neal, jefe de an¨¢lisis de Goldman Sachs, pide al futuro inquilino de la Casa Blanca una dosis de realismo al respecto: "Los pol¨ªticos y los ciudadanos de Estados Unidos deben ver a los fondos soberanos como suministradores de capital, m¨¢s que como potenciales inversores del espacio exterior". El d¨¦ficit comercial convierte a Estados Unidos en dependiente del capital exterior. "Si el capital es p¨²blico o privado, si es chino o de Tombuct¨², no es especialmente importante en t¨¦rminos macroecon¨®micos. Pero Estados Unidos debe tener cuidado en c¨®mo trata a los inversores extranjeros", advierte O'Neal, que recuerda que el pa¨ªs se ha beneficiado enormemente del auge del comercio internacional y que la fortaleza del consumo en los pa¨ªses emergentes supone una gran oportunidad para sus empresas.
Las grandes empresas se han convertido en otro blanco de las promesas electorales. Aqu¨ª es Edwards el que marc¨® el terreno de juego y las farmac¨¦uticas y aseguradoras las v¨ªctimas propiciatorias, puesto que la sanidad es uno de los grandes problemas estructurales sin resolver en EE UU.
Es en la reforma de la asistencia m¨¦dica donde se observa la gran diferencia entre los dos aspirantes dem¨®cratas, como explica Kevin Hasset, del American Enterprise Institute. Obama no defiende con tanta rotundidad el principio de cobertura universal. Para ¨¦l, es un objetivo a medio plazo. Sin embargo, el pol¨ªtico negro quiere garantizar que todos los ni?os tengan acceso a la sanidad y propone rebajar los precios para que familias con menos recursos puedan costearse el seguro.
McCain sigue en este asunto la doctrina de la Casa Blanca y ofrece descuentos fiscales a las familias para acceder al seguro m¨¦dico. John Sweeney, presidente de la confederaci¨®n sindical AFL-CIO, cree que el aspirante republicano comete un error y teme que su plan sanitario dejar¨¢ a m¨¢s trabajadores sin cobertura por parte de sus empresas. "All¨ª donde va, las voces de las familias obreras le piden que cambie el rumbo y se desmarque de las pol¨ªticas de Bush", remacha Sweeney.
Gane quien gane, lo que parece claro es que los sectores farmac¨¦utico y sanitario notar¨¢n la presi¨®n del Gobierno, seg¨²n explica Tobias Levkovich, de Citigroup. Una opini¨®n que comparte Eugene Steuerle, del Urban Institute. Clinton ha alertado directamente contra los "excesivos beneficios" de las aseguradoras de salud. Los tres aspirantes, adem¨¢s, est¨¢n a favor de la renegociaci¨®n de precios de los medicamentos con las farmac¨¦uticas. Si el nuevo presidente es dem¨®crata cabe contar, adem¨¢s, con una fiscalidad m¨¢s alta sobre el tabaco. Citigroup cree muy probable, adem¨¢s, que gane quien gane, y especialmente si el Congreso cuenta con mayor¨ªa dem¨®crata, se facilite la aprobaci¨®n de medicamentos gen¨¦ricos, a favor de los cuales se ha manifestado McCain.
En todo caso, el veterano de guerra est¨¢ m¨¢s cerca de los dem¨®cratas que otros republicanos tanto en los temas sanitarios como en los relativos al cambio clim¨¢tico y la energ¨ªa. Los tres candidatos apuestan por las energ¨ªas renovables y por limitar la emisi¨®n de gases con efecto invernadero, lo que supone un giro de 180 grados con respecto a la pol¨ªtica de Bush. No en vano, esta es la primera desde 1928 que una completa renovaci¨®n de la Administraci¨®n est¨¢ asegurada antes de ir a las urnas, pues no concurren a las elecciones ni el presidente ni el vicepresidente.
No obstante, tambi¨¦n en materia energ¨¦tica ha habido lugar para promesas populistas. Obama no ha tardado en atacar a McCain, ridiculizando su iniciativa de suspender este verano los impuestos que se aplican a los carburantes. El dem¨®crata considera que sus beneficios para el bolsillo de los estadounidenses ser¨¢n insignificantes. Y de paso le daba tambi¨¦n una pu?alada a su rival Clinton, que plantea una propuesta similar a la del republicano.
Jerry Taylor, del Cato Institute, considera una mala idea esta propuesta de McCain y Clinton. Primero, considera "dif¨ªcil de digerir" que esto vaya a poner dinero en los bolsillos de los m¨¢s pobres. Y segundo, critica que a la vez se pida al Gobierno que haga m¨¢s por reducir las emisiones y promover las energ¨ªas renovables. "El impuesto a la gasolina no puede usarse a la vez de zanahoria y de palo", remacha.
Entre los candidatos dem¨®cratas y el republicano, el principal campo de batalla es el fiscal. Obama, al igual que Clinton, quiere acabar con los incentivos fiscales promovidos por la Administraci¨®n de George W. Bush en 2001 y 2003 a favor de los bolsillos m¨¢s pudientes que expiran en 2010.
La diferencia es que Obama propone un mayor incremento de los impuestos y su pol¨ªtica fiscal es ligeramente m¨¢s redistributiva que la de Clinton. "Escuchando a ambos hablar sobre la cuesti¨®n fiscal, uno llega a la conclusi¨®n de que el presidente Bush, con su recorte fiscal irresponsable, ha quebrado la naci¨®n", se?ala Hassett, que considera que la acci¨®n estaba justificada en su momento para sacar a la econom¨ªa de la recesi¨®n.
Otro de los puntos donde se han desmarcado los dem¨®cratas es el de los remedios a la crisis hipotecaria. Obama coincidi¨® en este sentido con la Casa Blanca al proponer que se ayudara a las familias m¨¢s necesitadas mediante incentivos fiscales en lugar de elevar el gasto, como propone Clinton.
McCain, que se esfuerza ahora por mostrar su cara m¨¢s moderada, podr¨ªa sacar tajada del debate sobre la reforma fiscal, como se?alan desde Goldman Sachs. El senador lo sabe, y por eso est¨¢ intentando reconducir el discurso hacia a ese terreno, alimentando as¨ª los fantasmas de las subidas de impuestos si ganan los dem¨®cratas.
Patrick Basham, director del Democracy Institute, es de la misma opini¨®n. "McCain no necesita camuflarse en su apoyo a la salud privada, los recortes de impuestos o la restricci¨®n del gasto para ser elegido presidente. Su gran reto y tambi¨¦n su oportunidad es ir a la contra del alza de impuestos, del incremento del gasto y del intervencionismo econ¨®mico dentro y fuera de su partido", remacha. El senador republicano, de hecho, no oculta su inter¨¦s por convertir en permanentes las rebajas fiscales de Bush.
El apartado econ¨®mico de la campa?a de McCain est¨¢ lleno de buenos prop¨®sitos para ganarse el apoyo de los electores que nieguen su voto a Obama si se impone a Clinton en las primarias. Y para ello est¨¢ viajando a las zonas rurales y visitando las comunidades obreras, algo poco usual en un candidato republicano. Adem¨¢s, cuenta con los conocimientos y la experiencia de Carly Fiorina, ex consejera delegada de Hewlett Packard, responsable de su programa econ¨®mico.
Entre los dem¨®cratas, el mensaje de Clinton es decididamente m¨¢s populista que el de Obama -incluso si el candidato de Illinois a veces tiende a mirar a la derecha-, porque sabe que la clase obrera es un apoyo clave en unas presidenciales que ve cada vez m¨¢s lejos.
Los electores claman por ideas frescas tras un periodo gris en materia econ¨®mica. Es una constante que se repite por todo el pa¨ªs, da igual el nivel de ingresos, la edad o la afiliaci¨®n pol¨ªtica de los ciudadanos. La importancia de la econom¨ªa en la campa?a ha obligado a reaccionar McCain, al que le cuesta moverse en ese terreno. Es su punto d¨¦bil, y as¨ª lo perciben los votantes, que valoran mejor la capacidad de los dem¨®cratas para llevar las riendas de la econom¨ªa y sacar al pa¨ªs de la crisis.
Obama ha sido capaz de atraer a figuras tan prominentes en el ¨¢mbito de la econom¨ªa como el ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker o el Nobel de Econom¨ªa Joseph Stiglitz.
Leo Gerard, presidente del sindicato United Steelworkers, considera que Obama es el mejor candidato porque est¨¢ firmemente comprometido con la revitalizaci¨®n del sector industrial y de las infraestructuras, y en la protecci¨®n de las familias obreras y del medioambiente. "Es claramente el candidato que mejor puede sacar al pa¨ªs del periodo oscuro de declive econ¨®mico creado por la Administraci¨®n Bush", dice.
Clinton se presenta como la "candidata econ¨®mica" en la contienda dem¨®crata y no duda en recordar que cuando era primera dama, el pa¨ªs goz¨® de un largo periodo de bonanza. Su programa electoral gira, sobre todo, en torno a la sanidad. Es la espina que tiene clavada de cuando su marido, Bill, llevaba las riendas de la naci¨®n. La senadora por Nueva York fracas¨® a la hora de implantar la cobertura universal en el sistema sanitario y ello cost¨® a los dem¨®cratas las elecciones al Congreso en 1994.
En todo caso, no son lo mismo las primarias que las presidenciales. Los candidatos modulan su mensaje ahora en funci¨®n del Estado llamado a las urnas. Para la votaci¨®n del 4 de noviembre deber¨¢n unificar su mensaje. Como en las presidenciales de 1992 (cuando el lema "es la econom¨ªa, est¨²pido" se convirti¨® en el eje de la victoriosa campa?a de Bill Clinton frente a George Bush), los estadounidenses van a pensar mucho en su bolsillo a la hora de acudir a las urnas. La negativa gesti¨®n de los republicanos favorece a los dem¨®cratas. Pero McCain lo sabe y se ha distanciado de la actual Administraci¨®n.
En Wall Street son m¨¢s pragm¨¢ticos. Tras analizar la evoluci¨®n de la Bolsa, los tipos de inter¨¦s y la inflaci¨®n, la conclusi¨®n a la que llega Citigroup es que no importa demasiado que el inquilino de la Casa Blanca sea dem¨®crata o republicano. Depender¨¢ de sus pol¨ªticas, y no de su partido, el signo de la econom¨ªa de EE UU en los pr¨®ximos cuatro a?os.
Contra la crisis
Los tres candidatos han presentado iniciativas concretas para reactivar la econom¨ªa. La senadora Clinton propone crear tres millones de empleos invirtiendo en el anticuado sistema de infraestructuras de Estados Unidos, para modernizarlo y hacerlo m¨¢s respetuoso con el medio ambiente. Para ello plantea crear un mecanismo financiero dotado con 60.000 millones de d¨®lares (cerca de 40.000 millones de d¨®lares) que se encargar¨¢ de evaluar los proyectos.
Obama promete poner en marcha un programa de 150.000 millones de d¨®lares (cerca de 100.000 millones de euros) para crear cinco millones de nuevos empleos en una d¨¦cada invirtiendo en energ¨ªas renovables, adem¨¢s de elevar el salario m¨ªnimo, facilitar el acceso de las familias al seguro m¨¦dico, inyectar fondos en las infraestructuras p¨²blicas y eliminar los impuestos para los pensionistas de bajos ingresos.
McCain tiene recetas populistas para hacer frente a los efectos de la crisis. Propone suprimir el impuesto federal sobre la gasolina durante el verano. Facilitar¨¢ a los hipotecados con problemas refinanciar sus pr¨¦stamos en condiciones ventajosas. Promete tambi¨¦n facilitar el acceso al cr¨¦dito a los estudiantes que se han visto atrapados por la crisis financiera. Pero sobre todo propone fuertes y variadas rebajas fiscales para particulares y empresas. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.